miércoles, 30 de abril de 2008

VÍSPERAS DE ROMERÍA



Vísperas de Romería. Lo que significa vísperas de vivencias importantes, de un torrente de sentimientos. El año pasado fue un descubrimiento el camino hasta Guadalupe, en la madrugada. Una experiencia única, que todo el mundo debería vivir, y que levantó en mi interior cosas que ni yo mismo conocía. ¿Es esto la herencia de todo el tiempo ido? Hablar de “sentimiento oceánico” sea tal vez la aproximación más exacta a eso que viví, porque uno se siente como una partícula en un océano infinito cuando suenan los primeros cohetes, en la Torrenueva, o cuando comienza a bajarse la cuesta entre los olivos, o cuando estos se acaban y se abre el trigal mecido por el viento. O cuando la Virgen sale por la puerta, para iniciar el camino a Úbeda, y ese sentimiento será mayor este año, cuando no esté allí Paco Vargas para emocionarse aunque seguirá emocionándose El Coronel y otros muchos.

Este año, además, tenemos incorporaciones que suplen la ausencia de Pepe, que anda por esos mundos de Dios de luna de miel. Y estarán Paco, ya confirmado, y Juan, por confirmar aún. Y como ya somos zorros viejos y sabemos que la leche y las madalenas no son aptas para el cuerpo sometido a los envites del madrugón, hemos preparado una bota de vino y chorizos y tocino y ochíos…

Pues eso, que mañana es la Romería, y que siento ya ese hormigueo íntimo que me cosquillea el corazón cuando se aproxima algo importante. Mañana lo es: por el rato que se comparte con los amigos, por descubrir el amanecer sobre el campo quieto, por sentir una conexión honda con lo que no se conoce. Definitivamente todas estas vivencias compensan el cansancio, porque se queda el alma ligera mientras –camino de Santa María, ya en Úbeda– el cuerpo sienta todo el peso de tantas horas.

viernes, 25 de abril de 2008

25.2 O LA NEGACIÓN DEL MAL



El padre del artículo 25.2 de la Constitución debía ser un iluso, un malvado o ambas cosas. O descendiente directo del que redactó –en 1812– aquello de que "los españoles son buenos y benéficos". Fuera lo que fuera aquel irresponsable, el caso es que ha llegado la hora de modificar ese artículo para que la reinserción no sea el norte que guía la ley penal. ¿Viola alguien a una niña y la asesina y lo que buscan su juicio y su condena es reinsertarlo? Algo falla: porque lo primero que tiene que buscar la sociedad no es reinsertar al delincuente –al menos no al que comete crímenes terribles– sino hacer justicia para con la víctima. La reinserción tiene que venir después, cuando esté la deuda pagada.

Nuestra sociedad se basa en las renuncias que todos hacemos para poder convivir: para ello renunciamos al legítimo derecho de venganza. Nos hacen daño y confiamos en que otros –nosotros: la sociedad– nos harán justicia. Pero la Constitución se burla de esto: cuando a un pederasta o a un asesino o a un violador comienzan a descontarle años de cárcel –por estudiar o por hacer encaje de bolillos– desde el primer día, entre todos hemos roto la dignidad de la víctima, hemos pisoteado sus derechos. Cuando de Juana Chaos salga a la calle, cada muerto le habrá costado apenas nueve meses de cárcel: todos habremos matado un poco a los que él asesinó. Como todos matamos un poco a Sandra Palo o a Mari Luz. Hay que recuperar un derecho penal que se fundamente en la justicia, en el sentido reparador de la justicia: consolar al dañado, recomponer al roto. Castigar al criminal. Porque si no, nos convertimos en cómplices.

A la Justicia la pintan ciega y por eso no ve la única realidad incontrovertible, que es la de la existencia del mal, ese algo congénito a nuestra condición de hombres: existe el mal porque nosotros existimos. El optimismo sobre la constitución moral de la persona da lugar a la injusticia del artículo 25.2. Pero ya es hora de asumir que Hobbes ha ganado la partida. Jorge Semprún avisó de que el mal es lo inhumano en el hombre, nuestra propia inhumanidad. El mal es un proyecto personal, una posibilidad vital: uno siempre puede elegir hacer el bien. A nadie se le obliga a asesinar, a violar, a asaltar el domicilio de una familia y a golpearla para robarle. Nadie está obligado a ello, no se impone el ser malvado. El mal es siempre una opción: se causa el mal gratuitamente, porque siempre se puede elegir hacer el bien. (Quien hace el mal sin querer es un enfermo: y entonces hay que encerrarlo, para que no vuelva a causar daño.) De hecho, el fundamento teórico de la reinserción es enseñar a las personas a que elijan el bien. Pero, ¿cabe siempre la reinserción?, ¿es siempre moralmente aceptable? No, sinceramente no. La vida que cada uno haya podido tener no justifica el ejercicio del mal: uno causa daño –asesina, golpea, viola– porque quiere, porque es malo. Y la maldad no puede salir tan barata.

(Publicado en Diario IDEAL, ediciones de Jaén y Almería, el 24 de abril de 2008)

lunes, 21 de abril de 2008

MANIFIESTO

DÍA DEL LIBRO

EN DEFENSA DE LA BIBLIOTECA PÚBLICA "JUAN PASQUAU"



El nivel cultural y cívico de una ciudad viene determinado por el trato que dispensa a su Biblioteca. La Biblioteca Pública es fundamental para crear cultura, porque no hay cultura si no existe amor al libro: el libro es la palabra que crea y la soledad que genera, el libro es el espíritu que se eleva y la aventura que se vive. En los libros está –fresca y palpitante– la vida y ellos son lo mejor de la cultura.

Cuando se pretende que las Bibliotecas Públicas sean un escenario más del cúmulo de espectáculos en que se ha convertido la cultura en nuestro país, hay que recordar que incluso reducida a un angosto e incómodo almacén de libros la biblioteca crece, se regenera y se recrea cada vez que un ciudadano acude a ella para ejercer el delicado y democrático derecho, igualitario y republicano, en que consiste la lectura. Ejerciéndolo es como mejor crecemos en nuestra condición de seres libres.

