No ha podido ser. Por segunda vez me he quedado en las mismas puertas, por unas centésimas. Otra vez he aprobado holgadamente las oposiciones de Secundaria y otra vez me he quedado sin plaza. Podría echarle la culpa a los sindicatos que consienten las cacicadas de la Junta de Andalucía, a la propia Junta de Andalucía que es la administración más ineficaz de Europa, a esa boba que dirige la Consejería de Educación, al tribunal... Podría echarme la culpa yo mismo, pero nada de eso merece ya la pena: el mazado de la mala suerte es lo suficientemente grande como para no repartir culpas.
Ahora vuelve la vida otra vez a la realidad. Durante las últimas semanas ha alimentado el sueño de un trabajo digno y seguro, de un trabajo reconocido. Eso se ha esfumado: frente a mí está la cruda realidad del Ayuntamiento: un trabajo mal pagado y peor recocido, un trabajo que me ha hecho ir a cumplir con mis obligaciones estando mi mujer velando a su padre muerto o con trece grapas en la barriga o con fiebre, un trabajo en el que después de ocho años no se reconoce ninguna antigüedad y en el que en cualquier momento pueden largarme a la calle sin ningún derecho ni a patalear, un trabajo sin medios y sometido a todo tipo de arbitrariedades –los políticos, por ser más soberbios, son más peligrosos que muchos empresarios–. Pero esa es la realidad que me ha tocado vivir: queda, pues, apretar los dientes y los puños, tragarse los nudos de ayer y de hoy y seguir tensando músculos del alma para resistir: menos da una piedra y aunque mal de muchos sea consuelo de tontos cierto es que los hay que están peor, mucho peor que yo.
Lo mejor, sin duda, es adelgazar el equipaje de ilusiones y de esperanzas: la vida, desengañémonos, es una mierda y les va bien a los que nacieron en familias bien: más o menos a los de siempre. El resto tenemos que conformarnos con sobrevivir en la mileurista España de ZP. Lo que tenemos es lo que hay y ni el esfuerzo ni los sacrificios sirven para nada en este país. Cuando antes se comprenda esta realidad, antes aprenderemos a vivir sin encontrarnos a cada paso con un tropiezo.
Ahora vivo en ese tropiezo. Pero desde el suelo sigue siendo justo darle las gracias a todos los que han mandado como lenitivo sus palabras de consuelo: a mi mujer, a mis padres, a Ramón Beltrán, a Pepe Arias, a Nani, a Leo, a Juan Ángel, a Ana, a Diego Martínez... A todos, un abrazo con el corazón partido.
Sólo hay una imagen más patética que la del niño que sostiene su juguete roto: la del hombre que acuna entre sus manos los sueños despedazados. Ese, hoy, soy yo.
Ahora vuelve la vida otra vez a la realidad. Durante las últimas semanas ha alimentado el sueño de un trabajo digno y seguro, de un trabajo reconocido. Eso se ha esfumado: frente a mí está la cruda realidad del Ayuntamiento: un trabajo mal pagado y peor recocido, un trabajo que me ha hecho ir a cumplir con mis obligaciones estando mi mujer velando a su padre muerto o con trece grapas en la barriga o con fiebre, un trabajo en el que después de ocho años no se reconoce ninguna antigüedad y en el que en cualquier momento pueden largarme a la calle sin ningún derecho ni a patalear, un trabajo sin medios y sometido a todo tipo de arbitrariedades –los políticos, por ser más soberbios, son más peligrosos que muchos empresarios–. Pero esa es la realidad que me ha tocado vivir: queda, pues, apretar los dientes y los puños, tragarse los nudos de ayer y de hoy y seguir tensando músculos del alma para resistir: menos da una piedra y aunque mal de muchos sea consuelo de tontos cierto es que los hay que están peor, mucho peor que yo.
Lo mejor, sin duda, es adelgazar el equipaje de ilusiones y de esperanzas: la vida, desengañémonos, es una mierda y les va bien a los que nacieron en familias bien: más o menos a los de siempre. El resto tenemos que conformarnos con sobrevivir en la mileurista España de ZP. Lo que tenemos es lo que hay y ni el esfuerzo ni los sacrificios sirven para nada en este país. Cuando antes se comprenda esta realidad, antes aprenderemos a vivir sin encontrarnos a cada paso con un tropiezo.
