lunes, 2 de agosto de 2010

NO HACER NADA




Agosto es el mes por excelencia para no hacer nada, es decir, para hacer tan sólo las cosas que parecen poco importantes pero sin las que no podríamos, en realidad, ser personas. Tal vez yo tenga mitificados los agostos de mi infancia y de mi adolescencia, cuando toda mi vida consistía en devorar libros y bañarme en la alberca. Y mi agosto ideal sigue siendo un agosto como aquellos, abandonado en ese dejar que pase el tiempo, en ese derrochar el tiempo a manos llenas, en ese no hacer nada. Ahora, cuando uno crece, es más difícil no hacer nada en agosto, porque crecer es llenarse de urgencias la vida. Y aún así, y pese a la urgencia con la que deseo que pase este horror del verano, hay pequeños gestos que me siguen reviviendo aquel paraíso perdido: abrir un libro nuevo (aunque sé que ya no podré leerlo con la voracidad de entonces), el sentir como cruje la sandía cuando se corta una tajada, el olor del melón o del melocotón recién cortados, el ruido de los grillos en la madrugada... Dejarse en manos de esos libros desconocidos que nos esperan, de esos olores conocidos que nos reviven o de esos sonidos, en todas esas cosas que en realidad suponen no hacer nada. ¿Cuántas cosas podríamos hacer este mes de agosto para no hacer nada, para vivir en la laxitud absoluta de la carne y del alma, entregados a la contemplación de la vida, a la simple contemplación?

3 comentarios:

Roland dijo...

Tienes razon.
Visita mi blog, esta realizada con la misma intencion que la tuya:
http://pensaresloprimero-roland.blogspot.com

Manuel Madrid Delgado dijo...

Un placer verte por aquí.
En realidad, este invento de los blog, como todo lo informático, es una estupenda manera de "no hacer nada".
Un saludo.

Anónimo dijo...

Eso es lo que te