miércoles, 21 de enero de 2009

DERECHO A ESPERAR





Yo no creo que un hombre pueda cambiar el mundo, pero estoy convencido de que millones de seres humanos tenemos derecho a que nadie nos robe la mínima esperanza que un hombre puede abrigar dentro de su corazón y que reparte con sus palabras.

Yo no creo que un hombre pueda hacer milagros y crear riquezas y finiquitar guerras, pero estoy convencido de que el mundo en el que nacerá mi hijo es mejor desde ayer.

Yo no creo que un hombre sea un dios, pero estoy convencido de un hombre puede pronunciar palabras hermosas que hablan de dignidad y de libertad y también de esfuerzo y de compromiso y de sacrificio y creo que esas palabras pueden calar en la sangre de los otros hombres y del tiempo y que entonces es posible caminar de otra manera por los caminos de la historia.

Yo no creo que todos los políticos sean iguales y estoy convencido de que hay momentos en la historia en que un hombre puede demostrar que siguen siendo posibles la decencia y la responsabilidad en la política, que aún queda espacio para soñar, que aún es posible que el mundo cambie de rumbo.

Yo no soy un iluso y sé que un hombre acabará defraudando porque hay demasiadas esperanzas depositadas sobre sus hombros, pero ayer y hoy y el día en que nazca Manuel quiero ser un soñador y pensar que el futuro de mi hijo será mejor que este presente que escriben una clase política de mediocres y unos banqueros ladrones, y no quiero seguir escuchando a los que hoy cifran toda su cantinela en recordarnos que no puede ser.

Yo no creo que todo pueda ser, pero sé que ayer pudo ser algo muy importante y que eso lo decían las lágrimas de emoción que recorrieron –como un calambre que despierta las voluntades dormidas por los dramas ingentes del mundo– tantas aldeas del mundo, tantas ciudades, tantos rostros.

Yo no creo que las multitudes ilusionadas del mundo estén equivocadas, yo no creo que millones de personas desde las sabanas de Kenia hasta los rascacielos de Nueva York puedan estar equivocados o ser unos idiotas, porque estoy absolutamente convencido de que el mundo necesitaba el mensaje de aliento, las palabras de cambio, la poesía de la esperanza que ayer sonó sobre el hielo que atenazaba a las muchedumbres de Washington.

Yo no creo a los agoreros que nos quieren hacer creer que nada puede cambiar si cambian las palabras y estoy firmemente convencido de que el mundo es distinto si las palabras hablan de valores eternos y no llaman al pesimismo y a la derrota o a la guerra y al odio.

Yo no creo que se pierda nada si se espera todo, porque sé que los que nada consiguen son los que nada esperan, que nada alcanzan los que sobrevuelan bajo y ocultan los problemas, los que espantan a los pájaros cantores del mañana.

Yo no creo que haya muchos hombres como ese hombre, pero sé que ese hombre es un ejemplo hoy para millones de personas del mundo libre que anhelan que sea posible en sus democracias una voz que hable con ese mismo timbre, con el acento del futuro, con la cadencia del sereno arrebato de los espíritus libres.

Yo no creo que incluso en España todo esté perdido, porque espero que mañana sea posible un hombre que hable de “el esfuerzo y la honradez, el valor y el juego limpio, la tolerancia y la curiosidad, la lealtad y el patriotismo” y que nos dote de una ambición común, de un sueño común, de una común esperanza.

3 comentarios:

-- marcaching -- dijo...

Y nosotros que lo veamos. Yo también soy partícipe de esa esperanza.

Anónimo dijo...

A Moratinos todavía le pitarán los oidos después de la reunión que tuvo con la comisión de exteriores del congreso de USA, en la que el presidente de la misma Mr Bidden, lo puso a parir, que curioso ese señor es ahora el vicepresidente USA

Anónimo dijo...

Yo no creo que seas tan iluso chache. Yo no creo que el mañana sea mejor que hoy. Yo no creo que por el simple hecho de cambiar el color de la piel, un hombre sea la esperanza. Yo no creo que se acabe el hambre. Yo no creo que se acaben las injusticias. Yo no creo que se acaben las difamaciones. Yo no creo que se acabe el racismo, la violencia de género, la pornografía infantil, la exclusión social, la trata de blancas, el tráfico de drogas...
Yo no creo en nadie. Yo sólo creo que mañana tendré que trabajar para sostener mi hogar, y gracias.