sábado, 30 de mayo de 2009

BLA, BLA, BLA



Llevamos una semana de campaña electoral –suponiendo que toda la vida política española no sea una permanente campaña– y salvo los lelos o los apesebrados no creo que haya nadie que soporte el ritmo de tonterías, vaciedades y simplezas con que se está despachando la casta política que padecemos. Tonterías, vaciedades y simplezas que en el caso de las elecciones europeas alcanzan el grado de superlativas. Y ello porque en realidad aquí no nos jugamos nada, digan lo que digan los políticos. El Parlamento Europeo es un organismo fantasma que pinta lo mismo que el ejército español en la lucha contra los piratas somalíes, y cuya única hazaña conocida ha sido el debatir sobre la conveniencia de que los europeos trabajemos 65 horas a la semana. Nada más que por esto los eurodiputados –con excepciones: el socialista Borrell votó en contra de esa barbaridad, pero se ve que esta vez no hay sitio en las listas para los dignos– se merecerían todo nuestro desprecio. Porque manda güevos –que diría el filósofo aquel que manda a los militares al paredón mientras él se apoltrona en la butaca– que debatan sobre condiciones de trabajo semiesclavista quienes tienen sueldos de superlujo, privilegios de toda clase y todo ello por asistir a un par de sesiones a Bruselas. Luego, claro, tenemos que tener en cuenta que lo Europa no le importa ni a los políticos, que en su cantinela mitinera se dedican a arrojarse militares griposos, parados desesperados o corruptelas de ambos bandos pero no hablan de la parlamentada europea porque en realidad allí no se decide nada que no sea la buena vida de sus diputados.

¿Votar el 7 de junio? No podemos olvidar que los eurodiputados son privilegiados entre los privilegiados, vagos entre los vagos, bienpagados entre los bienpagados. ¿Votar el 7 de junio? Sí, pero recordando que mientras los políticos se enzarzan en sus agotadores bla, bla, bla, un millón de familias españolas no tienen ingresos. ¿Votar el 7 de junio? Sí, a votar, pero sin olvidar que unos quieren despidos libres, carne de obrero a precio de saldo, y que otros han dinamitado la educación como mecanismo de ascenso social, por muchos ordenadores que ahora quieran llevar a las aulas, suponemos que para tener entretenida a la muchachada entre recreo y recreo. ¿Votar el 7 de junio? Sí, pero para mostrar nuestro cansancio, nuestra hartura, nuestro desprecio ante tanta canallada política. ¿Votar el 7 de junio? Por supuesto, pero para dejar claro nuestro deseo de ser un país normal, decente, serio. ¿Votar el 7 de junio? Cuenten con ello, señores mitineros, pero para que de una vez por todas entiendan que no somos tontos y que no pueden seguir tratándonos como a tales, con esos discursos y esos eslóganes suyos que sonrojan de puro idiotas, de tan manidos y vacíos.

En una cosa llevan razón los políticos: el 7 de junio tenemos una cita en las urnas. Porque tenemos que vernos las caras con los políticos. Que cada uno lleve en la mano la porra cívica con la que darles el garrotazo urgente y necesario.

(Publicado en Diario IDEAL el día 28 de mayo de 2009)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Acabo de ir a votar y he seguido la recomendación de este artículo y he dado un garrotazo a la clase politica.