Hay días en los que no sé si los que tienen ideas firmes, monolíticas, clarísimas, me causan admiración o miedo. Me ocurre más en días como hoy en los que no sé qué pensar, en los que me alegro por todos esos concejales del Partido Popular y del PSOE que ya no van a tener que mirar debajo de sus coches antes de ir a sus ayuntamientos, por todos los policías nacionales y guardias civiles que desde hoy saben que no les van a dar un tiro por la espalda, por todos los exiliados vascos que tuvieron que marcharse a otras regiones de España y que a partir de hoy podrán pensar en hacer las maletas para volver al hogar del que lo expulsaron las amenazas de los cómplices de ETA. Me alegra la noticia de que ETA no va a matar más niños ni va a dejar más huérfanos. Hace diez, quince años, cuando los asesinos tenían capacidad para asesinar todas las semanas, una noticia así habría producido un alivio inmenso en todos nosotros: hoy, cuando ETA, pese a su pomposo y vomitivo lenguaje, carece de capacidad para matar si no es por casualidad, cuando saben que cualquier crimen que pudieran seguir cometiendo les resulta muy difícil de justificar entre quienes defienden la independencia del País Vasco, hoy, el anuncio de los terroristas causa en muchos de nosotros esta mezcla de sentimientos encontrados, de esperanzas y recelos, este no saber qué pensar, este saber que las brújulas del futuro están imantadas por tanto sufrimiento como esta gentuza ha causado con sus atentados y sus secuestros y sus extorsiones. ¿Quién, de entre los decentes, podrá olvidar las caras de tantas víctimas, las lágrimas lloradas en tantos entierros, la desolación infinita de quienes perdieron a sus maridos, a sus esposas, a sus padres, a sus hijos, a sus amigos?
No sé, de verdad, si hoy se ha abierto una puerta. Quiero pensar que sí. Aunque no encuentre respuestas, aunque no sepa como podremos conjugar la necesaria aplicación de la justicia y la memoria de las víctimas del terror con el necesario proceso de superación de la ruptura civil de los vascos, aunque sepa que también en algo tan importante para todos habrá pescadores de votos y guardianes de una verdad absoluta que parecen ser los únicos que han llorado con los muertos, aunque sepa que hay cosas que todavía no se pueden escribir si no se quiere ser crucificado.
Hoy quiero pensar que es un buen día. Un buen día, aunque esté cargado de interrogantes y de dudas.
3 comentarios:
Estoy de acuerdo contigo, hoy es un buen día. Mañana será el día de empezar a pensar como llegamos a esto, como lo solucionaremos definitivamente, la cantidad de generosidad que habrá que usar, la cantidad de firmeza, la cantidad de rabia contenida, ...mañana será el día. Pero hoy disfrutemos del fin de la guerra en la que nos metieron unos fanáticos.
Un saludo
De lo que dices, lo que me parece más importante es lo de "la cantidad de generosidad". Desde luego no ahora, tal vez no dentro de un año, pero sin duda dentro deun periodo razonable de tiempo habrá que abordar la reconciliación civil en el País Vasco, donde las heridas son muy profundas. Sin duda el respeto a las víctimas, a su memoria, a sus derechos, es una obligación para toda la sociedad española. Pero en España ya tenemos ejemplos de recomposición de las heridas sociales después del horror y el terror: la Transición. ¿Habría sido posible si los miles y miles y miles de víctimas del franquismo hubieran puesto como condición indispensable que sus criminales pagaran sus penas con toda la dureza? Hubiera sido imposible, y por el bien mayor de la reconciliación social y civil se llegó incluso a negar todo reconocimiento moral a las víctimas de la dictadura. A mí lo que más curioso me resulta de todo esto es que los mismos medios ultra que consideran un ultraje a las víctimas de ETA el que se pueda tantear el horizonte de un País Vasco sin ETA y con aplicación estricta de las leyes que no se aplicaron por el bien superior de acorralar a ETA, esos mismos medios son los que han puesto el grito y han acusado de cosas horribles a quienes han defendido la necesidad de devolver a sus familiares y enterrar dignamente a los asesinados por el franquismo. Eso me resulta curioso, y me resulta interesante el papel que va a tener que jugar Rajoy en todo el proceso político que se abre el 21 de noviembre en relación con ETA. Su declaración inicial fue ejemplar, porque creo que se ha dado cuenta de que la posición radical que su partido había mantenido en este tema hasta ahora no es viable para un realidad sin ETA matando. Pero le ocurre que con esa postura que han mantenido ha alentado a un sector de su partido y de los medios afines que considera la moderación como traición: el sábado tuvo algunos pitos durante un mitin del PP en Barcelona porque no arremetió con las divisiones acorazadas contra el PSOETA, como ellos lo llaman, y hoy, Federico Jiménez Losantos, que era de los que decían que el PSOE y ETA tenían un paco para bla bla bla, hoy dice en el mundo que el pacto es entre el PSOE, ETA y... el PP de un Mariano Rajoy contra el que comienzan a disparar con artillería pesada. En fin, que Rajoy tiene un laberinto que deshacer dentro de su partido para poder enfrentarse el reto fascinante y complicadísimo que supone el fin de ETA. Por cierto, la viñeta de hoy en El País es esclarecedora de todo esto.
Saludos.
Totalmente de acuerdo. Quizás haya que votar tapandose los ojos y la nariz, mientras rezamos para que Dios nos coja confesados. :) Y en serio, este país no necesita predicadores en popsesión de la verdad. Y desgraciadamente abundan mucho.
Un abrazo
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