lunes, 3 de octubre de 2011

Personajillos de Feria. EL YONATAN



Que se sale, el Yonatan está que se sale de contento desde que se ha comprado su Seat León de color amarillo canario y lo ha tuneado molón molón, con un equipo de altavoces que hace que el coche vibre y sus luces azules y blancas repartidas por el suelo, los asientos, el techo, el volante, el salpicadero, la palanca de cambios y el maletero. Le duelen hasta las meninges de pensar cómo lo van a flipar Er Pelusa y la Jeni y la Vane, que se van a mear en las bragas al ver la virguería de coche que se ha mercado: envidia es lo que le van a tener todos cuando lo vean aparecer por el botellón de la feria con su coche brillando como un platillo volante, con las zapatillas Nike con muelles que se ha comprado a juego con el coche, con su medallón con la cara del Ché Guevara —«¿quién coño será el Ché Guevara éste?», se pregunta el Yonatan cada día— y con el tatuaje que se ha hecho con la cara de su perro bugdoll, que se parece un poco a su tía Frasca, todo hay que decirlo. Sólo una pena tiene el pobre Yonatan, y es que el Ayuntamiento le ha tomado manía y no lo deja entrar con su coche en el ferial, con lo bien que quedaría él paseándose entre las casetas y enseñándole lo que es buena música, como esa tan fina que le gusta a él de La Húngara y Decai y el reggaeton y un poco de chunda chunda, que toda la música buena tiene que ser escuchada, claro, y no esa mierda de Siempre Así o El Canto del Loco que ponen los pijoteros en las casetas, que es que no hay quien entre allí porque se le pone a uno el cuerpo malo. Pero bueno, esa pena le dura hasta que llega a la Fuente del León y oye un «ohhhh» de admiración que le pone un nudo en la garganta al comprobar la envidia que le tienen todos: en ese momento a él le da lo mismo subir al ferial o no, y abre el maletero y saca su bebidas psicodélicas y le da tres vueltas de rosca al botón del volumen, hasta que comprueba que las vibraciones de la música provocan grietas en el muro de campo de fútbol y que los padres se cagan en sus muertos cuando les despierta a los chiquillos que dormían en el carricoche.


(IDEAL, 2 de octubre de 2011)

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