martes, 29 de mayo de 2012

CARA DE NIÑO





Los datos de la Federación de Entidades de Atención y Educación a la Infancia y la Adolescencia (FEDAIA) para Cataluña, y los datos de UNICEF y de indicadores europeos como AROPE y EUROSTAT para el conjunto del país, sólo pueden provocar estupor, indignación, hastío, rabia... a poco que se conserve un mínimo de decencia y sensibilidad. Los datos son demoledores y expresan la realidad mucho mejor que cualquier juego de palabras. Pero lo peor es que esos datos, referidos al año 2010, tienen que haber empeorado en estos dos años de abundamiento de la depresión económica y de los recortes del Estado del Bienestar: UNICEF indica que los Presupuestos Generales del Estado de 2012 inciden en el recorte del gasto público relacionado con los niños que se viene produciendo desde mayo de 2010, lo que forzosamente tiene que traducirse en un deterioro mayor de la situación de la infancia.

Si se conserva algún resto de sensibilidad, digo, los datos ponen de punta el vello del alma. Según UNICEF, un 26,5% de los niños españoles vivía, en 2010, en situación de pobreza. Dos millones doscientos mil niños. Pero según el indicador AROPE la cifra habría ascendido en 2011 al 29,8%: casi dos millones y medio de niños. De 2008 a 2010 un 10% más de niños (205.000) pasaron a vivir por debajo del umbral de la pobreza. Y el número de menores que vivía en la pobreza extrema era del 13,7% (más de un millón cien mil niños), casi cinco puntos más que en 2008, una cifra escandalosa sólo superada por Bulgaria y Rumanía. La pobreza crónica infantil ha crecido seis puntos de 2007 a 2010, situándose hace dos años en el 16,7%. Las prestaciones por hijo a cargo sin discapacidad de la Seguridad Social, ligadas a rentas muy bajas, han pasado de 760.000 en 2007 a 1.029.000 en 2010, lo que indica, según UNICEF, la repercusión que la crisis económica está teniendo en las familias con niños y adolescentes. Y es que según la organización, el desempleo se ha cebado especialmente en familias jóvenes con hijos pequeños: según EUROSTAT el número de hogares con niños con todos los adultos en paro era, en 2010, de 714.000, y el colchón que en un primer momento pudieron suponer los subsidios de desempleo estaría agotándose en muchos casos. Pero también la disminución real de los salarios –imparable desde la entrada en el euro– habría incidido en el aumento de la pobreza infantil: un 15,4% de los hogares con niños en los que al menos trabaja un adulto, viviría en situación de pobreza. Sólo Grecia y Rumanía nos superan.

Los estremecedores datos de EUROSTAT para nuestro país completan el mapa de la injusta situación en que estamos permitiendo que vivan nuestros niños. Su sola enumeración revuelve las tripas. El 5,6% de los niños vive en situación de privación material severa. Un 8,3% de los niños vive en hogares con muy baja intensidad de trabajo. El 44,2% de las familias numerosas se encuentran en situación de pobreza relativa. El 41,2% de las familias con niños no pueden permitirse ni una semana de vacaciones al año. El 37,2% de los hogares con niños no pueden hacer frente a gastos imprevistos básicos como la compra de unas gafas para sus hijos. El 22,6% de los niños españoles viven en casas con goteras, humedades en paredes, suelos o cimientos, o podredumbre en suelos o marcos de ventanas o puertas.

En el caso de Cataluña, donde el gobierno de CiU ha extremado con furia de fanático los recortes practicados a nivel general por los gobiernos de Zapatero y Rajoy, la situación sería especialmente preocupante. Las entidades sociales avisan de que cada vez atienden a más niños que se van a la cama sin cenar o que no desayunan antes de ir al colegio (un 4% de los niños catalanes viviría en esta situación). ¿Cómo no ligar esto al ajuste presupuestario y a la política de recortes? Según UNICEF, el gobierno catalán redujo en 2011 en un 74,6% (un 74,6%, sí, han leído bien) el presupuesto que destinaba a las ayudas a familias con niños. Una situación que UNICEF denuncia se ha generalizado en el conjunto del Estado, reduciéndose las ayudas y becas relacionadas con estudios, libros de texto y servicio de comedor escolar para familias con pocos ingresos. El panorama de reducción de inversión pública en protección social, agotamiento de las prestaciones por desempleo y reducción de los salarios, se agrava, según UNICEF, con la imparable subida de los impuestos y el incremento de los precios de los productos básicos y de la energía. Esto hace, según FEDAIA, Cruz Roja y UNICEF, que muchos niños no dispongan de material escolar o de ropa adecuada a la época del año o a actividades como las deportivas, que no puedan participar en las actividades extraescolares o excursiones y que tengan una alimentación deficiente (el número de hogares catalanes que no pueden comer carne o pescado fresco se ha duplicado desde 2007). Una situación muy complicada y dolorosa que no afecta ya sólo a las clases que tradicionalmente venían siendo usuarias de los servicios de asistencia social: Cáritas y Cruz Roja dejan claro que cada vez acuden más familias de “clase media” a requerir sus ayudas y su asistencia.

