martes, 31 de mayo de 2011

LAS LÁGRIMAS DE LOS INOCENTES





25 de diciembre de 1939. Dos hermanos (uno de aproximadamente 11 ó 12 años, el otro de 6 ó 7), hijos de una familia pobre, recluidos por su padre, que no puede alimentarlos, en el orfanato y reformatorio de San Judas, en Irlanda, regentado por sacerdotes católicos, rompen una de las normas del centro. Salen al patio y se abrazan por encima de un muro de hormigón. Mañana del día de Navidad de 1939: esos dos niños, que han roto la norma, la absurda norma, son azotados como esclavos, casi desnudos, sobre el frío y mojado piso de cemento del reformatorio, por el hermano John. Con una correa, en las espaldas, hasta desollarlos. Sin conmoverse por sus lágrimas y sus gritos y por la sangre. Delante de todos los otros niños. Delante de otros sacerdotes que guardan silencio y asisten a la tortura impasibles. Sólo William Franklin (laico, profesor de literatura, antiguo combatiente de las Brigadas Internacionales, en la guerra española, que moriría el 6 de junio de 1944 en el Desembarco de Normandía) es capaz de frenar la infamia de la paliza que se está propinando a dos niños absolutamente humillados e indefensos.

Y la anterior no es ni siquiera la más dura, la más desoladora de las imágenes que anoche pude ver en Los niños de San Judas, una durísima película de Aisling Walsh que denuncia los abusos generalizados a los que miles de niños irlandeses fueron sometidos en centros (orfanatos, reformatorios, colegios, internados, parroquias) de la Iglesia Católica desde la década de 1930 y hasta su cierre por el gobierno en la década de 1990. En los últimos años, el informe del juez Sean Ryan, de la Corte Suprema irlandesa, ha puesto de manifiesto la magnitud del crimen, su institucionalización y su consentimiento tanto por las autoridades civiles (recordemos que Irlanda es un estado confesional, en el que la Iglesia goza de extraordinario poder sobre la vida colectiva) como, por supuesto, por las eclesiásticas. Por desgracia, y como era de esperar, ninguno de los criminales, de sus cómplices y de sus encubridores, ha acabado en la cárcel, y el asunto ha sido despachado por la Iglesia irlandesa con una petición de perdón, como si fuera posible el perdón, como si fuera suficiente con pedirlo, cuando el crimen es de tal magnitud.

Esta película está inspirada en una novela autobiográfica (Canción para un niño pobre) del poeta irlandés Patrick Galvin, fallecido hace unos días, y que pasó parte de su infancia en uno de esos centros católicos de internamiento y tortura; es imposible verla sin sentir como dentro de nosotros crece una marea de indignación, de repugnancia. ¿Qué alma tenían quienes sabían lo que estaba pasando y no lo evitaban? ¿Qué alma tenían los que sabían que se violaba a los niños y no ponían freno a los abusos? ¿Cómo podían comulgar los que presenciaban, y amparaban con su actitud, las palizas brutales, el trato inhumano, al que se sometía a los niños y no hacían nada para evitarlo y no lo denunciaban? Lo que más repugna es precisamente la complicidad y la comprensión hacia los criminales: los sacerdotes que nunca frenan las humillaciones y la violencia desatada contra los niños por el hermano John, son los mismos que al final de la película (cuando el criminal ha asesinado de una paliza a un niño llamado Liam Mercier) paran y sujetan a Franklin cuando éste, tras llevar en sus brazos el cadáver ensangrentado del niño, da rienda suelta a su rabia y quiere matar a puñetazos y patadas al asesino padre John, que además era encubridor de un cura que violaba a los niños. Viendo anoche esta película en La 2 de TVE era eso lo que más me repugnaba, esa compasión con el torturador y asesino que no habían tenido nunca con sus víctimas completamente indefensas, ese ocultar el crimen que practica el obispo cuando en lugar de denunciar y perseguir a los criminales simplemente los traslada para que vivan plácidamente hasta el fin de sus días, no sabemos si torturando a otros niños, porque esa parte de la historia real no nos es contada.

Cuando se trata del dolor, del sufrimiento de los niños, no hay, no puede haber medias tintas, ni componendas. Justificar, comprender, “reinsertar”, esconder, perdonar, a quienes violan el recinto sagrado que es el cuerpo y la felicidad y la dignidad de un niño lo convierte a uno en cómplice de un crimen para el que hasta el mismo Cristo pidió la pena más alta. Los crímenes contra los niños son crímenes que no prescriben, que perduran por toda la eternidad, que exigen una reforma penal en la dirección de la justicia sin segundas intenciones. Porque quien mata a un niño mata a la humanidad entera, porque quien viola a un niño viola a la humanidad entera, porque quien tortura a un niño tortura a la humanidad entera. Y porque quien justifica y perdona a estos criminales justifica y perdona todos los crímenes de la historia. Porque el más alto gesto de la humanidad es el de vengar las lágrimas de los inocentes.

26 comentarios:

Miguel Pasquau dijo...

No hay crimen que no pueda ser perdonado. Lo que tenemos que pensar es qué significa "perdonar". El encubrimiento y la condescendencia no son "perdón", sino complicidad. Lo primero imprescindible para el perdón es el enjuiciamiento; y después, la asunción de la culpa. Sólo entonces puede brotar un arrepentimiento que permita considerar justo al perdón.

Manuel Madrid Delgado dijo...

