jueves, 25 de febrero de 2010

SE LO TRAGÓ EL PANTANO



La historia del patrimonio histórico y artístico de Úbeda es la historia de la desidia, la dejadez y el olvido, la historia de la incompetencia política y la complicidad silenciosa de los ciudadanos. Desde el pasado 24 de febrero tenemos otro hito que añadir a la larga lista de despropósitos contra nuestro legado cultural e histórico: la destrucción y posterior reinvención de Santa María, la desolación y expolio de San Bartolomé y Madre de Dios del Campo, la inminente ruina de San Lorenzo y Santo Domingo y San Pedro, el olvido de decenas de casonas y palacios... y desde ayer la desaparición del Puente Ariza, tragado por las aguas del pantano del Giribaile. Hace muchos años alguien dijo que el puente se iba a salvar: que lo iban a desmontar para trasladarlo al Parque Norte o al Santuario de Guadalupe, que en ningún caso se iba a dejar que se lo tragaran las aguas. Pero no se ha hecho absolutamente nada para salvar el puente de Vandelvira, esa obra maestra de la ingeniería renacentista española. Durante muchos años el Puente Ariza ha estado en el corredor de la muerte esperando el temporal sin fin que llenara el pantano y lo sumergiera: y la hora trágica de ajusticiar al puente condenado ha llegado. Todo se ha consumado.

El Puente Ariza ya es pasado, pero no hay que preocuparse: a los ubetenses se nos seguirá la boca proclamando a los cuatro vientos que este montón de futuras ruinas sobre el que habitamos es Patrimonio de la Humanidad. Y lo inexplicable no es que el Puente Ariza ya no exista y que dentro de poco no sea más que un montón de escombros; lo inexplicable no es que en el país con más políticos por metro cuadrado de Europa no haya habido ni un solo organismo o administración capaz de salvar un bien tan importante como ese Puente: lo inexplicable es que las autoridades de la UNESCO estén tan sordas, tan ciegas y tan mudas.

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