Por eso es imprescindible que los poderes públicos se impliquen en la Biblioteca. Los habitantes de esta ciudad, de todas las ciudades, tenemos un derecho fundamental de acceso a la cultura, porque así progresamos como ciudadanos. Pero no hay cultura allí donde la Biblioteca Pública gime en el olvido.

Quienes guardamos un entrañable recuerdo de nuestra primera visita a la Biblioteca Municipal, los que quisiéramos verla como buque insignia de la cultura de nuestra ciudad, asistimos atónitos al papel que se le ha reservado.

Mientras no han parado de gestarse hitos culturales –fatuos, festivos, fugaces y caros– la Biblioteca ha sido olvidada. La democracia ubetense no ha encontrado ocasión para dotar a la Biblioteca “Juan Pasquau” de la dignidad que merece. Sólo los espacios sobrantes, las migajas del presupuesto, los rincones del olvido. Siempre otros compromisos que cumplir, otras prioridades que atender, otras urgencias que sofocar: el libro y el sagrado espacio cívico de la Biblioteca no han importado demasiado a las corporaciones democráticas en los últimos treinta años.

Consideramos que ha llegado el momento de poner fin a esta situación. Ha llegado el momento de que la Biblioteca vea reconocida su dignidad, que es la dignidad del libro, la dignidad de la cultura. Ha llegado el momento de desalojar lo que sea para que la Biblioteca Municipal tenga el espacio que necesita. Ha llegado el momento de cambiar las prioridades. Ha llegado el momento de que el presupuesto municipal prime lo importante sobre lo vistoso. Y lo importante aletea en el silencio de la Biblioteca Municipal y en la soledad ante un libro abierto. Y lo importante es que la Biblioteca inunde los recuerdos de la infancia, ilumine los ensueños adolescentes, disipe las zozobras adultas y vertebre ese delicado equilibrio de hábitos, conductas, creencias y sueños que constituyen la cultura de un pueblo.

SUSCRIBEN ESTE MANIFIESTO

ANTONIO MUÑOZ MOLINA
(Escritor, Académico de la Lengua)

REVISTA “IBIUT”, CASA DE ÚBEDA EN MADRID, COFRADÍA DE JESÚS NAZARENO, ASOCIACIÓN CULTURAL “ALFREDO CAZABÁN LAGUNA”, PEQUEÑO TEATRO UBETENSE, MIGUEL PASQUAU LIAÑO (Magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, escritor), RAFAEL BELLÓN ZURITA (Cronista Oficial de la Ciudad, catedrático de Secundaria), RAMÓN MOLINA NAVARRETE (maestro, escritor, poeta), ANTONIO ALMAGRO GARCÍA (profesor de Magisterio, historiador), JOAQUÍN MONTES BARDO (catedrático de Secundaria, investigador), AURELIO VALLADARES REGUERO (catedrático de Secundaria, investigador), JOSE BIEDMA LÓPEZ (Director del IES “Francisco de los Cobos” de Úbeda, filósofo), DIEGO MARTÍNEZ MARTÍNEZ (Director del Archivo “Manuel de Falla” de Granada), MARÍA DOLORES LIAÑO PEDREIRA (Directora del Archivo y Biblioteca Provincial de La Coruña), MANUEL JURADO LÓPEZ (escritor, ganador del I Premio de Poesía “San Juan de la Cruz–Ciudad de Úbeda), MARÍA SANZ (escritora, ganadora del II Premio de Poesía “San Juan de la Cruz–Ciudad de Úbeda), JUAN PASQUAU LIAÑO (médico), MANUEL MADRID DELGADO (politólogo, escritor), EUGENIO SANTA BÁRBARA MARTÍNEZ (maestro, webmaster de ubedaenlared.com), JUAN ENRIQUE GARCÍA-BLANCA ROA (dramaturgo), PEDRO MARIANO HERRADOR MARÍN (investigador), ALBERTO ROMÁN VILCHEZ (periodista), VICENTE RUIZ GARCÍA (profesor de Secundaria, historiador), MARÍA JOSÉ ACOSTA ARZA (profesora de Secundaria), RAMÓN BELTRÁN ALMAZÁN (A.C. "Alfredo Cazabán Laguna"), FRANCISCO JAVIER TORRES LÓPEZ (funcionario), VICENTE MIGUEL RUIZ FUENTES (Doctor en Historia del Arte, investigador), FRANCISCO JAVIER GRANERO, LÓPEZ PABLO JESÚS LORITE CRUZ (Licenciado en Humanidades y doctorando), CARLOS JAVIER GÓMEZ BERLANGA (Informático), VICENTE MIGUEL RUIZ FUENTES (Doctor en Historia del Arte. Investigador), PABLO RUIZ CASADO (funcionario judicial), ANGELES FUENTE DEL RIO, DIEGO DE LA CRUZ MARTÍNEZ LÓPEZ (Funcionario), JUAN ANDRÉS ORTEGA NAVARRO, JOSÉ RUIZ QUESADA (Catedrático de Tecnología. IES Los Cerros), JUAN NAVARRETE GONZÁLEZ (Funcionario), BLAS MOLINA REYES (Historiador del Arte, investigador), JOSEFA RAMÍREZ ARANDA, ANTONIO MANUEL MEDINA GÓMEZ (Recepcionista, diplomado en Magisterio, escritor), FRANCISCO SALIDO EXPÓSITO (oficial administrativo), JOSE MANUEL ALMANSA MORENO (Profesor Ayudante Doctor. Dpto. Patrimonio Histórico, Universidad de Jaén), MANUELA MILLÁN SANJUÁN (Psicóloga), JOSÉ CARLOS GUTIÉRREZ PÉREZ (Presidente de la Asociación Cultural y de Estudios Jamilenudos ASCUESJA), TOMÁS RODRÍGUEZ PEÑAS (vexilólogo), FEDERICO JOSÉ HERAS DELGADO (informático), FRANCISCO JAVIER MARTÍNEZ AYLLÓN (abogado), JOSÉ LUIS LATORRE BONACHERA (Director del Museo Arqueológico de Úbeda), ELENA MONTEJO PALACIOS, MANUEL CONTRERAS GALLEGO (Profesor de Magisterio), DANIEL AMARO MESA (administrador de www.ubedadigital.com), JUAN ANTONIO SORIA ARIAS (ubetense), ANTONIO DE LA BLANCA DE LA PAZ (maestro), SILVIA RASÉ (modista), M. CARMEN SANTIAGO D´ADDARIO (funcionario), SOLEDAD GOMEZ CANO (enfermera), AGUSTÍN GARCÍA-CARO TORRENT (jubilado), ALONSO CANO MEDEL, JUAN MANUEL ÁLVAREZ PÉREZ (Arquitecto Municipal Ayuntamiento de Úbeda), ANDRÉS NOVA MOLINA (funcionario), JOSÉ MARÍA BERZOSA SÁNCHEZ (Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de Magisterio de la Safa de Úbeda), SANTIAGO MUÑOZ DE LA TORRE (Agente Comercial), BEATRIZ ALONSO PRIETO (Becaria del departamento de Prehistoria y Arqueología de la UAM), LUIS JUAN GÓMEZ (funcionario), ANTONIO JOSÉ NAVARRO SORIANO (Oficial 1ª mantenimiento, pintor industrial), ALFREDO BELLÓN CAZABÁN (Arquitecto Técnico), MANUEL EXPÓSITO MORENO (Director de Radio Úbeda), MÓNICA MENÉNDEZ GONZÁLEZ (Archivera), GUADALUPE NAVIDAD BEDMAR (Maestra), FELIPE TUDELA ZAFRA (Profesor de Primaria), JUAN ÁNGEL LÓPEZ BARRIONUEVO (Autónomo), CLARA ALMANSA MORENO (Trabajadora social), MARÍA ESTHER REAL MORENO (Maestra de Educación Infantil), ANTONIO MOYAR LÓPEZ (Ingeniero en Informática), CARMEN GUTIÉRREZ PÉREZ (estudiante), JOSÉ LUIS LATORRE SALIDO (Profesor de Educación Física-Colegio Salesiano Sto Domingo Savio de Úbeda), ALFONSO DONOSO BARELLA (Maestro, C.E.I.P. "Juan Pasquau"-Úbeda), Mª ESTHER NAVARRO ARDOY (estudiante), MARI CARMEN RÁEZ MADRID (ama de casa), VÍCTOR PÉREZ CÁRDENAS (Director SAFA, Profesor de Historia), MARÍA LUISA CÁTEDRA OLIVARES (ciudadana) y varias decenas más de ciudadanos que han manifestado su apoyo a través de la web vbeda.com

