lunes, 17 de mayo de 2010

SOY FUNCIONARIO



El partido antaño socialista, obrero y español y sus voceros se han lanzado a la caza del funcionario. Acusados de no trabajar y de zanganear, ahora nos tachan de insolidarios cuando mostramos nuestra perplejidad y rabia por el ataque del gobierno ZP. Nadie se acuerda de los sacrificios que hicieron nuestros padres ni de las horas de estudio y privaciones que un médico, un maestro o un jefe de servicio llevan a sus espaldas. Nadie dice que mientras que electricistas, albañiles o fontaneros ganaban miles de euros al mes y tenían coches de lujo, hay funcionarios que a penas llegan a los mil euros. Lo que toca es poner al funcionario en la plaza pública, para lapidarlo, para imputarle la responsabilidad del ajuste, para tacharlo de poco patriota si protesta por el atentado contra sus derechos. Y se olvidan de que los funcionarios somos trabajadores, y de que nuestros hijos tienen la mala costumbre de querer comer y de necesitar ropa, se olvidan de que también nos llega cada mes el recibo del banco y la factura que el ministro Sebastián infló a favor de las eléctricas.

El ataque a los funcionarios esconde un mensaje fascistoide. Los políticos consideran que los derechos de los funcionarios –estabilidad laboral y salarial, ayudas sociales, horarios dignos, días libres– no son tales derechos sino privilegios. La “izquierda” se suma a esta corriente, y en lugar de luchar para que todos los trabajadores gocen de esos derechos –que tales son y no otra cosa–, pretende privar de ellos a los funcionarios con el argumento de que los otros trabajadores no los tienen. O sea, que la lucha socialdemócrata para igualar los derechos de los trabajadores por arriba y mejorar su nivel de vida, es ahora una carrera para deteriorar derechos adquiridos, igualando por abajo: el objetivo son las jornadas inhumanas, los salarios infames y el despido de las trabajadoras que se quedan embarazadas.

¿Qué hay funcionarios que no cumplen? Cierto, pero son los políticos los que consienten esta situación. ¿Qué el número de funcionarios es excesivo? Cierto, pero son los políticos los que han rellenado las administraciones de allegados hasta hacerlas completamente ineficientes. No hemos sido los funcionarios los que hemos gobernado este país: no fueron los funcionarios los que cifraron en el ladrillo toda la riqueza española, eso lo hizo el gobierno del PP; no fueron los funcionarios los que se pusieron una venda en los ojos para no ver la dimensión de la crisis, eso lo hizo el gobierno del PSOE. Por eso, no es justo cargar sobre nuestras espaldas y sobre las espaldas de los jubilados y de las familias el peso del ajuste: ellos, los políticos –todos, de todos los partidos– no han sido más que una panda de ineptos e incapaces. Ellos, todos los políticos, son los responsables directos de la situación de España: de la burbuja inmobiliaria, del colapso de las instituciones, del desprestigio de la democracia, del paro sin control, de la desmoralización generalizada de los españoles. Ellos nos metieron en el euro, que nos ha empobrecido. Ellos nos han convertido en el hazmerreír de Europa, ellos nos han convertido en un peligro para las finanzas internacionales. Son ellos los que se dedican a sus embajadas y a sus senados multilingües y a sus alianzas de civilizaciones y a sus estatutos de autonomía, mientras la gente no llega a fin de mes y tiene miedo del futuro. Que paguen ellos este desaguisado.

Yo no acepto que los que sostienen al “gobernante” más irresponsable e inepto de los últimos setenta años me tachen de vago y maleante. Yo he ido a trabajar mientras velaban a mi suegro, he ido a trabajar justo después de enterrar a mi abuelo, he ido a trabajar con catorce grapas en la barriga, he ido a trabajar con mi hijo recién nacido. Y el servicio que dirijo –1.400 euros mensuales: que nadie se piense que me pagan una millonada– fue el más valorado por los ciudadanos, notable alto, en las encuestas que dos partidos distintos hicieron para las últimas elecciones municipales. Me ha costado llegar a este puesto pese a todo precario, pero sobre todo le ha costado mucho a mis padres. Por eso no consiento que nadie me mire por encima del hombro y mucho menos que me den lecciones unos políticos que, salvo honrosas excepciones, son un grupo de iletrados, ignorantes y chupópteros. Lo siento por el gobierno y por sus voceros, pero yo he cumplido con mi deber, con el que le debo no a una casta política podrida sino a los ciudadanos que pagan mi sueldo con sus impuestos y por eso no acepto lecciones de nadie.

