En 1962 Juan Pasquau escribía sobre la gradación térmica del verano, poniendo en la cúspide del horror calorífico lo que denominaba “las calores”. ¿Qué son las calores? “Las calores no son hembras: son furias”, furias que ejercen una “dictadura implacable” que amedrenta, que sojuzga, que no admite objeción alguna. Este año, esas furias se han desatado sobre nosotros antes de lo previsto sin invitación alguna: han llegado así por las buenas, a sablazo limpio, arrasándolo todo.
Dice mi amigo Miguel, iluso él, que con el calor no hay que luchar sino pactar. Lo que no dice es lo que hay que hacer con las calores. Yo estoy convencido de que contra las calores (y por extensión contra el verano) sólo cabe una opción: un golpe de estado eneril que llene de escarcha las noches de julio y que cubra las piscinas con una torta de tres dedos de hielo y que haga posible el milagro de un agosto con mantas y brasero, un golpe de estado del invierno que haga caer sobre el lomo de las despiadadas calores la fusta de las nieves y del viento del norte. No, no es posible un “abrazo de Vergara” con las calores que nos asfixian: contra ellas sólo cabe la guerra sin cuartel, una guerra que es puramente heroica y romántica porque vamos a ella derrotados de antemano.
(Es lógico que las calores se rían con nuestra exaltación de espadones invernales: saben que esto que escribimos es consecuencia de su implacable victoria, porque ya nos han reblandecido los sesos y no podemos ni pensar con cordura. Que San Enero Bendito se apiade de nosotros.)
5 comentarios:
Como antigua alumno de D. Juan Pasquau, estoy seguro que hubiera disfrutado de tu comentario, y sin "abrazos" ni "luchas" me uno a tu petición de la dictadura de enero rezándole a San Enero Bendito, que ya tendremos ocasión y tiempo de luchar contra otras dictaduras.
Feliz calor.
Juan Pasquau también escribió una vez un artículo que se titulaba "Las vacaciones de Enero", así que...¡a ver quien lo pilla!
Aquí la solución es irse a Galicia.
Bueno, bueno... Yo PROTESTO. Primero, porque me consta que Juan Pasquau encontraba un punto de épica heroica en "las calores", sin las que el verano se quedaba en un café descafeinado, cosmético y falsete, como un invierno sin nieve, una primavera sin flores o un otoño sin llovizna.
Me opongo a la revolución eneril, porque el calendario lo quiero entero y verdadero. Y, por una vez, estoy en el bando de la dictadura...
Espero que la policía del Verano Dictador reprima con contundencia las veleidades de democratización del calendario...
Felipe, me encanta tenerte en mi bando. Vamos a tener que hacer una rogativa para que suceda el mayor milagro de la historia, que sería que liase a nevar ahora mismo...
R., no mientes Galicia, que eso, en verano, debe ser el paraíso, y aquí estamos condenados a quemarnos en el infierno.
Miguel, eres un blando. Una cosa es el calor del verano, cosa soportable y hasta gustosa, y otra este infierno que sin piedad se ha desatado contra nosotros. Y te opones a la revolución eneril porque sabes que aquí la fe no mueve montañas y has ganado antes de empezar. Por cierto, yo no propugno una democratización del calendario: ¡¡¡QUIERO UNA DICTADURA DEL INVIERNO!!! ¡¡¡VIVA GROENLANDIA!!!
Pues sí señor, que viva Groenlandia.(Y tambien Galicia...)
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