viernes, 24 de junio de 2011

SAN JUAN Y LA FELICIDAD




Cómo me lavan el alma los recuerdos de este día. Qué grande el 24 de junio en el fondo de mi corazón, cómo me ensancha, me estira, cómo me acrecienta y me descubre lo fácil que es ser feliz cuando se posee lo básico para la felicidad: el gallo del amanecer y los vencejos de la mañana, una alberca de piedra y de cal que se llena con agua del pozo, un corral regado cada tarde, un puñado de libros de la Biblioteca Pública, un árbol que te acoja y te cobije, la certeza de no tener prisa, la pereza, la risa, la sandía y el melón, las dos horas de la digestión antes de poder bañarte, la siesta, el silencio, los murciélagos del atardecer y los grillos de la noche, las vecinas sentadas en la puerta y los niños jugando en la calle, los domingos en El Sotillo buscando ranas en la acequia de esa fuente de tres caños de agua fría o jugando con la perra de caza que tenía Miguel Lope o imaginando historias de caballeros detrás de las almenas de ese palacio perdido entre olivares... San Juan, siempre, al fondo del pasillo de la felicidad.

1 comentario:

Miguel Pasquau dijo...

Ego te absolvo, Manolo, en nombre del dios verano...