Lo siento, Miguel. Sí hay crímenes que no pueden perdonarse. Hay crímenes, que por su magnitud moral, escapan moralmente al principio del perdón so pena de que al hacerlo se perpetúe eternamente la vulneración de la dignidad de las víctimas. ¿Son perdonables los crímenes del Holocausto? ¿No hieren de manera tan profunda, tan definitiva, la humanidad del ser humano que sus ejecutores no pueden ser perdonados? ¿Es perdonable el crimen de Mladic, puede ampararse en la edad o en la salud para escapar a una justicia que para serlo tiene que ser implacable, sin lugar a la piedad? Por el mismo motivo, y porque un crimen para ser cualitativamente imperdonable no tiene que fundarse sobre un montón de cadáveres incontables sino sobre la vulneración de un bien absolutamente inviolable, como es la infancia, los crímenes contra los niños me parecen imperdonables. En ellos concurren elementos que si se justifican con el perdón pervierten todo concepto de justicia: la gratuidad del crimen, la falta de compasión, la crueldad extrema, la indiferencia ante las súplicas y las lágrimas y el grito de los niños... todo ello determina un delito tan cualificado que intentar justificarlo nos convierte en cómplices, si quiera morales, si quiera legales, de quienes los hacen.
En última instancia el perdón es un concepto religioso. Aunque la familia de alguien a quien han asesinado lo perdone, no por ello el Estado dejará de juzgarlo. En la religión es posible el perdón sin el previo pago de la pena, en la ley civil no, y está bien que sea así. Ocurre pues que la ley civil, no el precepto religioso, es el que tiene que abordar el conflicto de grado sumo que supone la colisión entre los derechos del que atenta contra los niños y los propios niños, y buscar una salida jurídica acorde a la magnitud del crimen. Postular, de entrada y como principio, el precepto del perdón o de la reinserción para quienes han violentado lo único realmente “sagrado” que existe me parece una falta de respeto a las víctimas, a los niños.
Saludos.

ftz dijo...

Porque el más alto gesto de la humanidad es el de vengar las lágrimas de los inocentes. Así terminas tu comentario. Estoy totalmente de acuerdo con todo el comentario, pero este final me supera.
Pienso que se puede perdonar siempre. Y quizás deberíamos pensar en el significado del perdón. En esto estoy con Miguel de Esponera. Pero el perdón no tiene porque ser justo.
Perdón significa que aquello que ha sido perdonado está olvidado, ha dejado de existir, y por lo tanto no se vuelve a hablar de ello. Es una prueba de generosidad.
La dificultad estriba en compaginar perdón y justicia. Perdón y justicia para los culpables del delito. Perdón y justicia para los encubridores. y también justicia para los inocentes. Todos los inocentes.
Y para los cristianos, la utopía de Jesús está en el perdón. Perdón sin límites, hasta 70 veces 7. Por eso resulta más duro que sean cristianos los que incurren en ese tipo de delito.

Un saludo

enka dijo...

increible la pelicula, me supera de lo que es capaz el retorcido cerebro del ser humano , como madre llore con rabia la pelicula . porque amo la ternura de un niño y no puedo con los temas relacionados con su sufrimiento.No se como pudieron existir esos lugares . desde luego una buena madre no abandona a un hijo a su suerte , antes se echa a la calle si es precisa para alimentarlo.

Manuel Madrid Delgado dijo...

El perdón, que es un concepto eminentemente religioso, y ligado a la religión cristiana, ¿es asumible en todos los supuestos de la ley civil y de la vida laica? ¿El precepto religioso del perdón tiene necesariamente que inspirar todo el ordenamiento jurídico de los sistemas políticos inspirados en la Declaración de Derechos Humanos? Es esa la cuestión, ¿no? Sinceramente creo que no. Legislar es ofrecer salidas a conflictos de derechos e intereses: por eso me parecía correcta la anterior legislación del aborto, porque reconocía el choque frontal entre dos bienes jurídicos protegibles y ofrecía una salida, a diferencia de la actual legislación, que anula la protección de uno de los bienes, al menos temporalmente. Ese corpus jurídico, eminentemente civil y democrático, privado de sustantividad religiosa, ¿por qué no es lícito que informe el derecho penal? ¿No es una atrocidad moral postular, de entrada, la reinserción del delincuente, de cualquier delincuente, de cualquier criminal, como fin último del sistema penal? ¿Y las víctimas y sus derechos y su dignidad humillada dónde quedan? Para todas estas preguntas no cabe la respuesta religiosa del perdón, sino la respuesta civil, contradictoria, de la resolución problemática del conflicto: no es lo mismo postular como fin del sistema penal la reinserción del que da un tirón de un bolso que del sujeto que, en las Baleares, ha violado a sus hijos de muy pocos años, los ha prostituido y ha vendido las violaciones y abusos por internet. Lo primero, es un gesto de humanidad; lo segundo, un crimen moral de lesa humanidad. Desde el punto de vista religioso, sin duda que los dos pueden ser objeto del perdón, pero trasladar ese ámbito íntimo, de creencia particular, al código penal y a la legislación que necesariamente no es religiosa, supone generar un agravio para las víctimas. Individualmente los padres que han visto como sus hijos han sido violados, o las personas que padecieron abusos y maltratos de niños, pueden perdonar si quieren, si sus creencias religiosas así se lo dictan, pero socialmente esos crímenes no pueden regirse por el parámetro religioso individual sino por el tratamiento del conflicto (y del daño inmenso, incalculable) que generan. Por desgracia, me temo que el hecho de que los niños sean socialmente invisibles (no pueden contar su sufrimiento en un blog, ni en la prensa, difícilmente pueden superar el estado de terror al que son sometidos, difícilmente pueden llegar a un juzgado) impide una legislación específica, aparte, para su sufrimiento.
Y por si seguís empeñados en el tema del perdón religioso dentro del ámbito de la ley civil os recuerdo las propias palabras que Cristo dedicó a quienes atentaran contra los niños:
MARCOS 9:42. Cualquiera que sea ocasión de pecada para uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar.
MATEO 18:6. Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.
LUCAS 17:2. Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.
Creo que son muy clarificadoras sobre los propios límites del perdón y sobre en qué punto el perdón se convierte en ofensa.

ftz dijo...