Tampoco acepto lecciones de unos sindicatos hasta ayer serviles con un gobierno que miraba hacia otro lado –no sabemos si hacia Lourdes o hacia Fátima, en espera de un milagro– y negaba la crisis mientras los datos de cada mes ponían encima de la mesa miles de parados, miles de nuevos dramas familiares. Me han bajado el sueldo, me linchan en los medios de comunicación, en los foros de internet y en las tertulias de la radio, pero yo no me voy a sumar a ninguna huelga ni a ninguna protesta. No, al menos, a ninguna dirigida por la UGT y por CC.OO., cómplices de esta situación. Es más: ahora, más que nunca, los funcionarios tenemos que dar el do de pecho y cumplir con nuestro deber, para que la sociedad tenga claro que cuando acude a su ayuntamiento o un ministerio una cosa son los funcionarios –servidores públicos– y otra muy distinta los políticos –servidores de sí mismos.

Es la hora del estoicismo, de encajar el golpe dado por ZP a funcionarios, jubilados, familias, dependientes; de mascar nuestra rabia, de pensar y repensar qué votaremos en las próximas elecciones sabiendo que todo es la misma mierda... Es la hora de cumplir con nuestro deber de funcionarios. Se lo debemos no a unos políticos que sólo merecen nuestro desprecio sino a unos ciudadanos que lo están pasando mal y a los que intentan poner en nuestra contra. Es también la hora de que los que vivimos de nuestro trabajo, unamos nuestra impotencia y nuestra ira no para dividirnos y acusarnos, sino para despachar a patadas a los políticos que pretenden no ser responsables de nada, ni ahora ni nunca.

Funcionarios, trabajadores, ciudadanos, españoles: es la hora de la calle, la hora de la España real, la hora de la rabia y de la idea.

(Publicado en IDEAL el 15 de mayo de 2010)

10 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué razón tienes! EStoy totalmente de acuerdo con lo que has escrito. Eres la voz de muchos de nosotros que acabamos de leer nuestros pensamientos totalmente reflejados en tu blog. ¡Cuanto derroche de dinero! La crisis es consecuencia de una pésima gestión de nuestra clase política, unos y otros, todos, cuya mayor ambición es mirarse el ombligo y gastarse el dinero del contribuyente en coches oficiales, comidas, chalets, palacetes y traductores. Señores, la lengua española es LA LENGUA OFICIAL DE ESPAÑA por mucho que les pese a muchos. El gobierno NO debería permitir derrochar presupuestos en traductores dentro del propio territorio español. ¡que vergüenza siento de mi país! El mundo entero grita la unidad, "La unión hace la fuerza" dicen...pero el gobierno español está empeñado en todo lo contrario, dividamos españa, desgranemos lo que hemos conseguido entre todos con nuestros impuestos. No olviden señores que las autonomías ricas, que claman la independencia, son aquellas que han levantado el resto de los españoles con su trabajo y sus impuestos. ¿el pago? Derroche en políticas lingüísticas absurdas. SI al respeto de la lengua NO a la imposición.
Muchas gracias por tu blog

Anónimo dijo...

Magnífico artículo. Los funcionarios no nos alegramos cuando otros trabajadore se quedan en paro o sus derechos son vulnerados por los empresarios, por eso no entiendo tanta alegría ante el atentado contra los funcionarios.

Anónimo dijo...

Estoy muy de acuerdo con la reivindicación de la figura del funcionario y la desazón por las críticas que recibimos por parte de periódicos, tertulianos o foreros de internet.

Pero no me gusta nada la otra veta del artículo, que ya me tiene un poco cansado: ésa que dice que todos los políticos son una mierda, que son chupópteros, que se gastan el dinero en idioteces, etc., etc. Eso está demasiado de moda, y es tan injusto como lo es el que se diga que el funcionario es un lastre para la sociedad. Soy político (permíteme que no diga de qué partido ni de qué administración, porque eso es lo de menos), y soy funcionario, ahora en servicios especiales. Conozco a bastantes funcionarios y a bastantes políticos, de distintos niveles y partidos, y tengo claro que no son una casta moralmente peor que la de cualquier otra masa ciudadana. Hay sinvergüenzas e incompetentes, hay discretos cumplidores sin heroicidades, hay honrados, cualificados y eficientes. El "todos son la misma mierda" es una pedrada al intelecto y a la cultura política, aunque hoy día se lleve muchos parabienes, sobre todo si lo grita gente como Pilar Rahola a cambio de mucho dinero. Son los medios de comunicación, cada día más amarillos, los que están fomentando este fácil tiro al blanco del político. Sería mucho mejor criticar decisiones concretas de políticos concretos, y no este caldero de aceite hirviendo que sólo sirve para devastar el paisaje y dejarlo preparado para líderes populistas, que están por llegar.

