miércoles, 30 de julio de 2008

UN TONTO Y DOS BOMBILLAS



Es que cada vez me lo explico menos: ¿cómo hemos podido los españoles vivir sin él desde los tiempos de don Pelayo? ¡Qué ideas! ¡Qué ingenio! ¡Qué capacidad política! ¡Qué visión de futuro! El que este país no haya tenido un Miguel Sebastián en cada generación política explica los grandes males padecidos. Tanto debatir escritores y filósofos sobre los males de la patria, tanto “me duele España” y tantas revoluciones y guerras, monarquías y repúblicas y golpes de estado, tantos federalistas y centralistas, tanto vaina y tanto digno en nuestra historia intentando, cada uno a su modo, convertirnos en un país simplemente civilizado, y resulta que la explicación es más sencilla que todo eso: nuestra gran carencia de siglos ha sido la de no tener un Miguel Sebastián cada quince años y por el simple hecho de nombrarlo ministro, ZP debería tener una calle dedicada en cada pueblo.

Se preguntarán algunos que a cuento de qué viene todo este panegírico del Ministro de Industria. Muy fácil: ¿recuerdan ustedes como hace un mes el citado sujeto nos clavó la navaja en los riñones y comenzó a atracarnos, sin fecha de caducidad, a favor de las eléctricas? ¿Recuerdan ustedes como el Ministro feliz le dio un subidón al recibo de la luz y cómo acabó con la tarifa nocturna, pasándose por el arco del triunfo los contratos legales de millones de familias españolas? (Bueno, si no lo recuerdan no se agobien, que el próximo recibo de la luz volverá a traer a la santa madre del Ministro a la punta de sus lenguas.) Pues ese mismo Ministro que ejerció de “Tempranillo” o de Robin Hood, pero en este caso a favor de los ricos, ahora quiere compensar sus felonías y promete regalarnos un par de bombillas de bajo consumo. Ea, esa es su feliz idea: dos bombillas para cada familia española. Cuatrocientos euros, un cinturón con treinta agujeros para apretárnoslo bien, una taza de paciencia y optimismo… y dos bombillas: hay crisis, pero ZP tira la casa por la ventana.

Los hay que son tontos a tiempo completo, que parece ser la manera más fácil de llegar a ser ministro. Pero lo de Miguel Sebastián es distinto: necesitaría días de 50 horas para poder desplegar toda su simpleza, tan tonto es. Si no fuese porque aplaude el robo de las eléctricas, hasta podría darnos pena este personajillo que es ministro como recompensa por su éxito electoral en Madrid. O como premio por ser el más capullo de su clase.

P.D. Prometo a los visitantes de este Cuaderno que nunca más volverán a ver por aquí una foto de este personaje. Hoy era obligatorio, pero ya no se repetirá. Palabra.

3 comentarios:

El Hermano Montgolfier dijo...

El otro día, bueno hace unas tres semanas), recibí una carta de la oficina del Defensor del Pueblo en la que me comunicaban que admitían a trámite mi queja (y la de mi mujer, que enviamos dos, una por cada uno).
Supongo que si es así, esto debe finalizar con alguna respuesta. Esperemos que favorable a los reclamantes, aunque viendo como está el patio, tengo mis dudas.

Un saludo (y dos bombillas)

Manuel Madrid Delgado dijo...

Si tenemos en cuenta que en el caso de la colza nadie ha ido a la cárcel ni aquí ha pasado nada y hubo mil y pico muertos, aquí que lo único que han hecho es atracarnos tampoco pasará nada. Yo mandé la queja al Defensor del Pueblo (también he recibido ya la carta correspondiente) porque me niego a que esta clase política me quite lo único que nos va quedando, que es el derecho al pataleo.
Otro saludo (y otras dos bombillas)

Anónimo dijo...

Estos chicos se han creído que están por encima del bien y del mal y que son unos iluminados.No pensarán que les vamos a dar las gracias por este gesto tan humillante.Enfin...