domingo, 31 de enero de 2010

O FIESTA O POLÍTICOS: UNA DE DEMAGOGIA




Ayer, al frescor de unas cervezas, me contaba un amigo que tuvo la curiosidad de asistir al último pleno del Ayuntamiento de Úbeda, celebrado el martes pasado, que en un momento del mismo un concejal de Izquierda Unida tomó la palabra y lanzó un “vibrante” y jaleado discurso. Discurso que se dirigió contra las fiestas y fastos y actos culturales organizados en la ciudad, proponiendo que el dinero de la Feria de San Miguel, los toros, los conciertos y demás se destine a la construcción de una residencia para disminuidos.

¿Es necesaria una residencia para disminuidos? Sin duda: debería darnos vergüenza el trato que estas personas han venido recibiendo por parte del Ayuntamiento, alojados para realizar sus talleres en el antiguo y agrietado Matadero Municipal con más pena que gloria. Pero, ¿la mejora en el trato y los servicios que reciben estas personas tiene que hacerse suprimiendo las fiestas y actos culturales de que disfruta la mayoría de los ubetenses? Es ahí donde radica la cuestión: en que parece que las fiestas son el colmo de todos los males, el vértice de todos los derroches, el summun de todos los despilfarros. ¿El único dinero malgastado por el Ayuntamiento es el destinado a fiestas? ¿El dinero destinado a fiestas es dinero malgastado?

La fiesta, aunque algunos no se lo quieran creer, son consustanciales a las sociedades, a todas las sociedades: no hay una sola sociedad que incluso en los momentos más difíciles no se haya reunido, ayuntado, para conmemorar las fiestas trazadas con tinta roja en el calendario. Los datos ofrecidos en este sentido por la antropología son abrumadores, pero los propios datos de la historia de Úbeda también nos indican que en otras épocas de crisis la gente ha sentido la necesidad de “echar la casa por la ventana” para celebrar, conmemorar, para afirmarse como sociedad. Para espantar –¿no es lícito el esparcimiento ocasional de quienes viven agobiados por los problemas cotidianos?: eso es la fiesta– los agobios y burlar la cruda realidad.

En El sitio de Leningrado Michael Jones cuenta el estreno de la 7ª Sinfonía de Shostakovich, el 9 de agosto de 1942. A esas alturas del sitio alemán, los habitantes de Leningrado habían conocido todos los horrores del hambre, las enfermedades, y decenas de miles habían muerto y habían sido enterrados en fosas comunes o se habían quedado congelados bajo el hielo y la nieve. Mientras, los dirigentes del Partido Comunista y sus familias gozaban de todos los lujos: calefacción, comida abundante y lujosa, champán, cigarros, vodka. En medio de ese caos y esa desesperación, Karl Eliasberg reúne a los pocos músicos de la Orquesta de la Radio de Leningrado que sobreviven y ensayan la Sinfonía. Los músicos están heridos, hambrientos, muchos se desmayan durante los ensayos: pero ahí algo que los impulsa a seguir, y es la convicción de que en la música –un derroche, algo superfluo en una ciudad acosada por la muerte–, en la interpretación de la Sinfonía, en ese acto cultural y casi festivo por lo dilapidador, es posible habilitar un punto de encuentro moral de todas las víctimas de Leningrado. Los supervivientes del sitio han contado la emoción profunda que sintieron aquella tarde, cuando los altavoces de la ciudad y del frente llevaban la música a aquellas gentes famélicas y desesperadas, la capacidad para reafirmarse como unidad, para superar sus miedos y sus angustias personales.

Evidentemente la situación de la Úbeda del siglo XXI no es comparable al Leningrado de los años 40, pero esa anécdota ilustra sobre el valor que incluso en las situaciones más difíciles tienen los gestos que parecen pequeños, tontos, innecesarios, como un concierto, una corrida de toros o una feria con sus carruseles y sus payasos.

¿Es necesario atender mejor a las personas con problemas? Sí. ¿El único dinero derrochado por el Ayuntamiento es el de las fiestas y las culturas y es de la supresión de ese gasto de donde debe salir la cantidad suficiente para atender los “problemas sociales”? No.

La política es marcar prioridades y asignar y gastar en aquello que se considera más prioritario. Para Izquierda Unida es prioritario atender a los disminuidos y cree que para ello hay que pinchar el globo de las fiestas. Pero Izquierda Unida juega con trampa, porque no revisa qué otros gastos tan derrochadores e innecesarios como los de la Feria, o más derrochadores e innecesarios, podría suprimir el Ayuntamiento. O podría, incluso, suprimirlos antes y con menos “coste social”, porque como la Feria va destinada a todos los ubetenses su supresión afectaría potencialmente a todos, pero la supresión de otros gastos sólo afectaría a los pocos destinatarios de los mismos.

Demagogia por demagogia, le propongo un juego a los que tanta inquina le tienen a la política cultural y de festejos que proponen la supresión de su gasto municipal. ¿Qué gasto debe suprimirse antes el de la aportación a la Semana Santa y los Carnavales y el Festival de Música o el de las “indemnizaciones” a los concejales por asistir a comisiones –60 euros, aunque ni hablen ni paulen– o a plenos –120 euros, aunque se dediquen sólo a levantar la mano–, el de la Feria o el de las asignaciones a los grupos municipales, el de las Fiestas del Renacimiento o el sueldo del alcalde y los concejales con responsabilidades? Pero nadie propone suprimir o recortar o ajustar todos esos gastos que, a ojo de buen cubero, deben rondar los 400.000 euros anuales, y que son gastos ciertamente más innecesarios, con menos repercusión social y evidentemente peor vistos por los ciudadanos que los gastos de fiestas y cultura. ¿Qué esta entrada es demagógica? No menos que lo que mi amigo querido me contó del pleno, se lo aseguro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por tu valor civil, eres un ejemplo de ciudadano, ubeda necesita ciudadanos comprometidos como tú.

Job dijo...

Qué importante es el contexto y qué compleja la comunicación. Efectivamente, estoy de acuerdo contigo en que las fiestas están en el tuétano de lo social -las que forman, las que deforman, las construyen, las que destruyen, las que ofrecen valores, las que venden contravalores, las que molestan...incluso al buen gusto...- todas. Por mi humilde formación clásica y por mi edad he conocido y sufrido el significado del aforismo "pan y circo"...Aunque, cuidado, porque según dónde y cómo lo utilices alguien podría pensar que es un ataque a los funambulistas....Saludos festivos

Manuel Madrid Delgado dijo...

Job, es verdad que los políticos han tratado siempre de reducir la política a la máxima romana. Pero esa me parece una visión estrecha del hecho festivo: la fiesta, la celebración, el derroche, son consustanciales a la esencia humana. Eso se aprecia mucho más en el calendario pagano (tan vitalista, tan ligado a los ciclos vitales de la tierra, a las estaciones) que en el cristiano. Pero este sería un tema muy largo y no sé si interesante para todos los que caminan por aquí.
Un saludo.