viernes, 16 de enero de 2009

ENTREGAR






La tradición sigue ofreciendo una guarida para el alma desnuda y resfriada. Juan Manuel de Prada –el último gran columnista del catolicismo español– ha dicho que la tradición es un “abrigo del espíritu”. Lleva razón: cuando arrecian los temporales de la vida la tradición abre un manto protector y es fácil encontrar en ella consuelo; pese a todo tenemos la consolación de la tradición, que es otra filosofía, pero viva y dinámica. No creo que la tradición sea un fósil al que hay que reverenciar, sino –de Prada lo dice– un proceso de transmisión que cada generación enriquece con sus propias aportaciones. Y así, al “formar parte” de una tradición, se siente que la vida no está colgada de un vacío, que es parte de un escenario rico y complejo de relaciones sociales y morales que en fechas puntuales se materializan en el escenario de los rituales.

Tradición es herencia de los que se van, pero también ofrenda a los que llegan: tradición viene del latín “traditio”, que significa, precisamente, entrega. Lo tradicional es lo que cada generación hereda de las anteriores y, considerándolo valioso, quiere conservar y amejorar para entregárselo a las siguientes. La tradición ata en una cadena de espíritus dichosos las manos de los abuelos y DE los hijos y los nietos, y superando las barreras del tiempo físico constituye esa comunidad de emociones que permite al hombre sentirse protegido por el viento vivificador de lo antiguo. La roca de la tradición constata la certeza de la muerte –ya no están otros que antes de nosotros se emocionaron – pero también la posibilidad de la esperanza –cuando no estemos, otros llorarán, mañana, las lágrimas del Viernes Santo–. Y así no sentimos atados, unidos, soldados a una comunidad de almas que trasiegan por la vida dejando lo mejor de sí mismas en la tradición que vuelve en sus fechas de guardar.

En Úbeda, un año más, la fiesta de la Cofradía de Jesús Nazareno hace presente ese lazo, ese vínculo entre generaciones: es la tradición. Esta cofradía centenaria es la institución ubetense que mejor ha sabido transmitir las viejas emociones de las generaciones idas: el domingo, en la mañana de frío y de cohetes, muchos ubetenses sentirán latir en su interior los alientos que ya sintieron antes de 1577 –y desde entonces cada año, casi sin interrupción– otros ubetenses. A mí, sin embargo, me emociona más sentir no lo que sintió mi abuelo Manuel en esta mañana de enero acordonada de plegarias y de roscos de Jesús, sino lo que un día sentirá mi hijo Manuel cuando acuda con su corazón erizado de nostalgias violetas a la fiesta del Nazareno. Como hizo su padre, como hicieron sus abuelos y sus transabuelos todos. Y tal vez entonces –el día que yo no esté– Manuel sentirá la misma emoción mía aflorando en los ojos cuando rompa el “Miserere” de don Victoriano la quietud de las piedras, entregándole esa música delicada y triste lo que hoy quisiera yo entregarle con estas palabras.

(Publicado en Diario IDEAL el día 15 de enero de 2009)

3 comentarios:

Alfonso Donoso Barella dijo...

Y que verdad mas cierta: "...A mí, sin embargo, me emociona más sentir no lo que sintió mi abuelo Manuel en esta mañana de enero acordonada de plegarias y de roscos de Jesús, sino lo que un día sentirá mi hijo Manuel cuando acuda con su corazón erizado de nostalgias violetas a la fiesta del Nazareno".

Porque la tradición parece quedar incompleta sin la posibilidad de transmitirla, de perpetuarse en un futuro que, lógicamente, desconocemos.
Hermoso el mensaje transmitido más cuando se hace palpable que las tradiciones que heredamos deben ser transmitidas y enriquecidas con nuestras propias aportaciones. "...Porque se impregnarán de las circunstancias sociales..."

Y así formamos, amigo Manolo, nuestra propia tradición, esa que sin excesivas aportaciones que desvirtúen debe continuar perpetuando el legado regalado por nuestros antepasados.

Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

La cofradía de Jesús tiene un chollo contigo. ¿Cuántas veces al año sale en la prensa provincial? Y además con artículos tan bonitos como este, mientras que las otras cofradías de Úbeda a penas si salen. Así se va haciendo más grande una hermandad.
Enhorabuena por el artículo y por tu inminente paternidad.

José Luis dijo...

La verdad es que llevas toda la razón del mundo, tiene que ser precioso poder ENTREGAR esas vivencias y esa esencia a nuestros hijos. Espero que podamos hacerlo bien pronto y llorar con ellos cuando se abra la puerta de Úbeda,la Consolada.

Por cierto, Manolo, me gustaría hablar contigo algunas cosillas sobre las elecciones de Jesús. A ver si puede ser, ¿vale?
Un saludo nazareno.