Sigo estando de acuerdo con tu respuesta, pero permíteme añadir un par de cosas que quizás no quedaron claras en mi comentario anterior.
El perdón es individual, queda entre los "protagonistas"del suceso. Los demás no podemos entrar. Por eso decía yo que el perdón no tiene porque ser justo. La justicia debe seguir su camino y aplicar la legislación vigente. Un plano no quita valor al otro. No son incompatibles. Y tampoco tienen que complementarse.

Un saludo

Un saludo

S. Jiménez dijo...

¿Perdón?... que palabra tan bonita y a la vez tan complicada, desde luego que muy difícil resultará "perdonar" a personas que hayan vivido algo tan despreciable en sus vidas como lo que pudimos ver en la película. Totalmente de acuerdo contigo Manolo, hay casos en que no se puede "perdonar", y creo que aun siendo buen cristiano si hay que tener un limite, al menos es lo que pienso.
Saludos

Miguel Pasquau dijo...

El tema es interesante y complejo. Quizás la clave está en explicar qué entendemos por "perdón" en el ámbito de la legislación: desde luego no me refiero a clemencia del juez, ni a amnistía ni a prescripción de los delitos. Tampoco tiene nada que ver con "justificar" el crimen, porque si estuviese justificado no habría perdón, sino absolución, que no es lo mismo. Verás cómo podemos ponernos de acuerdo si me explico un poco mejor.

La intuición de que el perdón es la forma más alta de justicia no viene de la debilidad ni de la complacencia, ni tampoco de un acarreo sin más de los conceptos religiosos a las leyes civiles y penales: es una consideración que de hecho tiene una larga tradición en nuestra cultura penal, aunque se esté olvidando.

Fíjate que en la premisa estamos de acuerdo: es una exigencia moral insoslayable la de juzgar y condenar los crímenes: en el primer comentario ya dije que lo primero imprescindible para el perdón es el enjuiciamiento. El juicio que concluye en sentencia, como expresión de la respuesta de la sociedad frente al hecho del delincuente: la condena.

Camus, en "La caída" (una novela muy poco conocida pero buenísima) pone en boca del protagonista que lo que más teme es el juicio, no el cumplimiento de la pena. Las víctimas, la sociedad y el mismo Estado tienen derecho a la condena, y ahí no entra la "piedad". Creo que es a eso a lo que te refieres.

El momento y el sentido civil del perdón es otro.

Yo entiendo que desde el mismo momento de la condena el delincuente habría de divisar la perspectiva de un perdón "alcanzable", por remoto que sea. No para hacer ligera la prisión, sino para embadurnarse de arrepentimiento. El tema requeriría más profundidad, Manolo, pero para mí lo que despectivamente se llama "reinserción" no es (no debería ser) hacer unos cursetes y ordenar libros en la biblioteca de la cárcel, sino conseguir el arrepentimiento verdadero del delincuente. Sólo entonces es justo el perdón, porque no supondría agresión a la dignidad de las víctimas ni deterioro de los bienes morales protegidos con las leyes penales. Desde este punto de vista, sigo teniendo claro que NADA escapa moralmente al principio del perdón y que no hay crimen que no pueda ser perdonado, al margen de consideraciones religiosas o individualistas.

El problema es concretar esto en una legislación penitenciaria y organizarlo en el día a día,(beneficios penitenciarios, cumplimiento íntegro de las penas, etc.) sin caer en rutinas automáticas y protocolos que acaban alejándose de la dimensión personal de cada condenado. Pero el principio sí está claro: el condenado (incluso el condenado por un Holocausto) tiene derecho a aspirar a una rehabilitación moral. Alguien dijo que la mayor injusticia de la pena de muerte es que priva al delincuente de la oportunidad de arrepentirse. La mayor injusticia de la cadena perpetua, añado yo, es la negación al delincuente de toda dimensión moral, porque su actitud, su comportamiento, su comprensión de su conducta son irrelevantes.

Saludos.

Manuel Madrid Delgado dijo...

Efectivamente Miguel podríamos llegar a un acuerdo. Pero veo dos escollos difíciles de sortear.
Primero. Me parece que tú focalizas en demasía sobre el que delinque, y a mi me parece que donde la ley tiene que poner el foco es sobre la víctima, de manera mucho más intensa cuando la víctima es un niño. Sin duda, en la teoría un sistema que pudiera buscar el arrepentimiento del que ha cometido un crimen sería un sistema deseable. Pero ¿y la víctima? ¿Dónde quedan en todo este entramado los sentimientos, los derechos, la dignidad de la víctima? ¿No es moralmente más importante resarcir esos derechos, ayudar a que cicatrice la herida abierta en la dignidad de la víctima? No sé, pero pienso en los niños maltratados o violados y sigo creyendo que es tanto, tan inmenso, tan devastador el daño que se les causa, que no convertirlos en centro casi exclusivo del problema es faltarles el respeto. Los que hemos tenido infancias felices deberíamos hacer un ejercicio de empatía con los niños a los que se les ha robado ese único paraíso, y ese ejercicio debería trasladarse a la legislación, que debe dar primacía a lo importante.
Segundo. La cuestión del perdón en sí misma remite a una laxitud preocupante. ¿Cuándo puede ser perdonado el que ha cometido un crimen contra un niño y cuál es la extensión del perdón? La Iglesia, por ejemplo, ha perdonado (y ha encubierto y protegido, hasta el punto de que hay algunas diócesis, como la de Chicago, que se han arruinado en la defensa de los criminales) de manera inmediata a los sacerdotes que han cometido esos crímenes contra los niños, sin sentirse obligada a ponerlos a disposición de la justicia y sin sentir como un imperativo moral el colaborar con la justicia para que paguen por sus crímenes. ¿Por qué ese perdón es de una categoría inferior al que tú postulas? ¿Quién pone el límite al perdón y quién pone el límite del perdón? No sé, pero me parece que también aquí la víctima tiene que convertirse en el centro de la reflexión: ¿es moralmente lícito perdonar cuando el daño es tan grande? ¿El perdón (y su protección, y su encubrimiento, y su defensa, y su justificación, y la construcción de un entramado para ampararlos aún a riesgo de que siguieran haciendo daño a otros niños en otros lugares) de quienes han violado o maltratado a los niños no es una ofensa al mismo Dios y una perversión profunda del sentido evangélico del perdón? Vuelvo a remitirme a las tajantes palabras de Cristo sobre quien peca contra la infancia.
Saludos.

