Cinco millones de personas sin trabajo. Un millón y medio de familias con todos sus miembros en paro. Más de medio millón de familias sin ningún tipo de ingresos. Y la obsesión de todos no es poner fin a ese drama incalculable sino conseguir el equilibrio fiscal y demás imposiciones del credo neoliberal.
Cinco millones, un millón y medio, más de medio millón. Cifras gigantescas a las que nos hemos acostumbrado. Como si detrás de ellas, aplastadas por su peso y por nuestra indiferencia cívica, no hubiera personas para las que los días duran más de veinticuatro horas, las horas más de sesenta minutos, los minutos más de sesenta segundos.
Cinco millones, un millón y medio, más de medio millón. Muchas toneladas de niños españoles que a duras penas pueden comer (lo dice UNICEF), muchas toneladas de familias arrojadas a la pobreza y la exclusión y a vivir de la caridad, muchas toneladas de lágrimas de padres impotentes, de hombres y mujeres a los que se les han segado las esperanzas en la plenitud de la vida, muchas toneladas de rabia acumulada.
Cinco millones, un millón y medio, más de medio millón. Hoy, España son las personas que vemos sufriendo cuando rascamos esos números.
3 comentarios:
Esto no pasaba con mi marido....
No. No nos hemos acostumbrado a esas cifras. Me han caído como un mazazo los datos de la EPA, de esta mañana. No podemos acostumbrarnos, aunque sólo sea por puro egoísmo: todos tenemos un hermano, un padre, una madre, una esposa o un hijo pasando apuros, casi necesidad y el problema nos toca de lleno y nos duele.
Ayer leí que el Estado se gastará una millonada en smartphones, tabletas, portátiles y líneas domiciliarias de ADSL para los próximos diputados y senadores. Como esas inmoralidades hay miles, que sólo tienen el fin de consolidar y aumentar los privilegios de los políticos. Todas esas inmoralidades, sumadas, son muchos miles de millones de euros. No es el chocolate del loro, aunque ellos nos lo quieran hacer ver así. Conozco lo que la Junta dilapida en las Consejerías que me afectan y es inmoral. Algo tendremos que hacer. Hay que echar a esa pandilla de indecentes. Si es preciso, habrá que salir a la calle, pero esto no puede seguir así.
Y nos dicen que ya se creará empleo cuando crezcamos. Pero el crecimiento no es la receta contra el paro, porque sólo se crece a ratos, y de repente se deja de crecer. Una y otra vez. El mito del crecimiento infinito es un engaño que sólo sirve a quienes entre tanto hinchan la caja. Habrá que recordar políticas que servían para tiempos de escasez: la protección del empleo por leyes fuertes; el reparto por medio de impuestos; unos sindicatos fuertes y "reales", no cosméticos, ni podridos ni enajenados; fronteras proteccionistas de un modelo social (no de un mundo privilegiado); políticos capaces de identificar a los gigantes que se disfrazan de molinos de viento...
Publicar un comentario