domingo, 2 de octubre de 2011

Personajillos de Feria. BORJA MARI




Borja Mari está encantado con su nombre, o sea. ¿Qué es tópico? Pues vale, pero lo diferencia de todos esos tristes que se llaman Manolo, Pepe o Juan. Borja Mari: «con dos huevos», como dice su padre, y él, tan contento de llamarse así piensa que todo el mundo se va a volver y le va a hacer palmas cuando atraviesa la portada del ferial, con su pelo engominado y sus caracolillos de la nuca al viento, con los cuellos rojigualdas de su polo caro caro levantados, acompañado por sus amigos Gonzalito, Nacho más conocido como Iñigo, Guillermo y demás, y por las inevitablemente rubias y muy pintadas y muy perfumadas Carlota, Sonsoles, Valeria y Jimena... Ellos llegan al ferial con sus zapatos castellanos y ellas con sus tacones de a cuarta, o sea, soportando las rozaduras como señores y señoras y por supuesto sin coger ni el trenecito ni el autobús, porque gente de su estilo y poderío no puede mezclarse con las clases populares, o sea, aunque llevan un tiempo planteando encadenarse a los árboles del ferial en plan Tita Cervera para protestar porque no puedan subir hasta la puerta de la caseta con su Audi descapotable, otra vez o sea. Y en las casetas son relamidos y educados, y lo piden todo por favor, o sea, así se trate de una cerveza o de un plato de olivitas, aunque eso sí, sólo van a las casetas donde los vasos sean de cristal, los cubiertos y los platos no sean de plástico y la comida te la sirvan los camareros en las mesas, porque ellos y ellas no pueden hacer cola como un cualquiera más que no tiene camisas de Lacoste, o sea. Por supuesto no se acercan a los puestos de hamburguesas mitrinidad ni por asomo, porque sus tripas acostumbradas al ibérico y los percebes salvajes y al salmón noruego no toleraría esa saturación de grasas y colesteroles y calorías, o sea, y ellas miran por encima del hombro a las que compran bolsos de imitación, pobreticas que no tienen para entrar en las boutiques de la Calle Nueva. Borja Mari y sus amigos y sus amigas son carne de feria refinada y relamida, o sea, y se les nota a leguas cuando se ponen a bailar, con los brazos pegados a la cintura, y moviéndose en semicírculos semiconvulsos como un Mister Potato sin pilas —¿los Mister Potato tienen pilas?— mientras agitan levemente la cabeza cual lechuza deslumbrada, o sea.

(IDEAL, 1 de octubre de 2011)

1 comentario:

Rafael Merelo dijo...

Pero hombre, los misterpotato no tienen pilas...