Devuelvo a su lugar en las estanterías los libros de este verano: La enfermedad, de Alberto Barrera Tyzska; Capesius, el farmacéutico de Auschwitz, de Dieter Schlesak; Historia de las alcobas, de Michelle Perrot; La caída de Francia y El Maestro Juan Martínez que estaba allí, de Manuel Chaves Nogales; Intervenciones, de Michel Houllebecq; El doctor Zhivago, de Boris Pasternak; Némesis, de Philip Roth; La historia más bella de la felicidad, de André Comte-Sponville, Jean Delumeau y Arlette Farge; El Gatopardo, de Lampedusa; y muchos artículos del voluminoso tomo La II República. Una crónica, 1931-1936 de Josep Pla, un libro que se resiste a ser devuelto a Ramón Beltrán, su legítimo propietario. Dejar los libros que se han leído en la estantería es una manera de despedirse de ellos; no un adiós definitivo, porque siempre se conserva la esperanza de volver a leerlos. Una emoción al recordar las emociones que en nosotros despertaron en los infinitos días de junio, julio y agosto, en las noches refrescadas de septiembre. El verano ha terminado.
5 comentarios:
Coincido contigo en el adiós condicionado a los libros leídos, uno debe volver a ellos, nunca se van y conviene tenerlos frescos en la memoria, y volver a subrayar cosas que nos llamaron la atención y ahora quizás sugieran cosas distintas.
Un saludo
El verano ha terminado. Pues venga, ahora, en otoño, hay que seguir mezclándose con la realidad de las cosas. No te canses nunca de leer ni de escribir, porque no andamos sobrados de gente capaz de decir cosas interesantes. Para eso no necesitamos permisos ni contratos, sólo nuestro sentido de la responsabildiad con el tiempo que nos ha tocado vivir.
FTZ, a mí me gusta volver a libros que he leído a lo mejor no para volver a leerlos sino para repasar lo que señalé en ellos con lápiz rojo o las páginas en las que doblé los picos. A veces es curioso ver lo que nos interesaba o lo que nos llamó la atención cuando leímos el libro.
Miguel, gracias. Hasta donde el cuerpo aguante seguiremos, aunque cada vez tengo más la sensación de ser un exiliado, un desterrado. Supongo que son tiempos de adhesiones inquebrantables y quienes no las poseemos y apostamos por la duda nos convertimos en sospechosos. Me temo que tú también formas parte de ese grupo de los libres.
Saludos a los dos.
Saludos.
Hola Manolo,
muchas gracias por la lista, he anotado algunas de tus lecturas, para hacerlas propias este otoño-invierno. Y me atrevo a recomendarte algo que creo te gustará mucho. El libro se llama 'Gilead', su autora es Marilynne Robinson, y lo acaba de publicar Círculo de Lectores hace muy poco. Yo lo leí hace tres años y me pareció un libro excepcional. Durante su lectura pensé mucho en la gente religiosa a la que conocía, entre ellos tú mismo, y en que pocos libros tratan la religión sin que los no-creyentes no nos sonrojemos. Yo caí rendido a 'Gilead', a su recatado misticismo y a ese modo que tienen los americanos, desde Emerson a James, de aunar pensamiento y naturaleza concreta. En fin, creo que te encantará este libro, es realmente precioso.
(El libro hermano de 'Gilead' es 'Home', que su autora publicó varios años después y que retoma la misma historia de 'Gilead' desde los ojos de otro personaje, que parece de modo muy tangencial en 'Gilead'. Aunque no lo han traducido aún, confío en que Círculo de Lectores lo haga pronto no deje este libro sin su hermano!)
Lo dicho: que por leer no quede!
Un abrazo,
Antonio Gaitán
Antonio, qué alegría más grande verte por aquí, siempre tan de cuando en cuando. Yo también me acordé de ti leyendo el libro de Roth, porque remite a temas de los que hemos hablado muchas veces: la difícil relación de Dios con el mal y esas cosas. Anoto tu libro y en cuanto llegue la revista del Círculo a mi casa lo pido y hago que corran turno los que ya tengo preparados para este otoño. Ya te contaré cuando lo lea.
Por cierto, ahora estoy leyendo “Crónicas del mundo oscuro”, de Paul Steinberg. Yo lo tengo en una colección de Círculo que dirigió Muñoz Molina, que escribe un prólogo extraordinario para este libro. Búscalo y léelo, es excepcional. Desolador, al ir leyéndolo me he dado cuenta de que lleva razón Muñoz Molina al presentarlo como una especie de antítesis de la obra de Primo Levi, porque donde el italiano intenta salvar un rastro de humanidad y decencia entre los hombres de los campos de exterminio, Steinberg postula la inhumanidad de los mismos, su insensibilidad para con el sufrimiento de los otros y un egoísmo vital que sólo piensa en salvar la propia existencia, como la única manera de sobrevivir; creo que esta tesis de Steinberg muestra desde el punto de vista moral mucho más claramente eso de lo que habla Levi al referirse a la deshumanización de las personas en el Lager: sólo vivirían los que hubieran renunciado a pensar, a sentir, a llorar como hombres, los que hubieran reducido su armazón vital a la animalidad de la pura existencia biológica y del instinto de supervivencia.
Un abrazo muy grande a los cuatro.
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