viernes, 18 de abril de 2008

DE LA TURBA Y DE LA RABIA



El lunes se nos despachaba la noticia de que una multitud había intentado linchar al hermano del asesino de la niña Mari Luz y a su familia, en Huelva. Está claro: la muerte cruel de Mari Luz ha vuelto a enseñarnos el fondo oscuro del que todos estamos hechos. Y hemos visto, nuevamente, que toda nuestra historia se reduce a comprobar que tenían razón Hobbes y Darwin.

Supongo que habrá todavía por ahí quien siga pensando que el ser humano es bueno por naturaleza: son los optimistas genéticos, que suelen ser ciegos sociales. La ceguera ante la realidad social es muy peligrosa, porque da palmaditas en el hombro de los criminales mientras les dice “no lo hagas más, hombre de Dios”. Y no, no caben razones para el optimismo cuando hablamos de la constitución íntima del ser humano: las personas tenemos más de cosa despreciable que de elevación luminosa. Y lo estamos viendo ahora. No se trata ya de volver a insistir en la chapuza moral que es el derecho penal español, en la aberración ética del artículo 26 de la Constitución y en el timo que suponen para las víctimas. No es eso, aunque podría serlo sin problemas: ahora hay que pensar no en leyes injustas sino en las personas. Y sobre todo en las personas indignadas.

La indignación ha sido siempre compañera de cama de la cobardía. Y todo se pone a punto de ebullición cuando se junta la masa. El indignado profetiza su rabia en las plazas del mundo y se le une una corte de castrados morales: así de fácil es montar el coro de la rabia. Podemos soñar con algún tipo de salvación para el ser humano si pensamos en el individuo, en el hombre solitario, en el ser sacado del rebaño. Pero cuando toca hablar de la masa –que es la turba– entonces ya no hay milagro posible: porque es en la masa donde el hombre saca lo peor de sí. Su peor condición, que tal vez sea su condición verdadera. Como el ser humano es un ser gregario, puede que sólo entre la grey –hecho tropel, perdida su condición de persona y convertido en gentuza– manifieste su radical realidad.

Y así llegamos a lo de Huelva. Desconozco quién es el hermano del asesino de Mari Luz. Y me importa poco: dicen los periódicos que vive en la misma barriada marginal que la familia de la niña, que está casado y tiene tres hijos. Que se gana la vida haciendo chapuzas como pintor. Que nunca nadie tuvo problemas con él. Lo que no dicen, pero dejan entrever, es que ya ha sido juzgado y que su crimen es horrible: tener la misma sangre que el asesino, como si uno pudiera elegir el rojo líquido que le corre por las venas. Es curioso: los ciudadanos somos incapaces de plantarnos ante una clase política que no reconoce que el mal se ejerce libremente, pero tenemos tantas agallas que condenamos a alguien por lo que no puede elegir, su sangre, su familia. O sea, que la cosa queda en que el que libremente mata es tratado con todo primor por el derecho penal, mientras el que no pudo elegir su hermandad es linchado moral y socialmente. Me parece que es a esto lo que llaman justicia.

Tan han sido juzgados este hombre y su familia que él se ha quedado sin trabajo y sus hijos no pueden ir al colegio. Posiblemente su mujer no pueda bajar al supermercado de la esquina. Ya lo sabemos: han cometido un crimen terrible. Así lo han decidido sus vecinos, que a la noche del lunes intentaron destruir su casa y sus vidas. Así lo ha decidido el padre de la niña muerta, que pasó por hombre sereno y sensato pero que no deja de sembrar dudas sobre este puñado de infelices, alentando la escalada de agresiones, calentando a la masa: se ha convertido en profeta de la turba y de la rabia. Tal vez así lo hayamos decidido todos nosotros, que miramos impasibles esa amargura lenta: ¿alguien me explica que crimen ha cometido una adolescente de 17 años por ser sobrina de un asesino? Si ser familiar de un asesino es un crimen, ¿por qué no fueron estos justicieros de Huelva a linchar a la familia de Farruquito?

