viernes, 12 de octubre de 2012

BURLA





El Premio Nobel de la Paz es un premio con tan poco prestigio como cualquier otro premio, sólo que aquí los que lo conceden se han aplicado, desde que se lo concedieran a Kissinger (el político norteamericano que ideó, alentó y sostuvo las dictaduras criminales de Argentina o Chile y amparó el genocidio allí perpetrado), a la tarea de herir el honor de los que lo tienen con sobrados merecimientos. Darle el Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea significa reconocer que esta organización internacional es uno de los mejores logros civilizatorios de la historia de la humanidad: eso es innegable. Pero es una burla monumental concederle ese premio ahora, en este momento en el que la política aplicada por el gobierno tecnócrata y los altos funcionarios de la Unión y los neoliberales y los conservadores seguidores de Merkel, en este momento en el que se está destruyendo el ideal que inspiró el nacimiento de la propia Unión Europea. La Unión nació para evitar que nunca más se reprodujesen en Europa los horrores que el fascismo había provocado, y para ello socialdemócratas y democratacristianos entendieron que era necesario renunciar a los nacionalismos y que había que avanzar en la protección social, porque la pobreza, la marginación y la desesperación eran el caldo de cultivo de la violencia política. Hoy, las políticas de ajuste y recorte, la política de destrucción del estado del bienestar que fue santo y seña de los padres fundadores de la Unión Europea, esa política impuesta por el gobierno extremista de Berlín y bendecida y amparada por Bruselas, está incubando los huevos del nuevo fascismo. Por eso es una burla este premio: porque lo van a recoger los políticos que están haciendo posible que vuelva a repetirse aquello que los europeos quisieron evitar creando la Unión Europea.

No menos burlesca resulta la celebración de la llamada “Fiesta Nacional de España”. Si la nación es la bandera, el himno, si la nación son el rey y los políticos y banqueros que nos llevan a la ruina, si la nación es el desfile militar y los españolistas –los que antaño silbaban a ZP porque era la “anti-España”– que lo presencian bandera rojigualda en alto, si la nación viene otra vez vestida de mantilla y agitando incensarios y dando tarascazos con hisopos, si la nación son los defraudadores que aparecieron en The New York Times y que son los mismos patriotas que justifican el sufrimiento generado por los recortes, si la nación es eso, este día tiene sentido.

Pero si la nación son los niños pobres de España de los que UNICEF vuelve a hablar en su último informe, si la nación es la mayor desigualdad entre clases sociales de toda Europa de la que hablan los últimos informes, si la nación son los manifestantes a los que el gobierno no ha podido encarcelar como golpistas porque uno de los autos judiciales más razonados y sensatos de los últimos años lo ha impedido, si la nación son los enfermos que desesperan en las listas de espera engordadas por los recortes, si la nación son los alumnos para los que no se han contratado profesores, si la nación son los universitarios que se van a quedar sin beca o los investigadores que se tendrán que ir a otro país, si la nación es un juez que se atreve a decir lo que todo el pueblo piensa sobre la casta política, si la nación son los trabajadores que hoy han sido obligados a trabajar en las tiendas o en los supermercados pese a ser festivo, si la nación es toda esta desesperanza y esta sensación de naufragio que vemos a nuestro alrededor, si la nación es todo eso y no lo que hoy se concitaba en el centro de Madrid, entonces este día que sólo celebran los que no tienen ni idea de lo que pasa en la nación, de lo que sufre la nación, de cómo agoniza la nación, este día de “la Fiesta Nacional de España” es una burla.

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