Miguel Pasquau dijo...

Me encanta tratar de estas cosas en el (alto) nivel que tú propones. Esto es pura dialéctica, y la dialéctica es el mejor modo de irse acercando a la verdad (que nunca es una estación termini, es siempre un horizonte).

1) Las víctimas: Es cierto que en ciertos momentos se ha descuidado legal y políticamente la proteccion de la víctima (quien ya ha sido perjudicado por un delito). Pero ojo con situarlos en el centro de la decisión. Muchas víctimas desearían pena de muerte para el asesino de sus hijos, y sin embargo estamos convencidos de que tenemos que privarles de esa "restitución", por grave que sea el delito. El criterio inspirador del castigo penal no puede ser sin más la compensación moral de la víctima: constitucionalmente nos hemos puesto límites en nuestro poder de castigar, y eso es imprescindible. No es la madre de la niña violada quien debe decidir qué hacemos con el violador. El problema, pues, está en cuáles han de ser esos límites. Y yo creo que uno de esos límites es que la condena penal no puede comportar una total y absoluta inhabilitación del condenado como persona (en su dimensión moral). Mi hijo podría ser mañana un delincuente, y entonces yo sabré que mi hijo tiene derecho a una segunda oportunidad, porque no puedo dejar de concebirlo como una persona. Por otra parte, el arrepentimiento real del delincuente es, con mucho, la mejor satisfacción para la víctima, muy superior desde luego a la venganza (por comprensible que ésta sea): es lo que realmente ayuda a que "cicatrice la herida de la víctima". De ese burro no me apeo.

La segunda parte de lo que objetas es incontestable. Pero insisto en que no es ese perdón-encubrimiento al que yo me refiero. La actitud, por ejemplo, de la Iglesia frente a la pederastia ha sido cobarde: no ha buscado el perdón, sino la impunidad y la ocultación, y eso es lo contrario del perdón. Insisto en que sin juicio y sin condena no hay perdón útil. Yo sólo hablo de perdón una vez que ya está en régimen penitenciario, es decir, después de haber sido condenado.

La principal debilidad de mi tesis es su indeterminación. El perdón es un acto moral, y eso, tienes razón, es difícilmente manejable por un EStado. Sin duda hay que discriminar entre unos delitos y otros, como ya hace la ley (para delitos pequeños, el delincuente primerizo tiene una segunda oportunidad, pues no cumple los meses de condena -hasta dos años- si no vuelve a delinquir). Pero también habrá que dar la oportunidad de distinguir entre quienes, DESPUÉS de haber delinquido, merezcan o no algún perdón.

¿Cómo llevar esto a la ley? La Ley General Penitenciaria está llena de recursos en esta línea. El problema es que el uso que se hace de los mismos presenta muchas desviaciones que pueden ser irritantes para las víctimas y para la sociedad. Contra tal irritación no tengo ningún argumento....

Gracias por tus provocaciones intelectuales, Manolo.

Fernando Gámez. dijo...

Como te considero una persona muy culta y bien informada, desearía me sacaras de una duda ( y a otras personas que te seguimos, aunque a veces no estemos de acuerdo contigo y bastantes de tus planteamientos). La duda es: ¿Estás seguro de que los hechos a los que aludes en el orfanato irlandés de S. Judas los protagonizaron los SALESIANOS?
Desde hace unos días estoy investigando y recabando opiniones de personas muy allegadas a ellos- como sabes yo soy también- y aún nadie me ha confirmado tal extremo.
Sí hay una película de Almodóvar ( creo que titulada "La mala educación" en la que los religiosos a los que alude son los Salesianos -el mismo Almódovar fue aspirante en un seminario menor salesiano, y de ahí su conocimiento de estos religiosos, pero sólo en lo "malo", en lo mucho bueno que tienen silencia más las cosas-; ¿es posible que hayas confundido los religiosos de una y otra película? Pregunto, no afirmo.
Seguiré investigando sobre el tema del internado u orfanato de San Judas hasta llegar a la verdad de quiénes fueron sus protagonistas,y a quiénes sean no pretendo justificar; pero tampoco que se aplique el dicho de "a río revuelto..."
Manolo, en Úbeda estamos muchas personas que debemos mucho a los SALESIANOS y nos duele que se les refiera en hechos nada edificantes y dolorosos y más con referencia a los niños,que son su razón vocacional y de vida.
Si mis investigaciones son negativas con respecto a la actuación de los Salesianos en Irlanda te lo haré saber, y espero rectifiques. Si no, yo mismo los acusaré también, sin dejar por ello de poner en esa balanza "otras muchas actuaciones" dignas de elogio y consideración que también realizan en todo el mundo.
Un abrazo.

felipe dijo...