No, no hay lugar para levantar esperanzas: el mundo fue y será una porquería y el siglo está problemático y febril. Aunque los políticos enseñen sus caras de bobos sonrientes al prometer que el peso de la justicia –que está anoréxica– caerá sobre los criminales. Aunque sea abril y estén soleadas las plazas de la mañana no hay esperanza porque en las plazas de la noche aguardan –encapotados y oscuros, con las afiladas hachas del odio– los guardianes de la venganza: el lunes asaltaron una casa de Huelva porque olieron la sangre que tiembla de miedo, que hay sangre que se encoge y se refugia en un piso de pobres para que no la olisquee la bestia que llevamos dentro. No, no hay esperanza: es el hombre un ser creado en la tiniebla.

(Publicado en Diario Ideal, edición de Granada, el 17 de abril de 2008, y en las ediciones de Jaén y Almería el 18 de abril)

14 DE ABRIL



Hay lugares sacados de un relato de Borges: acumulan legajos, libros, mapas de mundos imaginados, retratos de desconocidos y partituras sordas. Conozco uno de esos lugares: cada 14 de abril se despliega allí una bandera mutilada, que le cortaron la franja morada y el escudo coronado de castillos. En el raso rojo y amarillo, sobre las ramas de olivo bordadas, quedan los tijeretazos, mudos testigos del odio. Esta bandera rota –como nuestra propia alma– es el vestigio último y romántico de un día lejano que aún nos sigue emocionando. ¿Se perdió el brillo morado de la bandera? No sé, pero cada 14 de abril –hay golondrinas y naranjos en flor: la primavera ha venido– sigue tremolándose aquella bandera como sin brisa. Y nos produce cosquillas en los recuerdos, que ya advierte el poeta que la nostalgia peor es la de añorar lo que nunca jamás sucedió.

Emociona el 14 de abril. Emociona pensar en aquellos españoles de 1931 que tomaron las calles con la paz y la felicidad. Emociona imaginarse a Antonio Machado en el balcón del Ayuntamiento de Segovia izando la nueva bandera española. O a don Miguel de Unamuno haciendo lo mismo en Salamanca. O las plazas de cada uno de los pueblos de España, abarrotadas de personas –alegres personas– mientras la bandera tricolor rompía el sol y la mañana a los sones de “La Marsellesa” y del Himno de Riego. En medio de aquel júbilo, ¿qué pensaron nuestros abuelos que traería el futuro? Tal vez una España bulliciosa y civil, de camisas remangadas y olor a pan recién hecho que se cuece para todos, un país soleado y limpio, como un patio de escuela recién regado. Desde luego, cualquier cosa menos la guerra que luego fue y los asesinatos en las tapias de los cementerios. Tampoco podían pensar nuestros abuelos que aquel país festivo y abrileño –Azaña o Prieto o de los Ríos ponían notas de seria felicidad– acabaría convertido en este lodazal de estupidez en que vivimos.

“Hoy España de nuevo renace/ y es tan alto y tan grande el honor/ que en el hombre es un timbre de gloria/ el nacer y sentirse español.” De eso se trata: de sentirse español y republicano a la digna manera del 14 de abril. Aunque ahora no esté de moda lo de reclamarse español. Aunque sea imposible trazar una República: produce escalofríos pensar que pudieran presidirla Acebes o Carod o Carmen Calvo o Esperanza Aguirre o.... Por eso no nos quedan más España ni más República que la de esa bandera coja de morado y manca de futuro. Y es que no está el día propicio para ensayar la alegría: porque en las plazas ya no hay chopos que se agitan sino aparcamientos, porque ya no hay concejales que se llamen Antonio Machado ni existen las ideologías ni las ilusiones ni los políticos de altura. Nos han robado el mes de abril y han clausurado los balcones en que pudiera haberse enarbolado una felicidad. Una esperanza. Una España ilusionada.

Está oscuro el tiempo que vivimos: ¿podemos gritar “¡Viva la República!”?

(Publicado en Diario IDEAL el 17 de abril de 2008)

martes, 15 de abril de 2008

LA ERMITA Y EL PALACIO



La gran ventaja de haber defendido siempre que el título de Patrimonio de la Humanidad que le dieron a Úbeda (de Baeza tengo otra opinión) era demasiado arroz para tan poco plato, es que ahora estoy a salvo de sustos. Quiero decir: que no me extraña nada que se le vaya a pegar un edificio moderno a una ermita del siglo XVIII y que menos me extraña que se esté cayendo a pedazos un palacete francés del XIX. Como no me extraña que se destruyese Santa María y se inventaran una iglesia nueva, o como no me extrañaré el día que se derrumbe San Lorenzo y se caiga el artesonado de Santo Domingo (ahora el artesonado valioso y del que estamos orgullosos es del de Santa María: ¡toma ya!). Tampoco me extraña, claro, que estén levantando una planta más en el palacio del Conde de Guadiana o que pusieran sendos armazones de hierro en los patios del antiguo convento de La Victoria o del Parador. Y nada tiene de extraño que aquí las ermitas de San Bartolomé (despedazaron su retablo barroco hace cuatro o cinco años) o de Madre de Dios sean un montón de escombros. O que la lonja del Hospital de Santiago esté asfaltada y sus torres cojas, que parece el Hospital un chiste de La Codorniz y no la obra cumbre de Vandelvira.

