viernes, 24 de octubre de 2008

PARADOS DE OTOÑO



Quería escribir sobre el otoño y los días incendiados por los amarillos que derrotan hojas, un artículo ligero de equipaje político y social pero hondo de lirismos y de las nostalgias que estos días húmedos y grises se elevan en mi memoria. Pero la realidad me asalta desde las páginas de los diarios y me remueve las tripas y la rabia: sólo en la provincia de Jaén hay más de seis mil parados que sobreviven –que malviven es más exacto– sin protección de desempleo. En toda España deben ser muchos miles de parados más, personas que se creyeron las promesas regaladas a izquierda y derecha, los discursos pomposos de políticos que nos decían que éramos la rehostia y que el milagro español era el pasmo del mundo, las palabras miserables de los que no sienten remordimientos en la conciencia cuando dejan tiradas –corrección política obliga– las ilusiones y los proyectos de la gente. Pienso en esos parados y en los terrones de angustia que cada mañana echan en el café achicoriado de los pobres, y recuerdo una tristeza, porque en mi familia he vivido lo duro de esa situación. Y ya les digo: tengo rabia, y cansancio.

Ahora se ha encontrado dinero en las arcas públicas para pagar los desmanes de los ricos. Cientos de miles de millones de euros les van a ser regalados a los grandes bancos: entre todos pagaremos los desastres causados por los magos de las finanzas, por los malabaristas de la economía, esos listosevaristos del dinero. Los mismos gobiernos que ponen toda clase de trabas a la protección de los trabajadores están regalando nuestro dinero a los bancos, sin limitaciones, sin contraprestaciones, sin obligarlos a visitar el INEM para sellar cada mes un cupón de honestidad. Porque nadie sacará una ley que mande a la cárcel a los que han provocado una crisis sin precedentes, ni se limitarán por decreto los sueldos y las ganancias de los botines y los escámez y de la puta que los parió. Al fin y al cabo, los bancos y las grandes empresas siguen siendo los que controlan el cotarro: financian las campañas y comisiones de los jefazos políticos y perdonan las deudas de los partidos, y todo por el precio módico de “aquí tengo un problema, busca pelas públicas y me salvas el culo.”

Lo hemos visto: hay dinero. Para los banqueros sí hay dinero. Lo que no hay es coraje político para ampliar el gasto público sin miedo al déficit. Lo que falta es valentía para facilitar a las familias el pago de hipotecas y el mantenimiento de sus hogares. De lo que carecemos es de una socialdemocracia y de una democracia cristiana que digan basta, hasta aquí hemos llegado, es el momento de devolverle el orden y la dignidad al mundo de la economía. Lo necesario es dejar de hablar de mercado laboral y pensar que las personas no somos mercancías, sino hombres y mujeres que tenemos sueños, esperanzas, hijos a los que alimentar, casas en las que vivir sin sobresaltos mirando caer las hojas del otoño sobre los parques abandonados mientras suena la música de Gluck.

(Publicado en Diario IDEAL el 23 de octubre de 2008)

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