sábado, 10 de diciembre de 2011

OJOS COMO PLATOS





Los niños son un manantial donde nunca deja de fluir el agua de lo maravilloso, de lo sorprendente. Esta tarde he llevado a Manuel al Teatro Ideal Cinema (era la segunda que vez en su vida que iba al teatro) para que viera un musical de canciones de Disney, por el que han desfilado algunos de esos personajes de película de dibujos animados que le gustan tanto: la Bella y la Bestia, Aladin, los bichos del Libro de la Selva y sobre todo Peter Pan y el Capitán Garfio. Qué ojos ha tenido durante la hora y pico de función: abiertos como platos, casi sin pestañear. Yo le preguntaba en un susurro que si le estaba gustando y sin palabras, moviendo la cabecilla sin dejar de mirar hacia el escenario para no perderse nada, decía que sí, y sólo ha hablado para preguntar cuándo salen, que no han salido, los personajes que más le gustan: la bruja de Blancanieves o el tío malvado del Rey León, o cuando me ha pedido que lo llevase a hacer pipí y en el servicio ha dicho que nos diésemos prisa, porque no quería perderse nada. Pero lo que más me ha sorprendido, y más me ha llenado de ternura, ha sido cuando he vuelto la cabeza y he visto sus manecillas intentando atrapar los rayos de luz de colores que salían desde el escenario hacia la sala. Bendita inocencia que justifica todas las esperanzas del mundo.

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