He estado en algunas ciudades magníficas que son Patrimonio de la Humanidad (Salamanca, Santiago, Venecia, Praga, Córdoba, Sevilla) y me parece a mí que para tener este título hay que poseer más méritos que unas cuantas iglesias mal cuidadas y un puñado de palacios cerrados, aunque eso sí todo muy bien colocado en plazas preparadas para que aparquen cuantos coches quieran. Además de tener monumentos hay que “quererlos”. Y eso, ay, es lo que nos falla en Úbeda: que aquí se nos llena la boca hablando de El Salvador o de Santa María o del Hospital de Santiago, pero en el fondo nos importa bien poco lo que se haga con ellos. Dirá alguien que exagero, pero yo creo que no y me remito a la lista de barbaridades que se cometen cada día en nuestro pueblo. Y digo se cometen porque, por ejemplo, el armazón del aire acondicionado del patio del Parador es una barbaridad que se estará cometiendo mientras no se quite. O porque el desmantelamiento de Madre de Dios es una barbaridad que se comete un día sí y otro también, sin que nadie ponga remedio. O porque se levantó esa aberración que es la fachada lateral del Juzgado y todavía no la han derrumbado y nos birló la Junta las rejas de sus ventanas y todavía no las ha devuelto. Y así todo.

Ahora, Tele Úbeda y el Diario Ideal, por el trabajo de nuestro amigo Alberto, nos ha vuelto a dar cuenta de dos atentados contra el patrimonio ubetense: se cae el palacio de los Orozco, el Obispado ha talado los árboles del huerto de la ermita del Paje para levantar un edificio nuevo que rompa la estética del templo. No preocuparse: aquí no pasará nada. Y se perderá la fachada del palacio, como se dejó desintegrarse aquella fachada espléndida de la esquina entre la Cava y la calle Pastores, para luego levantar una fachada nueva que imita a la otra. Y se perderá la única ermita que queda en pie en Úbeda, porque justamente allí es donde hay que levantar una casa. Y así se irá perdiendo todo, mientras nosotros miramos divertidos como no nos van faltando temas de los que hablar en los bares. Al final en la barra del bar siempre encontraremos a alguien a quien echarle la culpa: que si los curas, que si los políticos, que si los dueños de los palacios, nunca nosotros. En otros pueblos han descubierto las posibilidades que ofrece la Ley de Patrimonio Histórico para conservar edificios valiosos, pero eso aquí sigue siendo territorio virgen, por la incapacidad manifiesta de unos y para no enfadar a los de toda la vida y por nuestro silencio cómplice.

Por lo demás, podemos seguir estando muy orgullosos de ser Patrimonio de la Humanidad y podemos seguir celebrando renacentistas fiestas para conmemorarlo salerosamente: aunque nos roben la última ermita que queda en Úbeda, aunque se esté cayendo la fachada del palacio de los Orozco. Eso, Patrimonio de la Humanidad.

lunes, 14 de abril de 2008

MAÑANA DE ABRIL



Hoy es 14 de abril. Tal día como hoy, en 1931, a esta hora las calles de Úbeda –las calles de todos los pueblos de España– serían un hervidero de gente: una marea humana bajaba al Ayuntamiento para “proclamar la República”. Y allí estaban los viejos republicanos de la ciudad, emocionados. Allí estaba don Victoriano García, el músico grande, asistiendo al acto solemne, dirigiendo luego la banda que tocó “La Marsellesa” mientras se levantaba en el balcón central del Ayuntamiento la nueva bandera española. No sé por qué, pero este día me provoca siempre una tristeza y una melancolía: por la historia que puedo ser y no fue, porque al final la historia de España es siempre un muro blanco y grande, como de cementerio, frente al que se estrellan todos los sueños y todas las esperanzas.

La II República fue muchas cosas, pero el primer 14 de abril fue sobre todo un sueño de primavera. Como en las escenas tiernas de La lengua de las mariposas. Por eso el discurso que don Gregorio pronuncia el día su jubilación –el terrateniente se levanta y se va indignado del aula, el cura y el guardia civil no aplauden– es el homenaje mejor que se puede rendir a este día azul de nuestra historia, tan oscura.

Queridos niños, respetados convecinos.

En la primavera, el ánade salvaje vuelve a su tierra para las nupcias. Nada ni nadie podrá detenerlo: si le cortan las alas irá a nado; si le cortan las patas se impulsará con el pico, como un remo en la corriente. Ese viaje es su razón de ser.

En el otoño de mi vida, yo debería ser un escéptico y en cierto modo… lo soy. El lobo nunca dormirá en la misma cama con el cordero. Pero de algo estoy seguro: si conseguimos que una generación –una sola generación– crezca libre en España, ya nadie les podrá arrancar nunca la libertad.

viernes, 11 de abril de 2008

ANTONIO GUTIÉRREZ "EL VIEJO"



¿Cuánto dura la memoria? ¿No es acaso como la niebla deshilachada por la luz del mediodía?… ¿Estamos hechos de la misma materia de los sueños? ¿Somos mera sucesión de desvanecimientos, evocaciones derrotadas cada instante?… No: no todo es morir. Porque a veces es más fuerte la memoria que la muerte, pues cosemos el recuerdo con los hilos –delicados hilos– del corazón, que nunca se deshacen. Porque hay ocasiones en que la vida es la vida y se reclama alegre pese a la muerte y sabe a playa y a risa y a pinares. Así es la memoria que tenemos de Antonio Gutiérrez “El Viejo”: hoy se cumplen ocho años de su muerte y sigue estando presente cada día, que no pudo lo efímero deshacer su persona.

¿Quién fue “El Viejo”?… Sabemos que nació en Jódar el 10 de agosto de 1924 en una familia humilde que pronto se trasladó a Úbeda, que trabajó de niño en la finca del general Saro, que tuvo un puesto en la Plaza de Abastos, sabemos que juró su amor y que Guadalupe murió… Entonces él era joven –siempre fue joven– y sus sueños rotos encontraron consuelo entre los Jóvenes de Acción Católica. Y acabaron convertidos en una ingente obra de bondad: “El Viejo” fue candil que alumbra y grano de mostaza. Y eso es lo que importa: Antonio Gutiérrez fue –es, sigue siendo– un hombre bueno. ¿Puede decirse algo más hermoso de una persona? ¿Ser bueno no es el mérito mayor en este mundo trajinado por idiotas y malvados? ¿De que sirven los títulos o los reconocimientos frente al certificado de alma limpia que expide la realidad luminosa de la bondad? “El Viejo” fue bueno por ese Campamento de La Barrosa en que miles de ubetenses dejamos nuestros mejores años, por La Patera y por el Polideportivo, fue bueno por su entrega con los necesitados. Fue bueno porque no sabía ser otra cosa. Es así de fácil: hay personas que son buenas por vocación, casi por obligación. (Esto no significa que “El Viejo” no tuviera su genio ni sus ratos de mala uva. Los tenía. Pero todo lo compensaba luego con esa sonrisa de niño grande que siempre conservó, con el codazo cómplice, con la broma inesperada.)