Ahora vivo en ese tropiezo. Pero desde el suelo sigue siendo justo darle las gracias a todos los que han mandado como lenitivo sus palabras de consuelo: a mi mujer, a mis padres, a Ramón Beltrán, a Pepe Arias, a Nani, a Leo, a Juan Ángel, a Ana, a Diego Martínez... A todos, un abrazo con el corazón partido.
Sólo hay una imagen más patética que la del niño que sostiene su juguete roto: la del hombre que acuna entre sus manos los sueños despedazados. Ese, hoy, soy yo.
7 comentarios:
¡Venga Manolo!, tira a estrenar la super plancha-barbacoa con los colegas y con tu embarazada mujer y con Carmen y Mº del mar y con mi parienta. No dejéis ni una lata en el frigo y si tienes suerte fúndelos a la Ronda. Que aquí el "menosdemileurista" está currando y también necesita ánimos.
Mañana nos vemos.
Un beso (hoy te lo mereces).
¡Joé… joé, manolo se seas así, joder!
Saca tu “otro” yo, que éste no le gusta a nadie que te aprecie.
Cordialmente v.j.
Manolo, ánimo. Reconozco el estado de ánimo que sufres en este momento, lo he visto ya varias veces en mi mujer, sufrida opositora y engañada varias veces por la Junta y, lo que es más triste, muchas más por los sindicatos.
Si te sirve de cierto consuelo, y más en la época en la que estamos, tú te vuelves a un día a día después de esta época de ilusión ... pero los hay que de un día para otro pasan de tener un objetivo, que no consiguen, a la nada más absoluta. Hay muchos que después de una oposición se levantan una mañana, ven sus notas ... han suspendido ... y ahí se les acaba buena parte de su mundo. Mañana no tienen nada que hacer ...
No quiero que lo entiendas como un reproche, sino como un pequeño consuelo, triste consuelo, porque los hay en peor situación ...
De todas formas, Manolo, el tiempo suele ser justo con las valías de cada uno ... puede tardar pero la justicia existe.
Un saludo.
Quiterio.
Te entiendo perfectamente porque he tenido esa sensación cinco veces. La primera vez me sirvió para despertar a la vida, hasta ese momento todo me había sonreído. Fue allá por el 93, el último año de un acuerdo que los sindicatos habían firmado con la Junta para darle ventaja al profesorado interino, ni con un diez en los exámenes hubiera obtenido plaza, pasé la encerrona, entré en bolsa y en enero estaba trabajando y ya no paré. Si lo tienes claro no dejes de llamar a la puerta, tarde o temprano entrarás, eso sí prepárate para conocer geografía andaluza, he pasado por quince centros en cuatro provincias y a los diez años se produjo el milagro de repetir casillero un año y otro y otro y ya se verá. No prentendo consolarte sino presentarte una realidad común a la mayoría del personal que trabajamos en Educación, es un camino que hay que recorrer cuyos kilómetros varían dependiendo de yo qué sé. Ánimo, suerte y disfruta de lo que tienes.
Amigo Manolo, no veas el vaso "medio vacío" piensa que esto es otro "tropezón" que no fracaso, entiendo que el sacrificio que has hecho ha sido duro, que las condiciones ventajosas de los interinos han generado la desventaja en tí, pero a ciencia cierta que en un futuro lo conseguirás.
Ahora te toca el merecido descanso, un poco de distracción, pensar en esa criatura que tu esposa lleva en su interior y "tirar p'alante".
Ánimo
Un abrazo.
Alguien que me quiere mucho me dice siempre que «cuando se cierra una puerta se abre otra». A mi no me suele convencer porque cuando me lo dicen coincide con que estoy bastante encabronado. Pero creo que tiene parte de razón.
Aunque en realidad pienso que no es que se abra una puerta, sino que son muchas las que hay abiertas pero no les prestamos atención porque estamos demasiado pendientes y preocupados de que no se nos cierre la que tenemos delante y consideramos la principal.
Amigo Manolo, mira a tu alrededor. Sólo tienes que cruzar, recordando además todo lo que tienes a tu alrededor, que es mucho. Y como dijo el poeta: «hoy puede ser un gran día, duro con él».
Un beso.
Hola Manolo, siento mucho que no lo hayas conseguido este año, pero tengo el convencimiento que los méritos terminan por premiarse. No pienses en este suspenso como en un fracaso, piensa que es un paso más hacia el éxito
Un saludo y ánimo
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