El vicealcalde de Madrid dice que lo que Esperanza Aguirre (cuidado: la bestia anda suelta) está haciendo con Rato causa vómito. Pepiño Blanco dice que lo que hace el PP de Madrid causa vómito en los ciudadanos. Y yo creo que muchos ciudadanos pensamos que lo que causa vómito es lo que hacen y dicen todos los políticos de todos los colores. (Iba a escribir “todos los políticos de todas las ideas”, pero creo que los políticos no tienen ideas, sólo ambición de poder.) Porque lo que causa vómito, lo que da bascas de angustia, es contemplar como con lo que está cayendo y con las miles de familias que están al borde del precipicio, la casta política (no se me viene a la cabeza ahora mismo ninguna excepción) se esté dedicando a hacer lo único que no podían permitirse en este momento: el ridículo, que da lugar a una política vacía de contenido, falta de imaginación y ambición, sorda y ciega ante el clamor de desencanto que sube de la calle y ensimismada en la masturbación inmoral del poder por el poder.
Por desgracia en política hacer el ridículo es gratis. Pero el verdadero cambio político sólo puede venir de la mano de la penalización del ridículo.
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