Todo lo anterior tiene repercusiones en la felicidad de los niños. La angustiosa situación de miles y miles de familias, está provocando que padres e hijos desarrollen problemas de salud mental, y déficit en la integración y relación así como en el aprendizaje, y ello sin hablar del empeoramiento de las condiciones de alimentación o de vida del hogar. Las organizaciones humanitarias tienen claro que lo que pasa en las familias se filtra a los niños, que en muchas ocasiones pueden llegar a sentirse culpables de lo que ocurre en su hogar.

Pero no estamos condenados a convivir con esta situación moral insoportable: aún suponiendo que la política de ajuste fuese inevitable (que es mucho suponer), decidir dónde se recorta y dónde no o dónde se incrementa la recaudación, obedece a criterios estrictamente ideológicos. Paloma Escudero, representante de UNICEF en España, reclama al gobierno de la nación que incluya en su agenda política la protección de la infancia, que en España se ve abocada a una situación de completo desamparo: “Los costes de no actuar ahora, no sólo afectan a los niños y a las familias más vulnerables ahora, sino que comprometen el crecimiento de la sociedad a medio y largo plazo”. UNICEF, en un desesperado llamamiento ético, pide a los políticos, a los agentes privados y a la sociedad en su conjunto que tenga en cuenta el interés superior de los niños a la hora de tomar decisiones, pues hasta el momento los niños y niñas, que son los últimos responsables de la crisis, son los que “están sufriendo sus consecuencias de forma tan o más grave que otros colectivos o grupos sociales”. Y ello, con el agravante de que en la infancia la visibilidad del impacto de la política de recortes es menor porque carecen de capacidad para enfrentarse a ella y a sus consecuencias, alerta UNICEF.

Las decisiones políticas no son neutras: hasta el momento han afectado a los más débiles, a los más vulnerables. En los niños, dice UNICEF, repercuten las decisiones políticas que reducen el gasto público en ayudas a familias o en becas, e impactan sobre ellos “las decisiones generales en materias de impuestos o deuda pública, o las reducciones de presupuestos destinados a servicios sociales, educativos o de salud”. La conclusión de Paloma Escudero es clara, tajante: “Los niños están siendo enormemente castigados por la crisis”, y por ello, UNICEF pide que todos trabajemos en una recuperación económica “con rostro humano”.

Los niños son lo único realmente sagrado e intocable. Una sociedad que permite que sus hijos –a los que debería dedicar sus mejores esfuerzos– se hundan en el pozo de la exclusión, de la miseria, de la tristeza cotidiana, es una sociedad esencialmente indecente. No todo es economía ni política deshumanizadas, no todo son leyes ni necesidades históricas: la ética, la dignidad humana, también tienen que contar. Por eso, desde un punto de vista estrictamente ético, si sumamos los datos que retratan la situación en la que viven cientos de miles de niños españoles y nuestra aceptación resignada de las políticas que han dado lugar a esta situación, sólo se puede llegar a una conclusión: España es un país indecente. Porque en nuestro país cada año que pasa, con cada norma que se publica en el BOE, hay más niños pobres y los niños pobres lo son cada vez más. Después de tantos años instalados en el oropel y la pompa, en la ínfula de creernos un ejemplo para el mundo, las organizaciones dedicadas a proteger a la infancia nos han puesto delante del espejo. Y queramos o no hemos visto nuestro verdadero rostro: “La pobreza ya tiene, definitivamente, cara de niño”. La cara de los niños pobres es la cara de España.

(SISTEMA DIGITAL, 23 mayo 2012)

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