Supongamos que el escritor tal, que nos gusta mucho, decidiera dejar de publicar sus libros y sus artículos, harto de que cuestionemos su derecho, y el derecho de sus hijos o sus nietos, a vivir de lo que ha escrito. Supongamos que el músico fulanito decide, por la misma causa, dejar de hacer pública su música. Supongamos que estas personas deciden vender sus obras a sujetos que aman el arte y tienen el dinero suficiente como para pagarlo, comprarlo y poder disfrutarlo en la intimidad. Supongamos que en el futuro existiera ese mundo en el que los escritores, los poetas y los músicos y los pintores, se dedicaran a venderle sus obras a la duquesa de Alba, a Botín o cualquiera de los potentados que se dedican a acumular piezas artísticas; estos podrían pagar por esas obras una fortunita que permitiera a los autores vivir con desenvoltura y disfrutarían sin molestias de una novela magistral, una música inolvidable o un cuadro digno de estar en un museo. Los propietarios de esos libros podrían cobrar, sin límite en el tiempo, por dejarnos leerlos en sus bibliotecas y podrían poner entradas para que viéramos los cuadros en las galerías de sus palacios, o simplemente podrían reservárselos para su disfrute, el de sus familiares y sus amigos; en cualquier caso, los autores y los poderosos que compraran sus obras saldrían ganando y una pequeña elite de privilegiados podría tener acceso, con las condiciones impuestas por sus propietarios, a esos tesoros escondidos, pero la sociedad se empobrecería hasta lo inimaginable desde el punto de vista cultural. Sin embargo, a nadie se le ocurriría entonces pensar que es ilegítimo que lo que compraron la duquesa o el banquero fuese de todos o defender que su propiedad sobre esas obras tuviese plazo de caducidad: de hecho, las residencias de estos sujetos están llenas de cuadros e incunables que heredaron de sus antepasados y que de ellos heredarán sus hijos, sus nietos, sus bisnietos. Por ahora, nadie ha defendido que el cuadro de Picasso o de Van Gogh que compra un gran empresario pase a ser de dominio público pasados cincuenta o cien años. Sin embargo, este artículo pasará a ser de dominio público cuando pase cierto tiempo, y suponiendo que alguna vez estas letras generasen ingresos, llegado el momento mis hijos y mis nietos perderán el derecho a disfrutar de lo que legítimamente les correspondería por haber sido creado por su padre o su abuelo; sí podría enriquecerse con la publicación de este artículo, claro está, la editorial que lo diese a la luz. (Algún día, creo, escribiré una novelita sobre ese mundo en el que los creadores venden sus obras a los poderosos y le regalan a la sociedad el mismo desprecio que reciben de ella.)
No sé si es odio a la inteligencia o qué, pero cuando un novelista, un dramaturgo o un compositor exigen su derecho a vivir de lo que han creado en muchas hora de trabajo, una mayoría social clama al cielo. No sé si es que defienden el «modelo Cervantes» para la cultura: que trabajen gratis los artistas, que publiquen canciones y libros, que pinten cuadros, que todos podamos disfrutar de eso sin más, y que los que los crearon vivan en la indigencia salvo que encuentren un poderoso que los mantenga por caridad. ¿Es este el modelo español de cultura? ¿No es lícito que un novelista viva de sus novelas y que sus hijos y sus nietos se beneficien de ese trabajo? ¿Por qué un cuadro de Goya puede ser propiedad de la casa de Alba desde hace doscientos años y los nietos de Unamuno ya no pueden obtener beneficios de la obra de su abuelo? Despreciamos el derecho de los autores y reverenciamos el derecho de los propietarios, pero más allá del asco que nos causa la SGAE tenemos que encontrar una fórmula que reconozca el valor que nos aporta como sociedad lo que crean los artistas y su derecho, y el derecho de sus herederos, a vivir de sus obras, de su trabajo, de su esfuerzo.
(IDEAL, 14 de julio de 2011)
3 comentarios:
Manolo,
no estoy de acuerdo con tu artículo. No se puede comparar el cuadro (un objeto físico, único) con una canción o cuadro que no lo es. Los manuscritos originales de un escritor también tienen mucho valor físico (Bill Gates pagó una pasta por unos cuadernos de Da Vinci por ejemplo) pero una canción o texto se puede copiar millones de veces a un coste infinito a cero.
Disney, por ejemplo, fue la primera que no pagó un duro por todas las historias de cuentos clásicos que usa para sus historias... pero luego quieren sacar tajada de cualquier trabajo derivado de los suyos.
En tu argumento hay una falacia lógica. El propietario de un cuadro pagó una vez por él, y se lo queda para siempre. La casa de Alba pagó una vez por el cuadro, y en los últimos 200 años los descendientes de Goya no han visto un duro más por él, incluso si el propietario revende el cuadro por un precio cien veces mayor.
¿Por qué van a cobrar tus hijos dentro de muchos años por tu trabajo, con el que ellos no tienen nada que ver? ¿No te han pagado por publicarlo ya? ¿Los hijos de un albañil van a recibir un plus de dinero si las escaleras que hizo su padre duran muchos años y las pisa mucha gente por que estaban muy bien hechas? ¿Voy a recibir yo un plus por que mi padre le orientó tan bien a una clienta sobre qué falda comprar que esa falda le sentaba tan bien que le subía la autoestima y le ayudó avanzar en su carrera profesional?
La gente está en contra de derechos artificiales, de poner puertas al campo. De que un tío se cuele en tu boda y encima te diga que tienes que pagar derechos de autor por las canciones que has puesto (aunque hayas puesto canciones de gente que no sale en la radio y que por tanto no van a ver ni un puto duro de lo que pagues).
Nadie esta en contra de que los escritores o músicos vean su trabajo remunerado. Pero el sistema actual no es el adecuado. No sé como irá en libros, pero en música de los 14 Euros que cuesta un CD, UNO va para el artista. La mayoría va para la discográfica, que gasta ingentes cantidades de dinero en publicidad para convencerte de que te compres el disco (y esperan que les financies luego el dinero que gastaron en convencerte).
Es un tema muy interesante este igual podemos discutir tranquilamente algún diíta.
Una cosa es la extinción de la propiedad intelectual y otra la no extinción de la propiedad física o material. No entro a valorar si la primera sea correcta o no, sólo que son distintas.
Saludos.
Yo soy de los que piensan que en el momento que vendes algo ya no te pertenece. Y si la música, los libros, y un gran etcétera de cultura se vende, dejas de ser propietario de ello aunque sí que obtengas ganancias, por eso lo vendes y no lo alquilas, por ejemplo, y aún después de venderlo sigues siendo autor y por tanto teniendo ganancias.
Pero el tema también creo que puede derivar un poco en el pirateo, que ahí ya son palabras mayores y un debate complejo.
Y creo que estar recibiendo ganancias (en la medida que se firme con la editorial, productora, etc) hasta 50 años después de la muerte del autor por una obra que pudo ser vendida bastante antes de su muerte está bastante bien. En la mayoría de los trabajos con la muerte acaban las ganancias, y con la venta del trabajo también se acaban las ganancias.
Un tema complicado se mire por donde se mire.
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