No es frecuente poder participar en un blog con comentarios, enfoques e ideas distintas sin que te insulten y descalifiquen. Me ha gustado participar en este intercambio enriquecedor. Gracias.

¿Es posible perdonar? Yo pienso que si. Perdonar no es ignorar, ni consentir, sino confiar en el otro. Perdonar tampoco es absolver a un culpable, sino mirar en el otro el bien en lo más profundo de su mal. El que perdona no humilla, sino que se pone en el lugar del otro.

Sin duda, el que hizo daño algún día deberá pedir perdón a sus víctimas. Pero ¿habrá esperanza en este mundo mientras todos los heridos exijan de sus respectivos verdugos el arrepentimiento, la petición de perdón y la reparación como condición previa para el perdón?

Está claro que debe existir la justicia, está claro que debe existir el castigo. Está claro que debe ser equitativo. Está claro que no es fácil una legislación que lo facilite. Está claro que jueces, fiscales y abogados defensores lo verán – con ojos distintos- unos con los ojos de la víctima, otros con los del culpable. Pero no debemos olvidar que todos son, somos, humanos.

Como antes Confucio y Buda y Mahavira y como luego Rabbí Hillel y el Profeta Muhammad, Jesús dijo: “Trata al otro como querrías que el otro te tratara a ti si tú te encontraras en su misma situación”.

Si me permitid, unos versos de Pedro Casaldáliga, para terminar mi comentario
CAÍN


Lleva el destino a cuestas, con el saco,
muerto el amor y la tristeza viva.
Le escuece el alma en el mirar opaco.
Es una soledad a la deriva.

Ha cruzado la Isla, el Araguaia,
la sociedad, el tiempo, el mal. Rehúye
la luz del sol y el sueño de la playa.
Huye de todos, de sí mismo huye,

Condenado a vivir su vida muerta.
Si ha violado la ley, la paz presunta,
a él le hemos matado la paz cierta.

Quizás sea un Caín, pero es humano,
Y por él Dios, celoso, nos pregunta:
– Abel, Abel, ¿qué has hecho de tu hermano?


Pedro Casaldáliga


Un cordial saludo

ftz dijo...

El comentario encabezado como Felipe es mio, ftz. Un error al elegir la identidad ha sido el culpable, pido perdón.

Anónimo dijo...

Yo también vi la película y mi conclusión es que en el mismo momento en el que el director de ese guantánamo está diciéndole al profesor que deje de golpear al cura que ha asesinado al niño y le dice que ya basta por el amor de dios, cuando eso no se lo dijo nunca al cura mientras torturaba a los niños, en ese momento deberían haberle dado trescientos tiros a cada cura, que cobardes

Manuel Madrid Delgado dijo...

Antes que nada, Fernando, ya está suprimida la referencia a los salesianos. No es mi intención molestar a nadie.

Dicho esto, volvamos al meollo de la cuestión que plantean Miguel y ftz.

Miguel, no creo que sea un error (un error ético) situar a las víctimas en el centro del sistema penal. Lo que sería un error es hacerlo de manera exclusiva y excluyente y dinamitando las limitaciones sociales al castigo, que parecen necesarias, tal y como tu apuntas. En general coincido con tu planteamiento ético en este punto, y también estoy convencido de que la mayor victoria de la víctima es el arrepentimiento del criminal, porque el sentido de culpa y tener que vivir con él es una losa más pesada que la cárcel. Pero, ¿y cuando ese sentido de culpa no existe? ¿No tienen las víctimas derecho a sentirse burladas, ultrajadas? Pienso en los familiares de los asesinados por de Juana Chaos: ¿no debe dolernos la sensación de indefensión en la que han quedado, la burla que contra ellos ha cometido el sistema penal español? Pienso también en casos muy concretos para los que, por la excepcionalidad del dolor que causan, la norma debería recoger excepciones: el caso Marta del Castillo, por ejemplo. Sabemos que la construcción del duelo es necesaria, imprescindible, para aliviar el sufrimiento y curar el dolor de la pérdida; pero los criminales de este caso deliberadamente privan a los familiares del cadáver e impiden esa sanación, por lo que el dolor que causan permanece inalterable en el tiempo, se perpetúa. ¿Es lícito moralmente hablarle a esos padres desde una ley insensible que en quince años o veinte pondrá en la calle a quienes causaron un dolor que para entonces no habrá podido aún reconstruir su duelo y restañar la herida? Creo que entiendes lo que quiero decir, aunque no lo explique suficientemente bien. Evidentemente los padres de la niña violada no son quienes deben decidir lo que se hace con el violador, pero para mí también es evidente que la justicia tiene que evitar de manera fundamental que esos padres y, sobre todo esa niña, sientan que la consideración moral de los derechos de quien ha causado el mal ha resultado más importante a la hora de fijar la norma que la consideración moral de sus derechos, de su sufrimiento y de su dolor.
Me conmueve tu falta de argumentos contra la irritación que provoca la aplicación de la norma penitenciaria, que provoca en demasiadas ocasiones esa sensación de burla o de ultraje en las víctimas de que hablo más arriba. ¿Será que nuestras sociedades laicas y democráticas tienen que vivir con esa contradicción permanente que supone no poder satisfacer la totalidad del sufrimiento de las víctimas para poder salvaguardar la parte intocable de la humanidad del delincuente? No sé, reconozco que todo esto no es fácil...

Saludos.

Manuel Madrid Delgado dijo...