Están los que hacen “el bien” para ganar medallas o pedazos de cielo. Antonio Gutiérrez renunció a la Medalla al Mérito Civil y su honda convicción cristiana no le hizo esperar –cruzado de brazos– la dicha de la eternidad: quiso construir la felicidad aquí y ahora porque creía que Dios es una exigencia para desenterrar sonrisas, un impulso de generosidad. Era su fe como la de un niño, sin complicaciones teológicas: cada noche –en La Barrosa– se sentaba ante su Virgen de Guadalupe y le hablaba con el corazón, le contaba sus preocupaciones, los afanes del día, las travesuras de los críos, sus risas. Rezaba con la emoción del alma entera y obraba con la sinceridad de aquel que tiene limpia la mirada, como un amanecer que inunda de luz los océanos. Sí… a la tarde de abril lo examinaron en el amor. Y debió sacar buena nota, pues no podemos olvidarlo.

(Publicado en Diario IDEAL el 10 de abril de 2008)

miércoles, 9 de abril de 2008

UN DISCURSO PARA ATERRIZAR



¿Marca el discurso de investidura de Rodríguez Zapatero un nuevo rumbo en la política del PSOE? Es pronto aún para saberlo, pero el complejo mensaje del 9-M a más de la percepción cada vez mayor de crisis económica, parece aventurar un cambio de rumbo en la política gubernamental. No en vano, el PSOE ha renunciado a pactos con los nacionalistas que puedan hipotecar las políticas de los próximos años: ¿hemos asistido a la puesta de largo del fin de la ensoñación nacionalista del PSOE? ¿Han pasado los socialistas de una política fuertemente mediatizada por las tensiones y cuestiones territoriales y trazada –erráticamente trazada– más por las presiones de los socios nacionalistas que por el propio convencimiento social de su necesidad, a una política que pone su punto de mira en los perentorios problemas de la gente?

Durante los dos últimos años el gobierno socialista se perdió en disquisiciones territoriales y estuvo a punto de naufragar por el tema de ETA. Sólo el radicalismo del PP ha salvado al PSOE de la derrota electoral. Ahora, la inminencia de la crisis económica –cuyos síntomas son cada vez más visibles– tira del gobierno socialista y vuelven a situarlo en el terreno del que nunca debió salir: los problemas de las personas.

Sin duda es bueno para ZP que los nacionalistas hayan acusado su discurso de ser “demasiado centralista”. Eso quiere decir que los focos ya no están puestos sobre unas cuestiones territoriales que cosecharon masivas abstenciones en los referéndum estatutarios. El discurso del candidato Rodríguez Zapatero ha vuelto a fijar la atención en los problemas que padecen amplias mayorías de este país. Y así, una parte considerable de su discurso se ha centrado en hablar de becas, pensiones, salarios. Y crisis económica. Porque no olvidemos que la crisis puede convertirse en la protagonista de una legislatura, asfixiando con su cruda realidad los altos vuelos reformistas que en su discurso ha dibujado el candidato Zapatero.

El PSOE acaba de aterrizar en la realidad de los españoles: ojalá la crisis económica no reviente el tren de aterrizaje.

(Publicado en www.fundacionsistema.com el 9 de abril de 2008)

martes, 8 de abril de 2008

TARDE DE LLUVIA



He visto llover en lugares maravillosos, mágicos: en Sevilla, en Venecia, en Praga, en Madrid, en Sepúlveda, en Granada. Porque hay ciudades, pueblos, como hechos para la lluvia: están cuajados de árboles o de ríos o se asoman al mar o son, como Venecia, ciudades para todo tiempo y toda vida y toda experiencia, también la del abandono solitario. En cada uno de esos lugares he vivido una tarde de lluvia que hoy ha regresado y que me ha traído los años mejores, ya derrotados. Lo pensaba mientras leía a Juan Pasquau, al que siempre hay que volver:

“Está lloviendo. Y en la tarde plomiza se lavan los recuerdos. Y todo el pasado, purificado, se nos acerca. ¿Pasó el pasado para siempre? Ciertamente, existen extensiones inmensas de tiempo lejano anegadas en el olvido. Hay un tiempo que se nos fue irremisiblemente. Pero hay otros ayeres que se nos quedaron, que llenan nuestros huecos, que nos asisten e iluminan. Es lo pretérito que se repasa por el corazón, que eso es el recuerdo. (...) Lo que se queda, desvinculado ya del tiempo, hila y devana la honda textura del alma. Con lo que queda, desprovisto de inminencias y de urgencias, vamos haciendo nuestro patrimonio, componemos las ideas y sentimientos que de verdad son genuinamente nuestros. (...) Una tarde de lluvia nos sitúa en el margen intemporal del espíritu, nos comunica delgada, delicada, misteriosamente con la pura desnudez propia, íntima. Soledad, silencio y un tanto de nostalgia hacen clima a verdades que no aciertan a sostenerse de pie entre el zarandeo bullucioso de los pujantes días estivales.”

Eso lo escribió en 1974, una tarde de septiembre (cuando todavía llovía en septiembre y cuando la Feria era la antesala del otoño). Pero ya en 1968 había escrito que “la primavera es hechura de la lluvia” y que la luz de la tarde lluviosa “no tiene deseos”. Y en esas reflexiones sobre la tristeza había ido desgranando todos sus recuerdos.¡Recuerdos! No somos otra cosa. Por eso duelen de dolor hermoso estas tardes de lluvia: porque nos devuelven al niño que, aburrido, miraba la lluvia tras los cristales en sus aulas de los jesuitas mientras soñaba con pisar los charcos; porque nos devuelven al universitario que faltaba a clase porque las tardes con lluvia hay que echarlas en la cafetería; porque me devuelven una tarde de abril en la Maestranza de Sevilla o el asfalto mojado de Madrid mientras yo burlaba la lluvia en las librerías; porque me devuelven lo más limpio de mis recuerdos. Bendita lluvia de abril.

