viernes, 10 de febrero de 2012

MIRÉ LOS MUROS DE LA PATRIA MÍA





Miré los muros de la patria mía”...

No, no es nada. Es simplemente que a veces cuesta mucho. Cuesta mucho mantener las convicciones, las serenidades. Cuesta mucho decirse “esto es así, dura lex sed lex, los jueces son imparciales, en España ya no hay juicios políticos, la Inquisición o el franquismo quedaron atrás”. Cuesta mucho no pensar que las sentencias del Tribunal Supremo ya están escritas. Cuesta mucho no pensar que la justicia está al dictado de sus amos y que los poderosos se van siempre de rositas, aquí, en el país en el que se libera a los Camps y a los asesinos de Marta del Castillo y en el que se condena al juez que guste o no, y con todas sus contradicciones y egocentrismos a cuestas, encarnó para millones de españoles el sentido de la justicia cuando luchaba contra los terroristas y los narcos y los corruptos y los tiranos. Cuesta mucho poder pensar sin ira y reconstruir argumentos y razones. Y cuesta mucho no pensar que al final todos hacemos demagogia guerracivilista, que es lo nuestro, lo típicamente nuestro, lo que llevamos escrito en los genes, la vieja cantinela unamuniana de los hunos contra los otros, siempre con la quijada del asno en la mano.

Si un tiempo fuertes, ya desmoronados”...

Pero no, no es nada. Es sólo que a veces cuesta mucho. Cuesta mucho mantener la lealtad a un país que prepara con convencimiento de fanáticos una norma muy agresiva contra los trabajadores, a un país que va embalado hacia los seis millones de parados, a un país sin futuro para los jóvenes. Cuesta mucho no pensar que todas las instituciones están quebradas, la Corona corrupta, el parlamento secuestrado por los partidos, los tribunales que huelen a cadáver ya corrompido. Cuesta mucho superar la sensación de que el régimen de 1978 está podrido, de que sus cimientos se desmoronan. Cuesta mucho no pensar que tanto despropósito llega en el peor momento, cuando la sociedad española no puede tener esperanza, cuando el miedo y la desmoralización paralizan todos los ánimos de un país que no se encuentra, cuando la crisis económica puede transformarse en una crisis general de todo el sistema. Cuesta mucho no pensar que la única salida que le estamos dejando a nuestros hijos es marcharse, otra vez, como sus bisabuelos, por hambre o por miedo. Cuesta mucho. Sí. Cuesta mucho no pensar que todo esto es una mierda.

De la carrera de la edad cansados”...

Nada, no es nada. Y sí, tal vez tengamos que juntar las brasas de nuestras convicciones cívicas, para ver si es posible que prenda la antorcha del Presidente Azaña. Pero cuesta tanto, está tan empinada la mañana, y es tan dura la certeza de saber que lo peor llegará después, a la hora de comer, cuando salgan los ministros de su cubil, de su guarida de hienas.

Por quien caduca ya su valentía”...

Y no, no es nada. Es sólo que ocurre que me canso de ser español y no hallo cosa en que poner mis ojos que no sea recuerdo de... Pero... ¡silencio!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Españoles, vuestro Estado no existe. ¡Reconstruidlo! Delenda est Monarchia.

ftz dijo...

Tienes razón, .."a veces cuesta mucho". Los sueños, cual utopías, en ocasiones se quedan en eso, en sueños.
Pero al mismo tiempo son un desafío que nos atrae con fuerza. Mientras sigan siendo sueños son una invitación para hacerlos realidad.

y estoy seguro, ¡valga Dios!, que un día los veremos convertidos en realidad.
Un abrazo

Anónimo dijo...

No sé dónde ha estado el juicio político. Sólo he visto una sentencia impecable del Tribunal Supremo, adoptada por unanimidad entre siete Magistrados de distinto pelaje. Y a un Juez que, además de poseer un descomunal ego, se había creído por encima de la propia Justicia que representaba, y que pretendía manejar a su antojo.

Dejémonos ya de demagogias. No se pueden comparar casos. Los Jueces y Tribunales se limitan a aplicar las leyes, que por desgracia son las que la mayoría de las veces fallan (y eso se debe a la mediocridad e incompetencia de nuestra clase política).

Anónimo dijo...

Y añado otra cosa: un Juez que entra en política (sea, por supuesto, en el partido que sea) jamás debería volver a la Carrera Judicial. Toda persona tiene su ideología, pero en su casa, y a un miembro del Poder Judicial se le presupone una necesaria independencia, perdida completamente si entra en política.

ftz dijo...

La independencia de un juez se mide por sus sentencias, deben aplicar el espíritu de la ley, huyendo de su ideología y simpatías al aplicarla a la persona que juzga.

Y resulta muy curioso, por no decir otra cosa, que se aplique a ciertas personas y no a otras.

En este país nuestro estamos acostumbrados a leer sentencias que sacan los colores a un muerto.

Y me atrevería a ir un poco más lejos, no debe ser la unanimidad la que valide la calidad de la sentencia, y si la correspondencia del posible delito con la pena impuesta. Desde mi modesto punto de vista esa unanimidad me parece por lo menos "rara".