Cada día va costando más trabajo ser “de izquierdas”, visto el panorama. Pero hay ocasiones en que uno comprueba que aún son posibles la decencia, la inteligencia y la honestidad en el campo de la izquierda. El pasado lunes Almudena Grandes –uno de los paradigmas de la izquierda progre– publicaba en El País un artículo… un artículo…., bueno, un artículo. Leídas las cosas que decía, Antonio Muñoz Molina le contestó el martes con una carta sencillamente magnífica. Es imposible decir mejor las cosas con menos palabras. Y leída la respuesta, pues Almudena Grandes le respondió airada a Muñoz Molina, también mediante carta, ayer mismo, tachándolo de construir “un discurso demagógico”.
Supongo que estas peleas de escritores serán más o menos normales, sobre todo cuando un escritor como Muñoz Molina no se resigna a someterse a los dictados de lo políticamente correcto. Ahora, ya lo sabemos, se estila vender que todos los asesinados por los fascistas eran buenos y que todos los asesinados por los rojos eran malos bichos. Almudena Grandes frivoliza con las mujeres –muchas de ellas monjas– que fueron violadas por sus ideas católicas en la retaguardia republicana: lo progre es estar al lado de las mujeres que padecen el terrorismo machista mientras se hacen chistes sobre los sufrimientos de las monjas durante la Guerra Civil, porque al fin y al cabo esas mujeres beatas lo que proponían eran el sometimiento y no sé cuántas cosas más, lo que, ipso facto, daba derecho de pernada a los matones rojos. Y cuando Muñoz Molina le recuerda el horror vivido por miles de españoles y el baldón que los asesinatos en masa de los primeros meses de la guerra supuso para la República –suponiendo que tras el 18 de julio quedase algo de la República liberal, democrática y burguesa del 14 de abril–, pues la suma sacerdotisa de los progres lo tacha de demagogo. España es así, y es triste, pero a mí me consuela pensar que todavía hay alguien como Antonio Muñoz Molina con el que se puede compartir una españolidad serena y liberal y una convicción de que el ser humano es capaz de la inteligencia, la mesura y la piedad.
A mí lo que me parece es que la izquierda progre no le ha perdonado nunca a Muñoz Molina ni le perdonará su origen humilde (los progres suelen venir de familias bien, ya lo sabemos), su pasión por la dignidad del ser humano –de todos los seres humanos, también de los fachas que asesinaron los rojos– y su incómodo recordatorio de que un día, en este país, existieron hombres de izquierda que amaron a España, que defendieron una educación pública de calidad y que tuvieron valores y fueron inteligentes. Eso, ahora, no se lleva. Posiblemente Muñoz Molina tampoco se lleva. Por eso me gusta cada día más, sobre todo cuando pone de los nervios a la inquisición progre.
Supongo que estas peleas de escritores serán más o menos normales, sobre todo cuando un escritor como Muñoz Molina no se resigna a someterse a los dictados de lo políticamente correcto. Ahora, ya lo sabemos, se estila vender que todos los asesinados por los fascistas eran buenos y que todos los asesinados por los rojos eran malos bichos. Almudena Grandes frivoliza con las mujeres –muchas de ellas monjas– que fueron violadas por sus ideas católicas en la retaguardia republicana: lo progre es estar al lado de las mujeres que padecen el terrorismo machista mientras se hacen chistes sobre los sufrimientos de las monjas durante la Guerra Civil, porque al fin y al cabo esas mujeres beatas lo que proponían eran el sometimiento y no sé cuántas cosas más, lo que, ipso facto, daba derecho de pernada a los matones rojos. Y cuando Muñoz Molina le recuerda el horror vivido por miles de españoles y el baldón que los asesinatos en masa de los primeros meses de la guerra supuso para la República –suponiendo que tras el 18 de julio quedase algo de la República liberal, democrática y burguesa del 14 de abril–, pues la suma sacerdotisa de los progres lo tacha de demagogo. España es así, y es triste, pero a mí me consuela pensar que todavía hay alguien como Antonio Muñoz Molina con el que se puede compartir una españolidad serena y liberal y una convicción de que el ser humano es capaz de la inteligencia, la mesura y la piedad.
