Desde 1939 la sociedad española ha carecido de resortes civiles y de impulsos políticos. La dictadura de Franco potenció la desmovilización social: se vendió la política como algo perverso y se le dijo a los españoles que tenían que confiar en lo que hacían los vencedores de “la cruzada”. A finales del franquismo, sin embargo, los españoles comenzaron a bullir en movimientos que cuestionaban los pobres argumentos del régimen y aspiraban a construir una sociedad según los parámetros occidentales. El surgimiento de las asociaciones de vecinos, las Comisiones Obreras, las protestas juveniles o los movimientos cristianos de base, permitió crear una precaria red sobre la que se sustentó la sociedad civil que hizo posible la Transición democrática. Sin embargo, los partidos políticos no tardaron en apropiarse de aquellas aspiraciones de la sociedad civil, secuestrando y fosilizando el impulso cívico que había cuajado en las postrimerías del franquismo y aplicando a rajatabla la máxima sobre la que la dictadura se había sustentado: la política es algo que tiene que dejarse en manos de los políticos, porque ensucia.
Y claro, esa sociedad inmaculada políticamente se convirtió en una sociedad sin pulso, agonizante, capaz de soportar la corrupción, la dilapidación de los fondos públicos y la vulneración sistemática de las reglas básicas de la democracia. Los partidos políticos asaltaron todos espacios que debían haberse reservado a la sociedad civil: y acabaron sometiendo a sus intereses al poder judicial y al legislativo, a los sindicatos y a los empresarios, a la inmensa mayoría del tejido asociativo del país. La subvención y la prebenda corrompieron el tejido cívico español hasta dejarlo en completa postración, lo que facilitó que durante los gobiernos de Aznar se pudiera construir un sistema productivo basado exclusivamente en la construcción, que es lo que en última instancia nos ha llevado a la ruina y lo que ha provocado que millares de jóvenes se encuentren ahora sin formación y sin empleo, arrojados al no futuro de una crisis agravada por la incompetencia del gobierno Zapatero.
Desde aquel resurgir civil de una sociedad que aspiraba a superar el franquismo hasta la atonía del momento actual, nuestro pueblo ha recorrido un camino oscilante entre la esperanza inicial y la indignación de hoy. Pero cuando parecía que la estrategia del tirano, continuada con el debido barniz por los partidos que heredaron el poder político del Movimiento Nacional, había dado sus frutos y el pueblo español carecía de cualquier resorte moral que le permitiría oponerse a la permanente manipulación, hete aquí que un grupo de hombres y de mujeres de todas las clases, todas las edades, todas las creencias, juntan su rabia y su esperanza y alumbran una oportunidad nueva para (re)construir lo necesario. Lo urgente.
Se nos dice que es necesario asumir el dolor social generado por la crisis, porque no hay alternativa. Pero el movimiento de los indignados españoles postula una salida: cuando los ciudadanos ocupen la política y se ocupen de la política, que es el arte de lo posible, se podrá escribir la historia del modo de lo humano y lo democrático, porque la libertad es incompatible con la necesidad. Para Leszek Kolakowski la esperanza contiene la experiencia de la fragilidad y de la carencia, pero también la confianza en que serán remediadas. En realidad, todo lo que está sucediendo en España trata de eso: inesperadamente los españoles hemos descubierto la fragilidad de nuestra vida cotidiana, asaltada por los poderosos, y todo aquello de lo que carecemos. Pero hemos descubierto también la confianza de que podemos remediar tanto desmán. Ahora que una tímida esperanza ha vuelto a habitar entre nosotros, no podemos dejar que otra vez la maten los políticos. Porque pese a todo y pese a tantos, algo se mueve. Algo se ha movido ya.
(IDEAL, 2 de junio de 2011)
3 comentarios:
Lo triste de todo Manolo, es que los políticos actuales terminarán durmiendo a las masas, sacarán su flauta mágica para hipnotizar a las cobras y terminarán haciendo lo que le interesa, que no es ni más ni menos que dar una palmadita por el ruido causado y a seguir con la rutina.
Un Saludo
Con esa esperanza vivo, con la de que estemos despertando. En realidad muchos hemos estado siempre despiertos, pero nos hemos encontrado solos.Tengo dos hijos y no quiero que crezcan en la desesperanza.
No obstante nos queda mucho camino por recorrer y mucha gente a la que convencer. Ayer, por ejemplo, comentaba con mis compañeros de trabajo una más de las corruptelas de la Junta de Andalucía: han salido los tribunales de oposiciones y resulta sorprendente que los presidentes repitan, convocatoria tras convocatoria. Son amigos del hijo del amo, "paniaguaos del poder", comisarios políticos de la Junta, copada no por los más capaces, sino por los más socialistas. Yo comentaba esto indignado y diciendo a mis compañeros que algo teníamos que hacer para denunciarlo. Ellos se encogían de hombros resignadamente. Actitudes así son las que hay que desterrar. No podemos dejar que nos gobiernem políticos corruptos en su mayoría.
Saludos y enhorabuena por la entrada del blog.
Manolo me ha encantado el artículo de hoy. Me parece que recoges, perfectamente, el espíritu de este movimiento, el despertar de la sociedad de una manera emotiva y emocionante.
Me quedo con la frase: cuando "los ciudadanos ocupen la política y SE ocupen de la política, que es el arte de lo posible.
Saludos,
Ángel Madrid.
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