Haríamos mal en considerar a Anders Behring Breivik, el asesino de Noruega, como un loco. Haríamos mal en intentar comprender sus actos desde el punto de vista de alguien que ha perdido la cabeza y actúa arrebatado por la falta de razón. Breivink no es un loco ni un demente. No lo eran Hitler y su cohorte de criminales, no lo eran Lenin o Stalin y sus ejércitos de asesinos. Pueden que todos estos crímenes se escapen a nuestra lógica, pero son crímenes que responden a un orden, a una visión del mundo: son crímenes inspirados por el odio y por la absoluta falta de compasión por el sufrimiento humano. Seríamos ciegos si redujésemos la política sin piedad a los crímenes de Breivink, de Franco, de Pol Pot o de Bin Laden. Los tiranos tradujeron la esa ceguera y sordera y frente al sufrimiento humano en mares de sangre. Pero hay otra manera despiadada de hacer política que no genera sangre pero sí provoca lágrimas, una política sobre la que resbala el dolor de las gentes y que se impone alegando la ineludible necesidad de sus postulados, una política de políticos sin alma: cada día vemos sus fechorías, las padecemos. Es la política de los nacionalistas catalanes que no han dudado en darle un tajo infame a la sanidad pública catalana: el hecho de suprimir, alegando que no hay dinero, las visitas de los payasos a los niños hospitalizados dice mucho de la catadura moral de esa gente que tiene la poca vergüenza de seguir llamándose cristiana. Esa política sin piedad es también la de quienes justifican las restricciones de los derechos de los trabajadores, de los jueces del Constitucional que amparan los desahucios de las familias, de los empresarios que imponen jornadas de esclavitud sin contratos y con sueldos de risa.
Breivink no es una locura, es sólo un síntoma, la fiebre de una Europa que ha cambiado sus valores, la erupción repugnante de una Europa que ya no construye sobre la libertad política, la igualdad social y la solidaridad cívica sino sobre los cálculos puros y duros del beneficio económico: cómo deben removerse en sus tumbas los democristianos y los socialdemócratas de la posguerra, los que lucharon por una Europa de los ciudadanos y de los derechos, por una Europa en la que nunca más fueran posibles las excusas –la exclusión social, los trabajadores sin derechos, el aumento de las desigualdades, la instalación de los valores absolutos y absolutistas en el escenario de lo político– que dieron origen al fascismo y al comunismo y a la guerra mundial; cómo deben removerse esos políticos al ver que ya no existen los ideales de la socialdemocracia y del cristianismo social. En el fondo, si Breivink ha sido posible es porque han cuajado en Europa las excusas de la política del odio y las políticas que nos empujan hacia el miedo, que nos alejan de la racionalidad ética de los valores sobre los que se fundamentaban nuestras democracias y nuestros sistemas de derechos de las personas. Breivink es un heraldo, el pregonero de una Europa en la que renacen las religiones amenazadoras sobre las cenizas de la democracia y que no se estremece ante el padecimiento infame de millones de niños en Somalia, Breivink es sólo la consumación exagerada de la Europa irreconocible a la que han dado lugar Merkel y Berlusconni, Zapatero y Blair, Sarkozy y Rajoy, los musulmanes y los católicos que postulan la supremacía del Corán o del Evangelio sobre la ley civil.
Ante el juez, el fascista de Oslo ha reconocido que fue cruel consumar los crímenes, pero que era necesario. Es inevitable sentir un escalofrío: los políticos, los banqueros, los periodistas y los empresarios justifican todos los ataques que está sufriendo el Estado del Bienestar y el sufrimiento generado por la crisis diciendo lo mismo, que es una crueldad pero que es una crueldad necesaria. La política sin piedad ya vive entre nosotros: los tiros y los muertos son sólo el postre que acabará llegando.
(IDEAL, 28 de julio de 2011)
2 comentarios:
Me parece muy loable tu objetivo de equiparar el neoliberalismo con otras ideologías antidemocráticas y creadoras de sufrimiento como el comunismo o el fascismo. He leído varios artículos en los que abundas en esa línea de pensamiento. Lástima que la repercusión de tus artículos sea sólo provincial. EN cualquier caso animo porque son necesarios artículos que hablen con esta claridad.
primero decirte te leo si no equivoco sera en ideal aun el jaen tambien cae a veces bueno tu vision analizadora la veo muy buena animo
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