El pasado sábado el Museo Arqueológico organizó una visita a Santa María (a lo que queda de Santa María). La visita fue dirigida por Antonio Almagro. Tal vez esto lo dice todo: como Antonio Almagro es la persona que más sabe de Santa María y como sus largos años de profesor no pasan en balde, la visita fue una gozada. Si a esto le sumamos que Antonio despachó algunos comentarios no exentos de malafollá ubetense pero más ciertos que el sol del mediodía, pues quedó redonda la visita a Santa María. Porque no se trató tanto –al menos para mí– de que Antonio explicase cuáles fueron las antiguas entradas a Santa María o como se fue construyendo el templo que luego destruyó Isicio Ruiz: para mí fue más importante que Antonio tuviera el coraje –una vez más– de decir las barbaridades que la Junta de Andalucía lleva cometiendo en esta iglesia desde hace 25 años. Y esto no está mal que alguien lo diga de cuando en cuando, porque como los ubetenses somos un pueblo esencialmente cateto hay gente que está encantada con que Santa María ya no esté blanqueada –por lo que se ha quedado más oscura que el culo de un mono– o con esa chapuza impresentable que es el artesonado. Se creen –infelices– que la Junta les ha devuelto la iglesia que había en el siglo XV y eso los llena de satisfacción (!).
Pues eso, que está muy bien que alguien alce su documentada voz y diga que no, que no es esto, no es esto. Y si encima lo hace delante de algunas autoridades implicadas en el caso y delante de los miembros de alguna asociación que todavía guarda silencio por lo de Santa María –pese a ser el mayor atentado cometido contra el patrimonio artístico de Úbeda desde el final de la Guerra Civil–, pues todavía mejor. Aunque tampoco hay que hacerse demasiadas ilusiones: Santa María tardará todavía muchos años en abrirse . Y es que los políticos no son tan tontos como pensamos: como saben la barbaridad que han cometido allí y como no desconocen la impunidad con que Isicio Ruiz destruyó la iglesia, pues prefieren que pasen muchos años. Los suficientes como para que absolutamente nadie recuerde cómo era la Santa María que se cerró en 1983. O para que nadie recuerde que se cerró aquella iglesia para restaurarla, no para destruirla e inventársela nueva. O para que nadie pueda recordar cómo eran las rejas, las lápidas sepulcrales, el baldaquino de Jesús, el claustro lleno de verde o los escudos episcopales antes de que fuesen machacados sin piedad por unas obras devastadoras.
Por cierto: durante la “limpieza” de la puerta de La Consolada se ha dañado la portada de la casa del Regidor Luis de Medina. Según cuentan, como quitaron piedras originales de la portada y pusieron otras que rellenaban mejor los huecos, las piedras que quitaban las tiraban al suelo sin cuidado ninguno. Y en este lanzamiento libre de piedras una golpeó la portada y ha dañado el capitel de una de sus columnas. Esperemos que pronto los Caballeros 24 –uno de los pocos colectivos preocupados por el patrimonio histórico y cultural de Úbeda– tomen cartas en este nuevo desaguisado.
Pues eso, que está muy bien que alguien alce su documentada voz y diga que no, que no es esto, no es esto. Y si encima lo hace delante de algunas autoridades implicadas en el caso y delante de los miembros de alguna asociación que todavía guarda silencio por lo de Santa María –pese a ser el mayor atentado cometido contra el patrimonio artístico de Úbeda desde el final de la Guerra Civil–, pues todavía mejor. Aunque tampoco hay que hacerse demasiadas ilusiones: Santa María tardará todavía muchos años en abrirse . Y es que los políticos no son tan tontos como pensamos: como saben la barbaridad que han cometido allí y como no desconocen la impunidad con que Isicio Ruiz destruyó la iglesia, pues prefieren que pasen muchos años. Los suficientes como para que absolutamente nadie recuerde cómo era la Santa María que se cerró en 1983. O para que nadie recuerde que se cerró aquella iglesia para restaurarla, no para destruirla e inventársela nueva. O para que nadie pueda recordar cómo eran las rejas, las lápidas sepulcrales, el baldaquino de Jesús, el claustro lleno de verde o los escudos episcopales antes de que fuesen machacados sin piedad por unas obras devastadoras.
Por cierto: durante la “limpieza” de la puerta de La Consolada se ha dañado la portada de la casa del Regidor Luis de Medina. Según cuentan, como quitaron piedras originales de la portada y pusieron otras que rellenaban mejor los huecos, las piedras que quitaban las tiraban al suelo sin cuidado ninguno. Y en este lanzamiento libre de piedras una golpeó la portada y ha dañado el capitel de una de sus columnas. Esperemos que pronto los Caballeros 24 –uno de los pocos colectivos preocupados por el patrimonio histórico y cultural de Úbeda– tomen cartas en este nuevo desaguisado.
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