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con el artículo, las protestas deberían ir en el sentido de hacer que todos los trabajadores tengamos los mismos "privilegios": conciliación de la vida laboral y familiar de verdad, vacaciones compatibles con las escolares, así como los horarios. Que trabajar no suponga alejarte de la familia. Quiero trabajar, quiero disfrutar de mi familia y quiero vivir. Por eso es por lo que debemos luchar, no por envídias ni egoísmos.

Anónimo dijo...

Comparto la idea expresada en uno de los comentarios. No sé por qué tanto odio al funcionario. En algún momento de nuestras vidas decidimos sacrificarnos un poco y aprobar una oposición, que es libre y abierta a todo el que quiera. A mi no me han regalado nada, me gano el pan todos los días, pago mis impuestos, no falto ni un sólo día al trabajo y cumplo con mis deberes y obligaciones con el mejor humor posible. Sí, de acuerdo que hay algunos que dan la mala fama al cuerpo, pero hay otro muchos detrás de esa ventanilla y otras a la que Ud llama, los que realizan los trámites burocráticos tan necesarios, los que le atienden en urgencias sea por una urgencia real o por una intoxicación etílica o porque al novio se le ha roto el condón, los que velan por su seguridad por las calles...todas estas personas son también funcionarios, no el tipo casposo y vago bajo el que nos encasillan muchos, personas que trabajamos los festivos, las noches, las noches de Navidad, las Fallas, las que recogemos los botellones, los vómitos y las "mierdas" de sus perros. ¿Nos merecemos este ajuste salarial?

Anónimo dijo...

precioso articulo gracias hetrabajado en una empresa publica donde me costo mucho entrar y donde mis padres como los de casi todos tuvirron que hqcer muchos esfuerzos para poder pagar cuatro carreras cuando de jamos de ir ala publica hijos de maestros cuando entre en la empresa trabaje domingos i navidad durante trenta años para que los que ahora nos critican se pudieran ir de marcha con 40 años cotizados soi pensionista mil eurista gracias

Unknown dijo...

Estoy de acuerdo con muchas cosas de las que dice, pero me quedo perperja porque tu usas el mismo termino que el gobierno, Funcionarios, no es cierto, hay que referirse a los empleados publicos, laborales, estaturarios y demas prole. Por lo tanto no caigas en el mismo error, que todos los empleados publicos hemos sufrido la congelacion salarial, las ubidas de 1 ó 2% y ahora el retroceso.
Ahora quieren que seamos los culpables de esta situacion, pero no toman medidas contra la banca, la industrias y obretodo no piden cuentas a las multinacionales que se acoplaron en España a cambio de mucho dinero para que invirtieran y se lo comieron y luego se fueron.
Pieno secudar cualquier accion que se convoque no me importa la Organizacion que sea, mientras atenten a mis intereses.

Patricia dijo...

Deberías tener en cuenta algo importante: no todos los que trabajamos en la empresa privada somos fontaneros, electricista o albañiles que ganaban 3000€ en épocas de vacas gordas y que ahora van quejándose en foros y donde les dejan. Hablamos de personas que, como yo, trabajamos en una empresa privada, donde empecé ganando 960€ para ganar, 4 años después 1200€ y 2 años con el sueldo congelado. Yo también estudié, en mi caso, la carrera, concretamente periodismo, uno de los sectores más afectados por la crisis sin tener ladrillos de por medio...y desde hace 4 años me dedico a redactar manuales de usuario en una empresa de nuevas tecnologías.
No todos nos forramos con el ladrillo en épocas de vacas gordas: somos muchos en la empresa privada para los que siempre han sido vacas flacas, con el añadido de que, ahora, vivimos con el miedo mucho más a flor de piel que antes porque en cualquier momento pueden despedirnos y..¿dónde trabajaremos?: ¡si no hay trabajo!
Y no todos podemos ser funcionarios: una cosa es que esté al alcance de todos (estudia, preséntate, aprueba y hecho) y otra cosa es que todos seamos funcionarios. De ser así, ¿cómo avanzará el país? Es una falacia que muchos funcionarios se defiendan haciendo uso de ese argumento: sacrifícate y estudia como yo. Vale. Y cuando el 80% de la población sea funcionaria, ¿qué pasará?
Es horrible que a cualquiera le recorten el sueldo, pero todos tenemos que esforzarnos y arrimar el hombro. Y no olvides algo: tú gozas de una estabilidad laboral que yo no tengo desgraciadamente y eso considero que hace más llevadero un recorte salarial. Al menos te aseguras que un sueldo siga entrando en tu casa hasta que mueras.
Y he sido externa de la Junta de Andalucía (que no interina) varias veces y en varios sitios diferentes y muchas veces ves cosas que hacen que te hierva la sangre: compras en horario de trabajo, compañeros que pican a otros compañeros la entrada y salida para repartirse las tardes, los famosos desayunos de una hora, el 'vuelve más tarde'. Y eso tampoco es justo.