A mí lo que me parece es que la izquierda progre no le ha perdonado nunca a Muñoz Molina ni le perdonará su origen humilde (los progres suelen venir de familias bien, ya lo sabemos), su pasión por la dignidad del ser humano –de todos los seres humanos, también de los fachas que asesinaron los rojos– y su incómodo recordatorio de que un día, en este país, existieron hombres de izquierda que amaron a España, que defendieron una educación pública de calidad y que tuvieron valores y fueron inteligentes. Eso, ahora, no se lleva. Posiblemente Muñoz Molina tampoco se lleva. Por eso me gusta cada día más, sobre todo cuando pone de los nervios a la inquisición progre.
6 comentarios:
Amigo Manolo:
Muy buena reflexión de estos dos grandes escritores.
A mi particularmente como me gusta nuestro Académico y paisano Muñoz Molina, defiendo su causa y estoy contigo. Antonio dice las cosas que piensa, sin importarle lo que dirán, eso te pasa a tí, y sin querer te salen enemigos de tu pensamiento..., yo personalmente te admiro y te aliento a que sigas así, no cambies..., sigue tus propias convicciones, porque salen desde el fondo de tu ser...
Un abrazo tu amigo José.
Mi querido Manuel:
Pues cambia a Almuneda Grandes por Ricardo Forster (filósofo y decano de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, promotor de la llamada Carta Abierta en apoyo al "progre" gobierno de los Kirchner) y a Antonio Muñoz Molina por Tomas Abraham (reconocido filósofo argentino, "progre" autoexiliado como el que suscribe este post).
Transforma a los rojos republicanos en nuestros montoneros y a la falange franquista por la dictadura argentina del 76.
Una vez hecho estos sutiles cambios (y algunos menores sobre la calidad y cantidad de los crímenes realizados) y ya puedes publicar, sin modificar coma alguna, tu magnifica nota aquí en Buenos Aires.
Eso sí, agárrate bien, pues los "progres" aquí no andan con chiquitas. El escrache (repudio físico y público que los nazis inauguraron en la Kristallnacht) es uno de sus métodos preferidos.
un abrazo
miguel
He llegado a tu blog a través de tus comentarios en El País. Magnífico artículo, sin duda. Ojalá lo leyera alguno de los implicados en la polémica. Enhorabuena por tu blog. Me quedó la curiosidad de saber en qué trabajas después de estudiar Políticas. Saludos desde la Alcarria.
Toma, un enlace. A lo mejor te hace sentir menos solo.
http://www.ciudadanos-cs.org/statico/pdf/ideario.pdf
Vayamos por partes.
Para Pepe, muchas gracias (otra vez) por el piropo. Estoy convencido de que lo honesto es defender la libertad de expresión cuando nos conviene y cuando nos perjudica.
Para jazzmen. No me extraña nada de lo que dices. Los "progres", como subcultura degeneradora de los grandes ideales de la izquierda, se han convertido en una especie de nueva inquisición con derecho absoluto a repartir carnets de lo que es correcto y lo que no lo es. Toman al tun-tún cuatro ideas, las desvirtúan y las convierten en catecismo de comunión obligatoria: o se está con ellos o se está contra ellos, como advirtió Mola al que, incomprensiblemente, dicen despreciar.
Para anónimo de la Alcarria. Muchas gracias por tu comentario. Satisfago tu curiosidad: después de terminar políticas ando trabajando, precariamente, como jefe de un servicio de tercera división en el Ayuntamiento de Úbeda. La vida a veces nos viene cuesta arriba y hay que desguazar los sueños de la juventud y enterrarlos. El fracaso también es una posibilidad, y sería bueno recordárselo a nuestros jóvenes.
A Jacobino Irredento: consultaré el enlace y hablamos.
Saludos a todos.
¡Bien por Muñoz Molina! Almudena Grandes es una "apesebrada" del poder y se le nota mucho.
Saludos.
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