Ftz, me conmueve también ese perdón que propones, puramente generoso, puramente amor, puramente evangélico. Y me conmueve porque me parece muy difícil para los hombres de carne y hueso: ¿quién de nosotros tiene el corazón tan grande como para perdonar, para perdonar de verdad y no por realizar una pose, con la fuerza y la intensidad que tú propones en la línea del cristianismo? No sé, pero reitero que quizá el gran drama en este sentido de nuestras sociedades es conjugar los derechos de víctimas y verdugos, la noción de perdón y la noción de castigo. Antes de las revoluciones del siglo XVIII todo era más fácil: aunque los sistemas políticos eran oficialmente católicos, la noción de perdón era un algo vacío de contenido que no generaba apelaciones a la conciencia de los que gobernaban; la Inquisición es el paradigma de sistema penal de la época, donde la hipocresía permite solventar cualquier conflicto entre el mandamiento moral y la norma penal y donde se impone una durísima ley de castigo que vulnera todo atisbo de dignidad humana. Curiosamente, o no tan curiosamente, cuando el mundo se emancipa de los dioses y cuando la sociedad aspira a vivir regida por parámetros puramente humanos (ese es el fondo filosófico de las revoluciones burguesas, liberales, democráticas), surge un conflicto que no existía en las sociedades religiosas: las doctrinas laicas descubren que esa dignidad humana de la que hablaba la doctrina cristiana sin que eso tuviese traducciones prácticas, debe informar los nuevos ordenamientos jurídicos. Y al superar la norma divina que nunca rescató a nadie del horror de la tortura o de la hoguera, al humanizar esa norma, al secularizarla y democratizarla, surge el conflicto de nuestras sociedades: las víctimas que antes endosaban el perdón del criminal al Dios del juicio final se encuentran con que ahora tienen que conjugar la satisfacción de sus derechos y la satisfacción de los derechos terrenales (los únicos realmente existentes, realmente importantes) de quien le causó el daño. Apasionante tema, sin duda.

Saludos.

Fernando Gámez. dijo...

De acuerdo, Manolo; pero no rectifiques porque a alguien nos pueda molestar lo que escribes y de quiénes escribes y tú no desees molestar con la referencia que haces a los Salesianos, sino porque tal referencia no se ajusta a la verdad, ni a los datos que tú posees.
Después te enviaré el resultado de mis investigaciones sobre el caso y comprobarás que nunca se alude en ellas a que tales "desmanes y barbaridades" fueran cometidos por los Salesianos.
En el informe que poseo se habla de otras personas, a las que tampoco se les llama sacerdotes católicos.
En tu correo personal lo recibirás.
Un saludo.

Manuel Madrid Delgado dijo...

Rectifico, Fernando, porque aunque hay datos en la película que incitan a pensar que eran salesianos (un gran retrato de Don Bosco preside el despacho del director) no quería molestar. Pero de lo que no hay duda es de que eran sacerdotes católicos, con sus sotanas y todo. El Informe Ryan, que removió las entrañas de gran parte de la sociedad irlandesa, es clarísimo, demoledor, y no deja lugar a dudas ni a informes alternativos. Te entresaco algunos párrafos del artículo que para The Guardian escribió Henri Mc Donnals cuando se dio a conocer el contenido del Informe Ryan:
- “la violación, el maltrato y el acoso sexual eran endémicos en las escuelas de formación profesional y orfanatos gestionados por la Iglesia Católica irlandesa.”
- “los sacerdotes católicos y monjas aterrorizaron durante décadas a miles de niños y niñas en la República de Irlanda, mientras que los inspectores del gobierno no fueron capaces de detener las palizas, violaciones y humillaciones continuadas.”
- “Ante el descubrimiento de estos hechos, el nuevo arzobispo de Westminster, monseñor Vicente Nichols, se ha apresurado a decir que aquellos sacerdotes que participaron en el abuso sexual de niños han tenido un gran coraje al afrontar sus propias acciones. En una entrevista que se transmitirá esta noche en ITV News at Ten, dijo: "Pienso en aquellos miembros de órdenes religiosas y en algunos de los clérigos en Dublín que han de hacer frente a estos hechos de su pasado y que, por instinto, como es natural, preferirían no ver. Para eso se necesita coraje, y tampoco debemos olvidar que este informe eclipsará todo el bien que también hicieron."
- Sobrevivientes de Abuso Infantil en Irlanda (ISOCA), una organización creada para ayudar a las víctimas, ha condenado al recién nombrado jefe de la Iglesia Católica en Inglaterra y Gales por sus observaciones. "Lo que ha dicho el Arzobispo es una basura y eso usando un adjetivo muy amable. Creo que he oído este tipo de estupideces pronunciadas por los políticos irlandeses como Bertie Ahern, el ex primer ministro. Es la palabrería de quien no lleva la razón y que me deja frío . Lo que el Arzobispo de verdad tiene que hacer es analizar el carácter y la naturaleza de la gente de la que está hablando y preguntarse si son capaces de ser buenos" -dijo Patrick Walsh.
- "En algunas escuelas era una rutina las palizas ritualizadas. A la niñas se les sujetaban artilugios diseñados para maximizar el dolor y se les golpeaba en todas las partes del cuerpo", señala el informe. "La denigración personal y de sus familias estaba muy extendida."
- El informe llegó a la conclusión de que cuando las autoridades religiosas tuvieron que enfrentarse con la evidencia de los abusos sexuales optaron por trasladar a los culpables a otro lugar, donde, en muchos casos, eran libres de abusar de nuevo.
- La iglesia católica se ha enrocado ante el informe, que fue retrasado en repetidas ocasiones por demandas de la Iglesia, pérdida de documentación y presunta obstrucción del gobierno.
Ante esto reitero lo que vengo hablando con Miguel en los otros mensajes: ¡¡¡ESTAMOS HABLANDO DE NIÑOS!!! ¡¡¡SE MALTRATO, SE VIOLÓ Y SE HUMILLÓ A LOS NIÑOS, QUE NO PUEDEN DEFENDERSE!!! ¿CÓMO SE PUEDEN BUSCAR EXCUSAS FRENTE A ESTO, SALIDAS, ALTERNATIVAS? ¿Frente a la dimensión del drama de qué sirve que quienes lo hicieran fueran de una orden o de otra? Reitero que mi idea no era molestar a nadie, sino posicionarme clara, rotundamente, a favor de esas miles de víctimas inocentes.
Saludos.