viernes, 4 de abril de 2008

"VIERNES DE PAJARILLOS"

¿Para qué negarlo? Sin duda, algunos de los mejores días del año son los "viernes de pajarillos". Esto es: los viernes en que los amigos nos juntamos en el bar de Jamones a comer. Sí, a comer pajarillos fritos, entre otras cosas. Hoy ha sido uno de esos días y hemos estado Pepe Arias, Lázaro, Nani, Ana, Juan Ángel, Antonio del Castillo (merecen la pena los "viernes de pajarillos" aunque sólo sea por verle la cara de felicidad), Manolo Herrera (que necesita algunas alegrías) y un servidor. Como siempre, el rato ha merecido la pena. Como siempre hemos estado en la gloria. Como siempre he vuelto a pensar que si algún día dejo de trabajar en el Ayuntamiento no voy a echar de menos ese trabajo ingrato y mal pagado y más cosas que mejor no decir aquí, pero voy a añorar mucho a mis amigos. ¿Sabré lo que es tomar café sin Pepe Arias? ¿Cómo se podrán pasar las mañanas sin los comentarios de Lázaro? ¿Habrá otro Archivo en el que perderse con Ramón Beltrán cuando la estupidez y el hastío aprieten? Es cierto: el Ayuntamiento es como un cárcel, pero si algún día encuentro la liberación tendré nostalgia de los amigos que allí dejo. Seguro.

UNA TARDE ÉPICA



Supongo que habrá sevillanos que todavía no han aterrizado, después de lo visto y sobre todo vivido ayer en La Maestranza. ¡Qué tarde! ¡Qué toros! ¡Qué toreros! Si los que lo vimos por televisión nos emocionamos, ¿qué no sería estar en la plaza, con sus silencios, con esa emoción que la muerte impone cuando se hace realmente presente como ayer sucedió, con el temblor del toreo hondo?

Después de lo de ayer, ¿quién puede decir que la fiesta del toro está muerta? Está muerto, claro, lo que hacen Ponce, Jesulín, El Fandi, El Juli, Rivera, El Cordobés o lo ligado a los toros de Domecq. Pero es que lo de ayer no tiene nada que ver con eso: ayer hubo toros, toros de verdad –en Victorino son de verdad los toros buenos y también los malos– y hubo toreros de valor seco pero emocionado, de arte contenido, de emoción. Ferrera y Pepín Liria se emocionaron: no era para menos, pues ambos se jugaron la vida. Sobre todo Liria, que por dos veces estuvo en las manos mismas de la muerte y la burló de puro milagro. ¡Qué torero éste que se va! Estoy convencido de que dentro de unos años los aficionados de verdad –que nada tienen que ver con esas masas estúpidas y orejeras que llenan las plazas– recordaremos a este torero inmenso, valiente con todo el corazón y sobre todo cumplidor: no creo que haya nadie que después de haber pagado su entrada para ver una corrida en la que toreaba Pepín Liria pueda decir que se siente engañado por él. Porque nunca ha engañado a nadie. Porque siempre se la ha jugado como ayer se la jugó, cuando ya nada tenía que demostrar pues está de retirada. Luego, la Presidenta decidió no darle la segunda oreja, que pidió una plaza abarrotada. Las orejas se cortan por torear bien, de acuerdo: pero también por derrochar arrojo y valentía con elegancia, que es lo que ayer hizo Liria. La Presidenta, negándole a Pepín Liria la segunda oreja de un toro de Victorino frente al que se jugó la vida, ha puesto el listón muy muy alto: esperemos que la semana de farolillos Ponce y su caterva de torerillos del pico no corten las orejas a pares por hinchar de mantazos a los toros de la estirpe Domecq.

También se jugó la vida Ferrera, sobre todo en los pares de banderillas que con unas distancias imposibles –y con arrojo temerario– puso al quinto de la tarde. Y El Cid volvió a demostrar porqué es –junto con Joselito– el mejor torero de los últimos treinta años: su izquierda ayer valió por toda una cátedra del toreo. Sencillamente, así es como se torea. Y lo demás son mentiras o componendas de figuritas. Como mentira son todos los toros que no se parezcan a los que ayer Victorino mandó a Sevilla.

Los toreros y los toros de ayer nos enseñaron que la fiesta no está muerta –del todo– no por su presente sino porque a veces es capaz de revivir su pasado. Y su pasado es la gloria, el arrojo, el heroísmo, la casta, la bravura que ayer se vieron y se vivieron en el ruedo de La Maestranza. Ese pasado volvió ayer para enseñarnos qué es lo que hizo de la fiesta del toro el espectáculo más hermoso del mundo: la corrida del 3 de abril de 2008 en Sevilla pasará a la historia como una de esas que crean afición. Porque con ella el corazón sintió las cosquillas intensas de una emoción imposible de describir.

¡Cuánto hubiera dado por estar ayer en Sevilla!

LA GENERACIÓN ESTAFADA



A los españolitos de la España democrática nos han llamado "la generación X" o "los JASP" o "la generación del botellón"… Pero el único nombre que nos define con exactitud es el de generación estafada. Nuestros padres –aún pensaban que el ingeniero o el abogado o el profesor eran respetados– se han partido el alma para que estudiásemos, para que nos formásemos, para que fuésemos como los jóvenes europeos Y al salir de la universidad hemos comprobado que este país nos ha engañado. Miserablemente.

Han sido necesarios los últimos informes internacionales para que muchos descubrieran nuestra realidad: los universitarios españoles son los peor pagados de Europa. Pero claro, esto no le importa a nadie –ni a derecha ni a izquierda– porque España va requetebien y nuestros dirigentes están encantados de haberse conocido. ¡A quién le importa que el sistema educativo español sea –con perdón– una mierda! ¡Qué importa que un universitario –después de tanto estudiar, de tantos idiomas, de tantos másteres, de tantos cursos– cobre una miseria! En fin, España es siempre un trago amargo y amargado, el mundo gris y estúpido y sórdido de los guiones de Azcona, "un viejo país ineficiente" según Gil de Biedma. Somos ese mundo mamarracho y vil cantado en el blues de Joaquín Sabina, donde el más capullo de la clase –¡qué elemento!– llega al parlamento y a los buenos sueldos, "sin dejar de ser el mismo bruto aquel que no sabía ni dibujar la o con un canuto". Y mientras, aquellos que se esforzaron, aquellos por los que sus familias se sacrificaron, los que estudiaron –¡qué pardillos!– se contentan con pordiosear sueldos tercermundistas. Para aquellos la gloria, la buena vida… para estos, los agobios cotidianos, el desprecio social, la cantinela eterna del "¿cómo puede quejarse un maestro (o un médico o un periodista o un…) con lo que cobra?". ¡Y todavía habrá quien se extrañe de que los universitarios huyan de España, esta prisión de la inteligencia en la que los incapaces imponen su ley!

