domingo, 5 de octubre de 2008

TOROS POR SAN FRANCISCO



La más antigua tradición de la Feria de San Miguel es la celebración de una corrida de toros el 4 de octubre, festividad de San Francisco de Asís y día grande de la feria. Tan añeja debe ser la corrida de San Francisco que el 27 de septiembre de 1672, en una Real Provisión de la Chancillería de Granada, se dice que ya entonces era costumbre correr toros “a honra de San Miguel por este tiempo”, es decir, por el 4 de octubre. Curiosamente esta Real Provisión se dicta para impedir, a petición de los franciscanos, que ese año se corriesen toros en dicho día, por haberse corrido el año anterior el 29 de septiembre para no molestar los cultos del santo de Asís. La Provisión se notifica al prior de San Francisco y los toros se corren el 5 de octubre… pero pronto debieron volver al mismo día 4, tan arraigado en la conciencia taurina de la ciudad.

¿Pudiera ser que los benditos padres franciscanos de Úbeda fueran tan toreros como piadosos y pasaran por alto lo de “hermano toro”? ¿Es descabellado pensar que de la relación del convento de San Francisco con las corridas de toros venga la tradición de los toros del 4 de octubre? Entre maitines y responsos y novenas se ve que a los franciscanos no les faltó nunca afición a la cosa taurina.

El 6 de junio de 1803, por ejemplo, habiendo autorizado el Consejo de Castilla al convento de San Francisco a que celebre seis novilladas a beneficio del mismo –pues pasaba por grandes necesidades–, se reúne el Cabildo Municipal para ver cómo montar la plaza de toros en la Plaza del Mercado “a menor dispendio de este común y más lucro a dicho Convento para los fines que tiene expuestos”. Los frailes piden toros y el Ayuntamiento, taurino él, se presta con todos sus medios a ayudar a los conventuales de San Francisco. Y así, la ciudad establece que efectivamente se correrán los novillos durante seis días, por San Juan, en horario de mañana y de tarde y se fijan los precios de las entradas según sean de sol o de sombra y de mañana o de tarde. Y tampoco podemos olvidar que fue en el Altozano –donde ya se habían corrido toros en la Feria de 1657–, justo delante del convento franciscano, donde a comienzos del siglo XIX se construye una plaza de toros de madera con capacidad para ¡5.000 personas!. Y que en las cercanías de las ruinas abandonadas de San Francisco, todavía una calle se llama Plaza del Toril en recuerdo a los años en que allí debieron dormir los toros antes de las corridas.

Los datos son imprecisos y cualquier hipótesis que se lance en este sentido puede ser tan solo abundamiento de la leyenda. Pero no es descabellado pensar que la tradición taurina del 4 de octubre en Úbeda es la última reminiscencia de aquel convento franciscano y de las celebraciones de los frailes para conmemorar el día de “Nuestro Padre San Francisco”.

(Publicado en Diario IDEAL el 4 de octubre de 2008)

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