viernes, 16 de abril de 2010

MUNDO LOCO



Ilumina la primavera con sus luces nuevas la estúpida maquinaria de un mundo loco. Bajo el sol tibio de las tardes de abril –que invita a refugiarse bajo una arboleda sosegada con el cántico de la pajarería– todos los disparates con los que nos sacuden los periódicos apuntalan más su inevitable pregón de disloques. ¿Ha habido alguna época de la historia en la que se hayan acumulado tantos despropósitos? Ah, es difícil saberlo, porque desde que los griegos hablaran de la «edad de oro» seguimos pensando que cualquiera tiempo pasado fue mejor. Y por eso, las esdrújulas charlotadas del hoy acrecientan su dimensión... (En realidad lo que ocurre hoy no es tan distinto de lo ocurrido hace diez, treinta, ciento veinte años: si miramos más allá de la corteza, en el magma profundo de la historia las historias vienen a ser siempre las mismas: la cantinela del tiempo y de la humanidad entona desde antiguo un ritmo singular y repetitivo. Porque esto del mundo, este difícil invento del hombre, ha sido siempre –punto arriba, punto abajo– una porquería.)

...¿Fue mejor el pasado? Nos diferencia de nuestros abuelos que, al «refinar» nuestros hábitos, al pulir nuestro lenguaje y afilar nuestra visión de la realidad, los despropósitos del mundo nos duelen más. Lo que antes –en los tiempos de «Mari Castaña», que terminaron ayer– se veía como algo inevitable –«cosas que pasan», decían los antiguos, lúcidamente descreídos– hoy nos hiere y nos ofende. ¿Somos más sensibles? Pudiera ser, y eso está bien. Porque es bueno que no nos resulte indiferente que vuelvan las banderas victoriosas que traen prendidas cinco rosas o cinco flechas o cinco odios viejos que todavía resuenan en las cunetas pobladas de cadáveres. Y es bueno que nos escandalice que durante años, y al amparo del «secreto pontificio», se hayan tapado, se hayan escondido, los abusos terribles padecidos por miles de niños. Y es bueno que nos repugne que se intente siempre matar al mensajero o culpabilizar a la víctima o hacer cundir la paranoia de la persecución grupal para tapar los crímenes, los delitos, las incapacidades: así quiere la cúpula de la derecha diluir la masiva corruptela de las sastrerías y las «gurtelerías»; así quiere la cúpula de la Iglesia ocultar su responsabilidad en el calvario padecido por los más indefensos a mano de un creciente puñado de curas criminales; así quiere la cúpula de «la izquierda» que olvidemos la irresponsable gestión que viene realizando (?) desde que la crisis desatara sus furias sobre esa España que daba lecciones.

...Y sigue luminosa la primavera. Pese a los hombres, pese a nuestra constitutiva maldad, pese a nuestra insobornable estupidez. (¿En qué piensan los gorriones mientras sonríen en la mañana clara? Atónitos y divertidos, se ríen de nosotros: de nuestras leyes, de nuestra doble moral, de nuestra cobardía, de nuestra soberbia de animales que hablan. Se preguntan de que le valió al mono aquél de las sabanas de África bajar del árbol, y aprender los misterios del fuego y de la siembra y de la fragua en la que se cuajaron los puñales y las guadañas.) «Estos días azules y este sol de la infancia», en los que contrastan escandalosamente el mundo asombrado de alegrías y nosotros asombrados de locuras y perversiones.

(Publicado en IDEAL el 15 de abril de 2010)

1 comentario:

Sergio Alises Moreno dijo...

Estimado señor Madrid:

Felicitarle como siempre por los aclaradores contenidos.

Descubro un poco asombrado la propuesta de cambio de diseño de su bitácora. Creo que está a medio resolver pero en caso de no ser así, me parecía algo más atractivo el interfaz anterior.

Un abrazo, como siempre