Hay hombres que son algo más que un nombre en una cofradía: son un estilo, son una época. Invariablemente esos hombres se han ganado a pulso el título de “don”, porque se han ganado el respeto y el cariño y un lugar en la memoria de sus cofrades y aún de todo el pueblo de Úbeda. Así ocurre con don Manuel Fuentes Garayalde, ejemplar presidente de la cofradía de La Columna durante muchos años; o con don Andrés Moreno Siles, que ejemplifica el cargo de hermano mayor en la cofradía de La Soledad; o con don Manuel Fernández Peña, que se desvivió por su cofradía del Santo Borriquillo. Y así ocurre con don Fernando Martínez Herrera: él encabezó y protagonizó lo que ha dado en llamarse “edad dorada” de la cofradía de Jesús Nazareno.
Fue don Fernando hermano mayor de la cofradía de Jesús entre 1908 y 1932, con la interrupción del año 1925, en que ocupó la presidencia su hermano Miguel. Durante estos años “cambió” el estilo de la cofradía: impuso un orden prusiano y una seriedad desconocida hasta entonces, convirtió a la cofradía en el centro vital en torno al cual giraba toda la Semana Santa de Úbeda. Más que logros o acontecimientos materiales, queda en el haber de don Fernando Martínez Herrera el haber impuesto un estilo de ser hermano de Jesús, el haber consolidado una manera de ser presidente de la cofradía, una visión particular pero asumida por la mayoría de entender la devoción a Jesús Nazareno. Hay un antes y un después de la presidencia de Martínez Herrera.
Don Fernando fue un líder nato en la Cofradía: Blas Rodríguez Latorre –uno de los más veteranos hermanos vivos de la Cofradía y niño en los años veinte– recordaba las madrugadas de Viernes Santo, cuando el guión de Jesús se formaba en el Rastro, “en los tiempos de don Fernando”; sus palabras se emocionaron al evocar aquel hombre grande. Grande no sólo por la dimensión espiritual, sino también por los centímetros. De hecho, era tan grande, tan alto, tan corpulento, que disimulaba su estatura procesionando con un capirucho más pequeño que el del resto de los hermanos. Quería pasar desapercibido, ser uno más de los muchos que han dejado sus emociones mejores ante Jesús Nazareno. Y sin embargo, es posible distinguirlo en las fotografías antiguas entre el guión de Jesús, con su imponente figura sosteniendo el báculo presidencial mientras observa –imponiendo respeto– las filas silenciosas y recogidas de penitentes.
¿Qué queda de don Fernando en la cofradía de Jesús? Ah, se perdieron su estilo, su manera. Queda, eso sí, el Patronato instituido por su hijo, don Marciano Martínez Catena. Y queda un plaza recoleta –en el barrio de San Nicolás– que lleva el nombre de aquel gran presidente de Jesús Nazareno: su nombre está enmarcado entre el escudo de Úbeda y el corazón de la cofradía de Jesús.
Fue don Fernando hermano mayor de la cofradía de Jesús entre 1908 y 1932, con la interrupción del año 1925, en que ocupó la presidencia su hermano Miguel. Durante estos años “cambió” el estilo de la cofradía: impuso un orden prusiano y una seriedad desconocida hasta entonces, convirtió a la cofradía en el centro vital en torno al cual giraba toda la Semana Santa de Úbeda. Más que logros o acontecimientos materiales, queda en el haber de don Fernando Martínez Herrera el haber impuesto un estilo de ser hermano de Jesús, el haber consolidado una manera de ser presidente de la cofradía, una visión particular pero asumida por la mayoría de entender la devoción a Jesús Nazareno. Hay un antes y un después de la presidencia de Martínez Herrera.
Don Fernando fue un líder nato en la Cofradía: Blas Rodríguez Latorre –uno de los más veteranos hermanos vivos de la Cofradía y niño en los años veinte– recordaba las madrugadas de Viernes Santo, cuando el guión de Jesús se formaba en el Rastro, “en los tiempos de don Fernando”; sus palabras se emocionaron al evocar aquel hombre grande. Grande no sólo por la dimensión espiritual, sino también por los centímetros. De hecho, era tan grande, tan alto, tan corpulento, que disimulaba su estatura procesionando con un capirucho más pequeño que el del resto de los hermanos. Quería pasar desapercibido, ser uno más de los muchos que han dejado sus emociones mejores ante Jesús Nazareno. Y sin embargo, es posible distinguirlo en las fotografías antiguas entre el guión de Jesús, con su imponente figura sosteniendo el báculo presidencial mientras observa –imponiendo respeto– las filas silenciosas y recogidas de penitentes.
¿Qué queda de don Fernando en la cofradía de Jesús? Ah, se perdieron su estilo, su manera. Queda, eso sí, el Patronato instituido por su hijo, don Marciano Martínez Catena. Y queda un plaza recoleta –en el barrio de San Nicolás– que lleva el nombre de aquel gran presidente de Jesús Nazareno: su nombre está enmarcado entre el escudo de Úbeda y el corazón de la cofradía de Jesús.
(Publicado en Diario IDEAL el 21 de marzo de 2008, Viernes Santo)
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