jueves, 2 de febrero de 2012

¡¡¡SOCORRO, HA LLEGADO LA OLA!!!





Nuestras madres nos ponían el jersey de cuello vuelto, el pasamontañas y la bufanda, las manoplas, y camino de los jesuitas nos parábamos a patinar en las placas de hielo que se formaban en la puerta del molino de Lara. De los tejados colgaban como murciélagos transparentes los carámbanos picudos. A la vuelta del colegio, nos bajábamos a los corrales a tirar piedras a la alberca para romper los tres dedos de hielo que la noche había dejado, junto con la escarcha en los árboles. Llovía. Incluso si había sol, hacía frío. A veces, incluso, ¡oh milagro!, nevaba. Era, simplemente, enero. Era, sencillamente, febrero. Era, si más, el invierno.

Sin embargo, al oír ayer las noticias en la radio y la televisión daba la impresión de que lo que se avecina es el Apocalipsis, algo sólo un poco menor que una catástrofe nuclear: la ola de frío siberiano, la ola de frío polar, vientos gélidos, hielos y nieves, temperaturas tan aterradoramente frías que en algunos lugares podrían ser de hasta diez grados bajo cero o más, que esto viene de Siberia, nada menos que de Siberia. ¡¡¡Madre mía!!! ¡¡¡Diez grados bajo cero en Teruel o Huesca o Guadalajara!!! ¡¡¡Nieve en San Sebastián!!! ¡¡¡Lo nunca visto!!!

Luego, cuando en verano llegue la caloraza de casi cuarenta grados, nos hablaran de la ola de calor sahariano, de los vientos del desierto y de un sol directamente salido de las calderas del infierno. Y así, lo que antes eran inviernos y veranos de clima continental, que es un clima de extremos (eso me lo enseñó a mí en la EGB don Jenaro Sáez, y todavía no se me ha olvidado), ahora se ha convertido en una sucesión de olas catastróficas: la ola de Siberia, la ola del Sáhara. Pero yo cada vez estoy más convencido de que la única ola que tenemos encima del mapa es la de que somos más tontos que Abundio, que vendió el coche para comprar gasolina. Y de esa ola parece que no nos libra ni Dios.

6 comentarios:

Jose Manuel Almansa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

"De los tejados colgaban como murciélagos transparentes los carámbanos picudos."
Simplemente una frase preciosa.

Jose Manuel Almansa dijo...

Como se puede leer en un grafitti al final de la Avenida del 18 de Julio: "la realidad no es dura, nosotros somos blandos"...
Totalmente de acuerdo contigo, toda la vida ha hecho frío en invierno y calor en verano, y no hemos tenido ningún trauma ni cosa así...
Sin duda, estamos sobresaturados de información!

Uvejota dijo...

Tu, amigo Manolo, ibas a los JESUITAS andando sobre una calle empedrada o asfaltada, creo que bien abrigado, y con pantalón largo.
"Uvejota" iba a los SALESIANOS, a campo través, sobre piedras y barro helados, y... ¡con pantalón corto! Aún siento el frió en las rodillas por causa del impacto de la nieve, jejeje... ¡¡que tiempos aquellos!!

ftz dijo...

Recuerdo volver la esquina del desaparecido Hotel Consuelo para ir al cole con la famosa capa, las botas de agua y mojado hasta los huesos en aquellos inviernos de principios de los sesenta. Por supuesto, en caminos de tierra que facilitaban los salpicones de barro y sin coches que llevasen a los niños al cole. coincido con José M. Almansa " la realidad no es dura, nosootros somos blandos"

Manuel Madrid Delgado dijo...

Ni José Manuel ni yo hemos llegado a ir en pantalones por encima de la rodilla en pleno mes de enero, que para cuando nosotros eramos niños la moda ya era humana, pero lo cierto es que vivimos una situación donde a la normalidad se la reviste de excepcionalidad para que pueda convertirse en noticia.
Por cierto, me hace mucha gracia imaginarme a Felipe y Vicente con sus pantaloncillos cortos por las calles sin asfaltar de hace cincuenta años, tiritando de frío y pisando charcos helados. Pobres criaturas.
Abrazos y viva el invierno.