El 17 de octubre de 1931 Al Capone fue condenado a once años de prisión federal por delitos de evasión de impuestos; de Alcatraz (donde pasó su cautiverio en una celda de lujo) saldría arruinado y hecho un despojo físico y mental. Una paradoja: uno de los mayores criminales de la historia de los Estados Unidos no fue condenado por sus asesinatos ni extorsiones, sino por delitos fiscales.
La noche del pasado sábado, la policía de Nueva York detenía a Dominique Strauss-Kahn, Director del Fondo Monetario Internacional y uno de los más preclaros representantes internacionales de la izquierda postmoderna, vacía de contenido y sin ideas, un hombre que se autoproclamaba socialista y progresista mientras con mano de hierro aplicaba las más feroces políticas económicas. Otra paradoja: uno de esos hombres de la banca y las finanzas que debiera haber sido encarcelado por haber sumido en la desesperación a miles de familias, por haber acabado con el subsidio mísero de miles de parados, por haber empujado a la esclavitud a miles de niños en todo el mundo, por haber impuesto recortes en la sanidad o la educación públicas de tantos países, no duerme ya en una de esas despiadadas prisiones americanas como pago por esos crímenes, como pago por tanto sufrimiento causado. Una perplejidad: Strauss-Kahn está encarcelado acusado de violar a una camarera de un hotel de lujo, pero su actuación como responsable de un crimen de “lesa economía” ha sido puesta a salvo por los guardianes de la ortodoxia económica.
Y una pregunta: ¿las finanzas que acabaron condenado a Al Capone salvarán a Strauss-Kahn, o en última instancia aparecerá el Eliot Ness por el que claman los humillados del mundo?
1 comentario:
Respetando el principio de inocencia, me viene a la mente una idea fija: ¿no hay personas capaces de dirigir un organismo a nivel mundial, un gobierno o un ayuntamiento sin que asome a su lado la corrupción, su poca ética o el menosprecio hacia los demás?.
Un saludo
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