Fernando Gámez. dijo...

El informe al que aludes y das algunas citas del mismo, es el que yo tengo y sobre el cual te he enviado un comentario. Y como ambos lo poseemos y coincidimos en rechazar,abominar y condenar a los/as abusadores de niños y niñas y yo no busco con mis intervenciones en tu blog excusas, ni salidas, ni alternativas para el asunto, deseo que añadas, para conocimiento de tus seguidores estos otros párrafos del mismo,para que nuestra indignación caiga sobre TODOS los culpables:

"El informe, de unas 2.500 páginas, es un catálogo de "abusos sexuales crónicos" y de maltratos físicos y emocionales inflingidos "sobre miles de menores desfavorecidos, abandonados y olvidados tanto por religiosos como por PERSONAL LAICO".
Y más adelante dice: "El abuso sexual de chicos era endémico en las ESCUELAS,mientras que en las chicas, las menores eran objeto de actitudes depredadoras por parte de TRABAJADORES VARONES, VISITANTES O CUANDO SALÍAN AL EXTERIOR para realizar alguna tarea".
El Ministerio de Educación irlandés, sus responsables (que eran naturalmente POLÍTICOS)actuó en connivencia con los religiosos para mantener la cultura del silencio imperante...Las autoridades educativas irlandesas optaban por ignorar las acusaciones de abusos sexuales y nunca presentaron estas quejas ante la policía irlandesa.

Bien, ¿qué aportan estas nuevas citas? Pues que el sagaz lector haga sus deducciones y estando bien informado tome posturas. La mía es que como la naturaleza humana (padres, políticos, religiosos, educadores...¡hombres y mujeres en general!) es débil, está viciada, tanto unos como otros-laicos y religiosos- tenemos mucho, pero que mucho de qué arrepentirnos y de qué corregirnos.
Con el amor, la comprensión, la tolerancia, el perdón y la JUSTICIA, entenderemos mejor las cosas.
Un abrazo y ya me retiro de los comentarios.

Emigrante dijo...

Cuando D. Fernando Gámez me dió clase de Lengua en mis queridos salesianos nos decía que había que expresar las ideas de forma clara y concisa.
Veo que aquí se piensa que es mejor soltar una parrafada de dos folios para así hacer creer que cantidad es sinónimo de calidad y que es imposible rebatir un argumento de dos folios a dos caras.
Sobre los desmanes y virtudes de la iglesia, ya se ha dicho casi de todo. Desde nuestro paisano Joaquín Sabina refiriendo en TV las palizas que recibió, hasta las películas de "ciencia ficción" del cine español.
De todo hay en la vida del Señor. Hay sacerdotes buenos y malos, fontaneros buenos y malos, toreros buenos y malos, profesores buenos y malos, arquitectos buenos y malos, etc. Pero confundir el todo con una parte y generalizar me parece, cuanto menos, una frivolidad.
Como decía Don Bosco, "A los niños se hace mucho bien tratándolos siempre con amabilidad. Hay que amarlos y estimarlos a todos por igual, aunque alguna que otra vez no lo merezcan".
Si una persona hace lo contrario de lo que predicaba Don Bosco, por mucho que exhiba su foto en un despacho, no es un seguidor de Don Bosco, ya que "el hábito no hace al monje".
Saludos cordiales a D. Fernando. Se le recuerda desde la lejanía y le agradezco lo que usted hizo por despertar el "gusanillo de la lectura" entre sus alumnos. Aún recuerdo su greguería de "la golondrina es un ave de capa española".....

Fernando Gámez. dijo...

¿Qué ha pasado con mi comentario último de el día 3, viernes, sobre las 13 horas más o menos, antes del que hace "Emigrante", que no lo veo entre los 19 que hay?
En él aportaba unas citas del informe Ryan, que tú Manolo has citado también, en las que se muestra cómo en el tema de los abusos a los niños y niñas irlandeses hay muchas más personas implicadas, que no son religiosos, ni curas, ni monjas; sino también laicos, políticos, trabajadores vecinos y otras gentes...
No sé si he cometido error al enviarlo o ha sido censurado por el administrador del Blog, lo cual no me parece lógico, ni que haya sido posible. ¿Quizás un error mío?
Como tú, Manolo, y yo poseemos tal informe,te ruego lo veas nuevamente y me digas si llevo o no razón. También con ese comentario, que no ha aparecido, daba por terminadas mis intervenciones.
¡Gracias, "Emigrante", por conservar tan buenos recuerdos de este humilde maestro que te enseñó algo para la vida!
Con estas cosas se encuentra uno más que pagado por lo que haya hecho en la vida por sus alumnos y alumnas.
Un abrazo y espero que este comentario sí aparezca.

Manuel Madrid Delgado dijo...

Fernando, no he borrado ni censurado ningún mensaje, sabes que no es mi estilo. Supongo que habrá habido un error al enviarlo, porque eso suele suceder no sé bien porqué, la verdad. Ahora mismo me está costando trabajo responderte y este es el tercer intento. Por más que miro la configuración del blog no doy con la razón de este problema.
Saludos.

Anónimo dijo...