Un saludo y espero que no haya resultado desagradable mi comentario.

Manuel Madrid Delgado dijo...

Mayse, perdón por tardar tanto en responder. Llevas razón en que no es justo confundir funcionarios (que dedicaron años y esfuerzos a estudiar para prepararse un examen, que superaron unas pruebas, etc.) con el resto de empleados públicos, pero muchas veces englobamos en el mismo concepto a todo el mundo, por pura cuestión de ahorro lingüístico. De todos modos, creo que en lo sustancial estamos de acuerdo y hablamos de lo mismo. Lo que han hecho con los funcionarios es una cabronada porque lo hacen sabiendo que éramos un blanco fácil. Por cierto, después de este linchamiento al que nos han sometido llamándonos de todo, ¿deberían los funcionarios secundar una huelga general convocada contra un abaratamiento del despido que no afectará a los funcionarios? Ya sé que esto es demagógico y torticero y egoísta. Yo mismo no tendría incoveniente en secundar una huelga general contra los recortes de derechos que nos quedan por padecer, pero no lo haré simplemente porque los convocantes carecen de ningún tipo de legitimidad moral y de credibilidad. UGT y CC.OO. son, hoy por hoy, momias carcomidas por la subvención estatal, sindicatos a lo peronista que han contribuido con la política disparatada del gobierno durante la crisis.
Saludos y es un placer verte por aquí.

Manuel Madrid Delgado dijo...

Patricia, perdona tanto en recibir respuesta. Pero como más vale tarde que nunca...
Por comenzar por el final: llevas razón en que los abusos cometidos por los empleados públicos son muchos, pero la solución frente a eso no es criminalizar a todo el colectivo (si una cajera del Corte Inglés no se lava, no significa que todas las cajeras de España sean unas cerdas, ¿verdad?) sino que los políticos ejerzan su función como responsables de personal de la Administración Pública. Y punto, porque lo demás es lo de siempre en estos políticos que lo único que hacen es escamotear responsabilidades. Que trabajen y que de una vez por todas aborden la reforma de la función pública, que la doten de medios, que la adelgacen: que, en definitiva, la conviertan en algo útil, ágil, práctico.
Con respecto a lo otro que comentas sé de sobra las situaciones de las que hablas: jornadas diarias de lunes a sábado de siete u ocho horas, sueldos de menos de mil euros (mi mujer comienza a trabajar ahora como dependienta: el convenio colectivo para dependientas de comercio en Jaén, fija un sueldo mensual bruto de 980 euros), chantajes permanentes del empresariado, despidos de embarazadas, horas extraordinarias que no se pagan, etcétera... Pero el hecho de que todo esto suceda en la empresa privada no legitima un recorte en los derechos de los funcionarios: hacia lo que hay que caminar es hacia esa expansión de derechos, hacia los sueldos más o menos dignos, los horarios dignos, el respeto a los derechos adquiridos. Dividiéndonos, como hace la casta política, poco conseguiremos retener los trabajadores.
Por cierto, al hilo de este comentario, pienso en lo que estos días comentaban algunos analistas de la derecha en relación con el respeto que en Europa se le tiene a los emprendedores que generan riqueza y el desprecio que se les tiene en España. ¿Se extrañan? En Europa, es fácil detectar un empresariado no con conciencia social (empresario y conciencia social son algo incompatible), sino con simple sentido práctico: saben que cuanto más feliz esté un trabajador, más se inmiscuirá en el funcionamiento de la empresa. No creo que sea necesario repasar lo pronto que comenzaron los planes sociales de las empresas en lugares como Alemania, Bélgica u Holanda. En España ocurre todo lo contrario: el empresariado quiere obtener el máximo rendimiento no sobre la base de la satisfacción de sus trabajadores, no implicando a estos en el proyecto de la empresa, sino sobre el hecho de la explotación intensiva de estos. De ahí vienen las jornadas incompatibles con la vida familiar, los sueldos casi de miseria, el desprecio a los derechos de los trabajadores y demás cosas que todos conocemos. Yo creo que muchos españoles estariamos dispuestos a aceptar reformas laborales y demás con la única condición de que el empresariado español se comportase como el empresariado europeo. ¿Es demasiado pedir?
Saludos.