viernes, 4 de noviembre de 2011

OS CONOZCO





Seguro: estáis como un chiquillo la tarde del 5 de enero, nerviosos y azorados, felices porque dentro de unas horas podréis echaros toda la basura a la cara los unos a los otros mientras que la atónita mayoría bendecimos vuestra palabrería huera con nuestro silencio. Alfredo, Mariano: os conozco, y por eso procuraré cambiar de canal cada vez que salgáis en la tele o pasar de un golpe las muchas páginas que los periódicos os van a dedicar, recogiendo esas promesas del maná que haréis llover sobre los españoles si ganáis las elecciones: los dos decís, sin ningún pudor, que vuestro posible gobierno hará caer como nueces maduras millones de puestos de trabajo, rebajas de impuestos, becas y pensiones, nada de recortes… Os aprovecháis de la ingenuidad y de la desesperación de muchos millones de españoles, y del fanatismo partidista de otros pocos, porque, sinceramente, creerse vuestros discursos sin contenido, sostenidos por una sarta de frases hechas que nada dicen, creerse esos discursos de los dos (y por extensión los de los nacionalistas tatcherianos de CiU, los comunistas recalcitrantes de Izquierda Unida o los nacionalistas raciales del PNV) cuesta horrores: hay que ser muy fanático de vosotros para confiar en que podréis hacer lo que decís que vais a hacer, porque al final haréis lo que os digan que hagáis la Merkel, el Banco Central Europeo o el Fondo Monetario Internacional.

Mariano, Alfredo… ¿os habéis parado alguna vez a pensar en lo parecidos sois? ¿Qué se supone que os diferencia? ¿Qué uno ha sido Vicepresidente del gobierno feliz que sonreía mientras millones de ciudadanos perdían el trabajo? ¿Acaso no fue el otro Vicepresidente del gobierno que apostó por ese modelo económico disparatado, basado en el ladrillo y el dinero fácil, que nos ha arrastrado al abismo? Qué os diferencia, ¿que Alfredo ya ha aplicado los recortes en las pensiones, los sueldos de los funcionarios o las ayudas a las familias y que Mariano va a recortar con la furibunda fe del converso en sanidad, educación o ayuda a los desempleados? ¿Alguno de los dos, por un remoto casual, habéis pensado, en el fondo de vuestra conciencia católica, en el caso de Mariano, o socialista, en el caso de Alfredo, en todo el sufrimiento que vuestras políticas han generado o van a generar? Alfredo, ¿tú que eres: un socialista, un socialdemócrata, un liberal o una simple ventosa política pegada a los lomos del poder? ¿Y tú, Mariano: eres un conservador, un democratacristiano, un neoliberal o eres un mejillón de tu tierra sostenido férreamente a la roca del poder? ¿Lo veis? No podéis definiros, vuestro perfil ideológico no existe: sí, es verdad que uno ha defendido la expansión de los derechos civiles y que otro se ha sumado a las manifestaciones ultras que clamaban contra los derechos de los homosexuales, por ejemplo; pero mientras uno avisaba de que venía el lobo de la crisis (y se frotaba las manos, por aquello de que a río revuelto…) el otro sostenía, fiel hasta la médula, los faldones de la levita del hombre feliz que presidía el gobierno. Una cal y otra de arena. En el fondo, nada os diferencia, y esos pequeños matices no pueden justificar que os demos nuestro voto. ¿Qué Mariano puede suprimir muchas leyes que han supuesto un avance social? Vale, es posible, Alfredo, pero eso no justifica que te votemos a ti: eso lo único que indica es que habrá que luchar, mañana, para restablecer esos derechos.

Mariano, Alfredo. Yo ya os conozco. Por eso he decido no veros en la tele ni oíros en la radio ni leeros en los periódicos. Lo único que no depende de mi es toparme en mi buzón con una de esas estúpidas cartas que los políticos mandáis para irritar nuestra paciencia y nuestra decencia. Os conozco, ya os lo he dicho. Podéis ahorraros la carta que me teníais destinada: no voy a leerla, os lo garantizo, y lo único que vais a lograr es cabrearme más pensando en que ya tengo otro papelote que llevar al contenedor. Alfredo, Mariano, meteros la carta que ibais a mandarme a mi por el aro de vuestra campaña electoral.

(IDEAL, 3 de noviembre de 2011)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A la carta le puedes poner rechazada y le depositas en un buzón. Que correos le devuelva la carta.

ftz dijo...

Crítica dura y considero que justa y merecida. Uno de ellos será ganador, según las encuestas con más del sesenta por ciento de los votos y un rechazo, por poca fiabilidad, del setenta y tantos, el otro perdedor por casi lo mismo. Increíble pero cierto, así somos los ciudadanos de este país.

Y una pregunta, ¿izquierda unida será capaz algún día de dejar aparte sus inútiles utopías y hará una política realista con utopías útiles? ¿alguien se puede creer que serán capaces de crear tres millones de puestos de trabajo?

Un abrazo

Manuel Madrid Delgado dijo...

Lo peor, Felipe, es que los ganadores están convencidos de que van a salvar al país. Lo van a salvar del paro y de la crisis, como si esto no fuera ya algo más profundo que una crisis, tal y como señaló el domingo Santos Juliá,pero también de la inmoralidad que para ellos ha supuesto el gobierno ZP y sus matrimonios homosexuales, su divorcio rápido y demás. Darse una vuelta, estos días, por las tertulias televisivas copadas por los ultras produce escalofríos.
Saludos.