No, no es que España sea diferente: es que sencillamente todavía no hemos dejado de mirarnos en los espejos cóncavos del Callejón del Gato, porque nada nos complace tanto como sabernos un esperpento de Europa. Que nuestra única verdad colectiva la proclamó Max Estrella: "España es una deformación grotesca de la civilización europea". Y en eso andamos, en una sociedad deforme en la que los menos escrupulosos y más lerdos son los que triunfan, en un país en el que faltan médicos o maestros mientras los universitarios se marchan a Inglaterra para trabajar cobrando sueldos decentes. Pero no preocuparse: nos estafaron y siguen estafando a los universitarios de hoy, pero aquí no pasa nada. Vista desde algún satélite, España debe tener la babosa y sonriente cara del bobo de boina calada, ese que se cree más listo que nadie mientras se revuelca en la pocilga de su ignorancia. Así nos va.

(Publicado en Diario IDEAL el 1 de abril de 2008 -edición de Granada- y el 3 de abril de 2008 -edición de Jaén-)

miércoles, 2 de abril de 2008

LOS BÁRBAROS Y EL PASADO SEGÚN BARICCO


En Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación, de Alessandro Baricco, editado por Anagrama, hay algunas reflexiones interesantísimas sobre la importancia del pasado como amarre de la civilización y sobre cómo los nuevos bárbaros pretenden destruir ese pasado: para que nada pueda ser al carecer de cimientos. De hecho, todo el ensayo es una penetrante obra, lúcida, afilada, incisiva y muy fácil de leer, que te hace pensar y no te puede dejar indiferente, porque estamos entregrando nuestro mudo (nuestra civilización: los logros de nuestra civilización) a los bárbaros. Pero los bárbaros no son las tribus salvajes que aguardan en las fronteras del imperio, como sucedió en los tiempos últimos de Roma: los bárbaros viven entre nosotros y han sido embrutecidos por un sistema en el que sólo lo fatuo, lo volátil, lo insustancial, lo "divertido", lo pueril, tiene sentido y es valorado. Por eso, Baricco puede considerar que la Novena de Beethoven es "uno de los baluartes más altos y sólidos de esa ciudadela que está a punto de ser asaltada por los bárbaros. Esa música se ha convertido en bandera, himno, fortificación suprema." ¿Qué está a punto de ser asaltada? ¡La ciudadela ya ha sido asaltada! Lo es cada vez que alguien reclama para sí un supuesto derecho a ser considerado tan músico como Beethoven o tan pintor como Velázquez. Lo es cada vez que se emite un programa de televisión o en cada página que se imprime para las revistas del corazón. Lo es cuando se mira el pasado con desprecio (en Santa María destruída tenemos un ejemplo de cómo tratan los nuevos bárbaros el pasado) y cuando se lo destruye porque estorba: nos dice el escritor italiano que los capiteles de las ruinas romanas están siendo utilizados para construir barbacoas en los jardines de los bárbaros. La ciudadela está asaltada. ¿Definitivamente?

Este es un libro que hará pensar mucho. Ahora dejo algunas citas sobre el pasado y el odio que le profesan los nuevos bárbaros.

"La cultura del pasado representa el lugar de nuestras raíces y, por tanto, es el lugar del sentido por antonomasia. (...) Para acceder a todo ello es necesario hacer un gran esfuerzo, remontar la corriente del tiempo y adueñarse de las lenguas en las que, ahí, el sentido se encuentra referido."(Pág. 168)

"El pasado es uno de los lugares privilegiados del sentido: hay que comprender que nunca ha terminado, y que revive en cada gesto que sabe rescatarlo del olvido. Saber rescatarlo del olvido es un asunto de esfuerzo, rigor, estudio e inteligencia." (Pág. 169)

"Para los bárbaros el pasado es un vertedero de ruinas: ellos van, miran, se llevan lo que les resulta útil y lo utilizan para construirse sus casas." (Pág. 169)

"Ataúdes flotantes, llevados por la corriente, eso es el pasado para los bárbaros." (Pág. 170)

"La civilización nos enseña un descenso consciente y culto al pasado, con el objetivo de llevarlo de nuevo a la superficie en su autenticidad. Los bárbaros construyen con los escombros, y aguardan balsas flotantes con las que construirse la casa y decorarse el jardincito. Requiere tanto esfuerzo la primera solución, y es tan lúdica la segunda, que a los órganos de control de la civilización (escuela, ministerios, medios de comunicación) les cuesta mucho trabajo impedir a toda la colectividad deslizarse pendiente abajo hacia la barbarie." (Pág. 171). Eso, cuando no es la propia escuela, los ministerios (o comunidades autónomas, tanto vale) o los medios de comunicación los que acentúan la pendiente hacia la barbarie, añado yo.

El ejemplo del bárbaro lo pone Baricco en la página 172 de su libro: sería el que piensa que es cierto que el "asado al barolo" es más bueno que la hamburguesa de McDonals, pero tiene hambre y poco espíritu de sacrificio para llegar hasta el lugar en que hacen el asado, se queda en la "hamburguesería" y se come una mierda de esas escuchando en su iPod Las Estaciones de Vivaldi en versión rock, leyendo al mismo tiempo un manga japonés y, sobre todo, invirtiendo en todo ello diez minutos. Así sale a la calle, ya no tiene hambre y el mundo está ahí dispuesto a ser atravesado. "La relación con el pasado (del bárbaro) no es un principio estético, no es una forma de elegancia: es la respuesta a un hambre."