Me resulta interesante el debate que Emigrante no le gusta por lo largo y que desprecia, como si en esos mensajes largos no se dijeran cosas realmente interesantes para muchos, y a mí me resulta interesante el debate porque se manejan con educación y respeto argumentos que te hacen pensar. Y también me hace pensar las dos formas de ver la iglesia que se ven aquí, por un lado una más crítica que no duda en arremeter contra los pecados de la iglesia para hacerla mejor, y por otro lado una iglesia que busca diluir sus responsabilidades y que mira para otro lado aunque se trate de algo tan grave como de lo que aquí se habla con tal de no “perjudicar” a la iglesia. Es curioso que esta segunda forma de iglesia tan compasiva con ella misma se corresponda ideológicamente con la iglesia que condena sin paliativos a los divorciados, los gays, las mujeres que abortan, los que no votan al PP, etc., una iglesia que tiene dos varas de medir. Yo me quedo con la iglesia de Felipe, Miguel y Manolo, y no escribo más que se molesta emigrante.
Andrés.

Emigrante dijo...

Admirado Andrés:
yo sólo he escrito que cantidad no es sinónimo de calidad. Por mí, puedes escribir todo lo que desees. Si no logras engancharme en los tres primeros párrafos, no sigo leyendo.
Si tú eres un enamorado de los escritos largos y cargados de retórica, yo soy un enamorado de los escritos claros y concisos. Cuestión de gustos. Y eso debo agradecérselo a D. Fernando Gámez, que nunca nos pedía redacciones con una determinada extensión. Quizás en la SAFA sí se pidieran e incentivaran redacciones lo más largas y recargadas posibles.
Y, por supuesto, eres libre de criticar a la Iglesia (mejor en mayúsulas porque no nos referimos al recinto). Es mejor criticar a la Iglesia que quemar iglesias. Esto es un avance.
¿Para cuándo una entrada en el blog de los desmanes ACTUALES del Islamismo?
Saludos desde la ciudad condal,
Salvador Sánchez

paola dijo...

ayer vi la pelicula los niños de san judas, la verdad es que hoy me invade un sentimiento de impotencia, rabia y asco por todos los religiosos, por los que hacen esas aberraciones y por los que callan al saberlo, como bien muestra el filme. En mi pais Argentna la religion catolica nos dejo un sabor amargo, tras la ultima dictadura militar, yo creo
en la verdad, el jucio y el castigo a los culpables, pero jamas el olvido. EL perdon de nada nos sirve, ya que a ellos los apara el derecho canonico y encima si van a confesarse los absuelben y no tinen mas culpa.¡Por que clase de tontos nos toman!, SON PERVERSOS, no se arrepienten, todavia lo hacen!! No se debe perdonar este tipo de crimenes, son niños inocentes!!! estoy de acuerdo con vos miguel

Siglas dijo...

Vi la película y llevo 2 días llorando ya que de niño fui siempre a escuelas de padres e incluso estuve en un medio internado, todo de 1972 a 1978 cuando tenía de 6 a 12 años, 36 años después no puedo reparar del todo mi vida, aún me dan depresiones fuertes y recuerdo días enteros llorando, aunque tuve unos padres excelentes fui el más chico y me tuvieron muy grandes por lo que no me prestaban mucha atención.

Lo más difícil de todo para mí no fueron los golpes o las violaciones, si no es que te destrozan por dentro, todo el tiempo vives con miedo, no encajas en la sociedad y todo te sale mal, de por si las personas son crueles pero más si tú ya eres vulnerable, esos primeros años de vida son básicos y si no estás preparado, los que siguen también se convierten en un calvario y al final resulta que yo era el culpable de todo, recibía castigos de mi casa de la escuela y al final yo era el niño problema, me expulsaron de 4 escuelas, mis compañeros me golpearon en varias ocasiones, tuve problemas con mi identidad sexual, me ha costado muchísimo trabajo mi matrimonio, use drogas, aún fumo y tomo bastante.

En contraste todos decían que yo era el más inteligente, de hecho he inventado muchas cosas y aunque no se me daba la escuela ahora conozco miles de temas diferentes, me gano la vida fácilmente, tengo 2 hijas excelentes que adoro, cuido y quiero muchísimo, nunca les he pegado y nunca lo hare, si alguien les hiciera algún mal estoy seguro que lo mato.

Ahora pienso que no hay peor crimen que el talento desperdiciado, 6 años de mi vida donde los que deberían de cuidarme hicieron todo lo contrario y decían que era para hacerme más fuerte, que idiotas solo lograron doblegarme y hacer que perdiera mucho tiempo valioso de mi vida, hoy en día a todo niño que conozco lo ayudo en lo que pueda, no quiero que nadie pierda ni un segundo de su vida.

Antes de lastimar a un niño o permitir que otro lo haga hay que pensar en lo que ese niño va a vivir en adelante, no solo es en el momento, si no que de verdad eso afecta por muchos años, yo nunca pude platicar esto hasta que por una muy difícil depresión que me dio a los 46 años, por fin pude platicarlo, no creo que haya servido de mucho pero por lo menos a mí se me quito una piedra de encima.

Vivir atormentado es una cosa, pero matar a un niño a golpes …… ¿que se dice en esos casos? ¿Cómo es posible? No tengo palabras para una acción como esa y permitir que no haya castigo dando un permiso explicito para que otros lo vuelvan a hacer, creo que es tan grave como el que lo hiso.

Excelente reflexión y la parte que sobresale para mi es: “Porque quien mata a un niño mata a la humanidad entera, porque quien viola a un niño viola a la humanidad entera, porque quien tortura a un niño tortura a la humanidad entera”

Capítulos vergonzosos de la humanidad que se repiten una y otra vez, para los que lo hemos vivido, es tan doloroso saberse impotente para parar con estas prácticas propias de personas afectadas psicológicamente, donde lo único que nos queda es intentar concientizar a más personas con el fin de lograr un frente común.