jueves, 13 de mayo de 2010

LOS AJUSTES Y LA RABIA



Franco dictó la máxima y nuestros políticos la aprendieron bien: conviene tener siempre a mano un contubernio, una conspiración, para no tener que asumir ninguna responsabilidad. Sale la trama Gurtel y Rajoy habla de conspiración contra el PP; los periódicos extranjeros dicen que ZP está desnudo, y el gobierno dice que conspiran contra España. Saben que somos tontos y nos echan cacahuetes, para entretenernos, como a los monos. Pero llega la hora de la rabia y de exigir responsabilidades.

¿Todos somos culpables de la situación casi dramática de nuestro país? Culpable es la derechona que fijó en el ladrillo toda la riqueza española –aparcando innovación, educación, competitividad– pero también la “izquierda” que mantuvo esa política, dando por bueno el empobrecimiento de las clases medias y trabajadoras provocado por la implantación del euro, ese verdugo. Son culpables los bancos que dieron créditos sin ton ni son, a mansalva, y los ciudadanos que, para pagar el coche de lujo o la primera comunión de la nena, se endeudaban, seducidos por la orgía consumista. Son culpables los ayuntamientos de la especulación y los campos de golf y de los millonarios convenios urbanísticos, pero también las comunidades autónomas –costosísimas plagas de langosta–, que redactaban estatutos muy nacionales y le endosaban por vía legal sus competencias a unos ayuntamientos cada día más endeudados mientras se quedaban con el dinero, para mayor honra y gloria del reyezuelo de la taifa. Y culpables son los periodistas que callaban y los economistas hipnotizados por el paraíso de las grúas –origen del infierno del ladrillazo–, y los sindicalistas subvencionados, siempre en Babia, y los políticos que consentían lo que pasaba para no incomodar a sus jefes. ¿Todos empujamos al país hacia el agujero? ¿Todos tenemos que pagar, por igual, la factura del desastre que se avecina? No, sería injusto.

Se habla de ajustes; traducida, la palabra “ajuste” significa “sacrificio”, que será más grande cuanto menos responsable se haya sido del batacazo. La factura del ajuste no la pagarán los sindicalistas, los periodistas, los que tienen un mercedes, los políticos, los banqueros, o los de la construcción, sino las parejas que se endeudaron para poder tener un hogar y un sueño y una ilusión, los currantes, los de abajo, los de siempre, como siempre. Aquellos seguirán en sus coches oficiales y sus yates y en su cinismo, y estos verán reducidos sus sueldos y sus pensiones... mientras los tengan. La desvergüenza de los poderosos y sus palmeros –que no está penada con cárcel– la pagarán los currantes.

Lo dice la prensa extranjera, libre: España es un país desmoralizado. No es para menos: ZP es un desastre a la espera de un milagro que lo salve electoralmente, pero Rajoy –caricatura de una película de Paco Martínez Soria– no es más que el segundo acto de la cómica tragedia que vivimos. Nefastos, todos, toda la elite del país. No hay ilusión. No puede haberla. Los españoles miramos alrededor y se nos encoge el ánimo, miramos el futuro y sentimos miedo. Y un país así –sin ganas ni esperanzas, sin unidad ni afán patriótico– no puede afrontar los retos que plantea la crisis. ¿Responsabilidades, ajustes, ahora? Lo responsable sería ajustarlos a todos, echarlos. Empezar de cero.

(Publicado en IDEAL el 6 de mayo de 2010)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Encuentro el artículo muy bien redactado, que plasma con exactitud el problema real (no hay mas alternativa que la desolación). No nos cuenta nada que no sepámos, nos lo recuerda que aún es mas desolador.

Espero que el cambio generacional arregle algo y que las buenas intenciones de los pocos que las conservamos triunfen al fin.

Saludos cordiales