Cuando entró en el comedor, Quique estaba ensimismado con sus juguetes y ni siquiera levantó la cabeza para mirarlo. Sólo cuando le dijo “Mira lo que te he traído” saltó como un resorte y se fue a darle un beso. Se llevó una pequeña desilusión cuando vio que sus ojillos azules no brillaban al hojear el catálogo de juguetes que había cogido en la tienda.
—Tenemos que ver esto para escribirle la carta a los Reyes —dijo esperando que como otros años soltase aceleradamente la catarata de cosas que le gustaría tener el 6 de enero.
—Vale —respondió el pequeño sin mucha convicción.
—Puedes pedir el barco pirata, te has portado bien y seguro que te lo traen.
—No quiero el barco pirata. Papi, yo quiero que los Reyes me traigan... un escaño en el Senado...
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