Tal y como se están poniendo los tiempos, se hace difícil coincidir con lo que dice ningún político, y a veces hasta se le sonroja a uno el alma cuando tiene que darle la razón. Pero el otro día, y al hilo de la bronca bochornosa que los senadores del Partido Popular y del PSOE montaron en el Senado, hay que coincidir con el Presidente de tan inútil como costosa cámara: el espectáculo que dieron sus señorías fue lamentable, por no decir repugnante. Lo que pasa es que Rojo se queda corto: no sólo es lamentable ese espectáculo, sino el comportamiento general de toda la casta política. Por eso, carece de sentido la pregunta retórica que se hacía el Presidente del Senado cuando les decía a sus compinches si esa era la imagen que querían dar ante unos ciudadanos que lo que exigen es soluciones. Y es que por lo que se refiere a la imagen no debe temer Rojo, pues a estas alturas calculo que deben ser muy pocos los ciudadanos que sientan el más mínimo respeto por los políticos y que no tengan ya hecha una imagen de ellos que, por ajustada a la realidad, resulta patética. Es difícil saber si la preocupación y el cabreo de Rojo obedecen a una postrera decencia política, o una sincera preocupación de que cualquier día los ciudadanos acaben apedreando a los políticos cuando los vean pasear por las calles.
Por desgracia, España está demostrando ser diferente –muy diferente, demasiado diferente–, también en la gestión de esta crisis brutal. Uno mira a Portugal y ve como la izquierda y la derecha se entienden y llegan a acuerdos, por el bien del país. Uno mira a al Reino Unido y se sorprende de la capacidad del pueblo británico para ventear la dirección de los tiempos, eligiendo al gobierno más joven de los últimos dos siglos, con imagen de seriedad y solvencia. Uno mira a los países escandinavos y no comprende como España no ha podido sacar ninguna lección, después de tantos años de pregonado europeismo. Y es que aquí todo es distinto, y no ya porque el gobierno demuestre una ceguera suicida en la dirección de la política económica y siga empeñado en cabalgar sobre las improvisaciones y los sueños delirantes de su Presidente, sino porque la oposición carece del más mínimo afán constructivo y patriótico y a lo único que aspira es a que la situación se deteriore tanto que su victoria electoral sea impepinable. Y así, ¿qué esperanza nos cabe a los ciudadanos? ¿Qué más nos da, en realidad, que se convoquen elecciones o no, si el día que tengamos que acudir a votar lo único que sentiremos al ponernos delante de las urnas es una infinita basca de vómito? El gobierno del PSOE es un gobierno agonizante, sin norte, envejecido, pero la opción del PP no ofrece recambio creíble y está muerta sin haber nacido. Toda la política española ha envejecido varios siglos en apenas unas semanas, sobre todo en comparación con el resto de Europa. ¿Qué imagen quiere Rojo que tengamos de los políticos si hasta la esperanza de la alternancia nos ha sido robada?
Lo único que nos queda –y lo digo sin retóricas ni literaturas– es miedo a lo que pueda pasar. Porque ya lo que nos estamos jugando es el futuro y el pan de nuestros hijos: que se cuiden los políticos si hasta eso se atreven a tocarnos.
(Publicado en IDEAL el 27 de mayo de 2010)
4 comentarios:
Totalmente de acuerdo con toda la entrada. Por un lado, el espectáculo de patio de colegio que dieron los que deberían estar trabajando sin descanso para sacarnos de donde estamos. Por otro, la poca credibilidad, por no decir ninguna, que la sociedad española tiene depositada en el ejecutivo (se lo ha ganado a pulso) y la ausencia de una alternativa real que pueda solventar los problemas tan graves que atañen al conjunto de los españoles.
Uno se pone a pensar y llega a la conclusión de que lo mejor sería cambiar de gobierno, pero cuando ve que no hay nadie que tenga lo que hay tener para presentar una moción de censura y, una vez sacada adelante, poner orden en este desaguisado (tengo serias dudas acerca de la existencia en la bacada popular alguien capacitado para ello), se echa a temblar exactamente de la misma manera en que lo haría el pasaje de un barco que va a la deriva en plena tempestad mientras el capitán y el segundo de a bordo pierden el tiempo culpándose el uno al otro de la adversidad. Si alguien es creyente debería empezar a rezar.
Saludos.
Hola Manolo,
Interesante artículo.
