miércoles, 15 de abril de 2009

DON VICTORIANO



Don Victoriano era un tipo con cara de bueno, humilde, introvertido, “frío como un ruso” dicen sus contemporáneos. Y a parte de eso fue un músico imprescindible para comprender la Semana Santa de Úbeda: tanto, que el cura Marcos Hidalgo llegó a decir –acertadamente– que si las cofradías de Úbeda prescindiesen de las marchas que para ellas había compuesto perderían su unción religiosa.

“El Murillo de la Música” nació en Játiva en 1870 y llegó a Úbeda siendo niño. En 1873 su padre –un músico humilde, director de la banda de Sabiote– ya había compuesto el “Miserere” de Jesús. Pronto encontró don Victoriano “El Joven” un grupo de amigos que lo atrajeron hasta Úbeda. Vivió aquí humildemente –en el número 9 de la calle Cervantes– aquí formó familia y aquí murió. Y aquí dejó su mejor música, que él nunca apreció mucho. Los “Dolores” de su cofradía de la Expiración y sus marchas fúnebres para las procesiones del Jueves y del Viernes Santo son hoy el lazo más intenso que ata a las generaciones de “ubetenses de las dos orillas” en el nudo de emociones que convoca la Semana Santa de Úbeda, que sobre todo es esa música emocionada. ¿Qué ubetense no ha tarareado las marchas de don Victoriano? ¿Qué ubetense semanasantero no conoce la melodía dulce de la marcha del Cristo de la Expiración, que tan poco gustaba a su autor? No se puede destacar una de sus marchas: desde 1897 el pueblo silbaba la de la Expiración por las calles, pero a él le gustaba “Sepulcro” –esa sí la consideraba realmente buena– y hoy nos emociona hasta la médula la desolada marcha que compuso a la Virgen de las Angustias, para la que se inspiró en la enfermedad que padecía su hija Carmen.

Hoy vuelven a estar de moda los extremismos y desde ambos bandos se postula “el nosotros o contra nosotros”. Pero don Victoriano dejó también una última lección de coherencia y de riqueza espiritual. Y así, el 15 de abril de 1931, el hombre que había dedicado la más hermosa música a las cofradías de Úbeda estaba presente en el Salón de Plenos del Ayuntamiento y –pese a su timidez– hizo uso de su autoridad moral para recordar a ilustres republicanos ubetenses, ya muertos, en cuya memoria pidió un minuto de silencio. No sabemos si ese 15 abril don Victoriano tarareó en la fachada del Ayuntamiento “La Marsellesa” que tocaba su banda o alguna de sus marchas. Pero sabemos que era un hombre feliz.

(Publicado en diario IDEAL el 8 de abril de 2009)

No hay comentarios: