lunes, 24 de diciembre de 2012

FELIZ NAVIDAD





Me gustan mucho las versiones en inglés de El campanillero porque en ellas el villancico suena tierno —así debe sonar el pan recién sacado del horno—, como temblando con una emoción antigua. En inglés estos villancicos delicados tienen una suavidad que no pueden prestarles las palabras nítidas y afiladas del español, la rotundidad de nuestras cinco vocales. Por eso, El campanillero en inglés insinúa y empaña como el vaho del espíritu, incita y convoca sin ninguna exigencia. Y, ¿es que la Navidad es otra cosa que no sea ésta emoción sin dirección y sin edades que hace que nuestro corazón se estremezca con un crujido minúsculo, como si algo pisara una lámina de escarcha sobre nuestro interior recién amanecido, nuestro interior recién lavado, sobre nuestro fondo en el que manotea el niño que fuimos, siempre el niño que fuimos?

Desde esta emoción que habita y alumbra en lo más íntimo de nosotros y que se resiste a no florecer cada año y que habla una lengua que entendemos aunque no sepamos o no queramos hablarla, FELIZ NAVIDAD.

1 comentario:

Miguel Pasquau dijo...

"Una emoción sin dirección", qué bien dicho.

Nos dan (gratis) la emoción, como tú se la estás dando estos días a Manuel. La dirección debe ser un empeño. Ahora tuyo, mañana de Manuel, siempre de cada uno, haciendo la historia.