Hablo del reino unido, que conozco por estar viviendo allí desde casi cinco años:
Que allí las cosas sean diferentes ahora se debe, en parte, a que las cosas ya eran diferentes antes de la crisis. De entrada, los sindicatos en UK no tienen - desde los 80', con la dama de hierro - el tremendo poder que tienen aquí. Sobre esto podemos hablar, pero parece que aunque los salarios son mejores, las condiciones laborales en uk (despido, prestaciones, etc.)no son tan generosas como aquí. Que las condiciones laborales en uk sean más flexibles que aquí ha favorecido esa entente cordial entre políticos conservadores y liberales (sin contar con el hecho de que están recién llegados y tienen que entenderse a la fuerza).
En fin, no entro a valorar si debemos movernos hacia un sistema británico, sólo apunto que no es que ellos sean diferentes y por eso afrontan mejor la crisis, o que sus políticos mejores (de hecho son mucho más elitistas y clasistas); más bien la tijera liberal pasó hace ya tiempo por aquí y el ciudadano medio ya no aspira a máximos laborales. Esta crisis, por decirlo de algún modo, les viene con la vaselina en la mano.
Espero que estés bien.
Antonio (Oxford)
Siento disentir.
No tengo tan mala impresión ni del gobierno ni de la oposición. Ni me interesa demasiado el cuchicheo sobre si son listos o tontos, capaces o incapaces. Lo que me interesa es la presión a Europa para renunciar a su modelo social y desmantelar ciertas estructuras costosas de protección social. De esa presión tanto el gobierno son y serán víctimas, y no culpables. Lo que hay que hacer es reforzar a nuestros políticos para resistir, en la medida de lo posible, a la competencia asiática, sin perder más de lo debido. Ahí es donde está el problema, y no en los dimes y diretes de la Carrera de San Jerónimo.
Gobierno y oposición hacen más o menos lo que deben hacer en lo sustancial. Se equivocan, sobre todo en la escenificación de un enfrentamiento con finalidad sólo electoralista.
AdP, tal vez el aspecto más descorazonador de esta situación es ese que describes: la absoluta carencia de alternativa, la falta radical de un liderazgo creíble e integrador, que tanto necesita el país. Me parece que nos quedan tiempos muy difíciles que vivir. Y sí, el que crea que rezando puede arreglarse algo, bien haría en no parar de desgranar padrenuestros.
Antonio, ¡cuánto tiempo! ¿Cómo te va todo?
No coincido contigo en tu visión de lo inglés en particular, de lo británico en sentido más amplio y de lo anglosajón en general. A mí me parecen sociedades más flexibles, más valientes, más dinámicas. No hay más que repasar su historia, lo poco dados que son a aventuras, la capacidad de sacrificio demostrada por los ingleses en épocas duras. ¿Hay un solo ejemplo parecido a ese en la historia de España? No conozco las condiciones laborales en Inglaterra, pero te garantizo que en España no son tan "seguras" como nos quieren hacer creer: aquí es facilísimo y baratísimo despedir a una mujer embarazada, aquí en la práctica no existe el límite histórico de las 40 horas semanales, aquí los salarios superiores a 1.000 euros son un logro... El problema no es un problema de marco legal, sino un problema de concepción empresarial y social: el empresariado español no tiene empacho de realizar todas esas prácticas que te comento; creo que el empresariado británico (con todas las excepciones que se quieran), o el empresariado de matriz y comportamiento renano, son más conscientes del valor que tiene implicar a los trabajadores en el proyecto de la empresa. Sólo así se consigue más competitividad, más productividad. Y si se habla de eso, sobran las regulaciones: en España, el mundo laboral puede estar hiperregulado, pero los empresarios seguirán considerando que lo legítimo y lo mejor para su empresa es exprimir a los trabajadores (que, obviamente, ante esa tesitura se limitarán a, simplemente, cumplir); en el Reino Unido puede haber menos regulación, menos intervención, más apariencia de desprotección, pero eso se compensa con una mentalidad más generosa por parte del empresariado. ¿No es cierto que la sociedad británica es una sociedad más integrada, más unida, más cohesionada civilmente, que la sociedad española? ¿No es cierto que un país puede afrontar mejor los retos tremendos de esta crisis brutal si se asume la convicción de que salvar a la sociedad, al país, el modelo de vida, es una tarea que incumbe a todos? No sé, puede que en esto sea azañista, pero creo que el modelo británico sigue siendo, con todos sus fallos, un modelo encomiable y su historia está llena de esa capacidad para adaptarse a las circunstancias, que es la única manera real de hacer que, finalmente, las circunstancias puedan ser controladas y no acaben tragándose todo, como suele ocurrir en España. Un abrazo grande a ti y a tu mujer y tus dos criaturas.
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