Juan Alvarado Quesada fue un Hermano Mayor de la Cofradía del Resucitado al que enterraron ataviado con su túnica morada de Jesús Nazareno, el Sábado Santo de 1978. Y es que el Viernes Santo antes –un frío 24 de marzo– había muerto viendo pasar a su Jesús. A sus espaldas llevaba muchos años y desvelos dedicados a la Semana Santa de Úbeda: había ingresado en la Cofradía de Jesús el 1 de enero de 1941, y en ella –y por largos años– fue vocal y responsable del trono de Jesús, siendo ferviente partidario de que no dejaran de procesionar San Juan y la Verónica, como si presintiese que un día su hijo Bartolomé se encargaría de realizar dos espléndidas tallas que sustituyesen a las de Vicente Bellver; se hizo cargo de la Cofradía del Resucitado y durante su largo mandato su hijo Bartolomé realizó la Virgen de la Paz… y un largo etcétera hasta que en la mañana gélida del Viernes Santo de 1978 entró en la intrahistoria de la Cofradía de Jesús.
Antonio Vico elaboró en sus muchos años de Secretaría morada un minucioso Libro General de Hermanos, de lo que hablamos el pasado Miércoles Santo. En la ficha de Juan Alvarado está su fotografía –un hombre menudo de gesto rotundo y bigotillo perfilado según el gusto de la época– y su historial nazareno, que culmina ese amanecer de marzo. Su nieta Rocío es nuestra amiga; nos ha contado que su abuelo ya estaba enfermo y que el médico casi le había prohibido salir a la calle. Pero él, en la plenitud de la madrugada del Viernes Santo, se levantó sigilosamente, se vistió, se puso su abrigo para combatir el fuerte frío y avisó a su mujer y a sus hijos: “me voy a ver salir Jesús”. Se plegaron a su tozudo deseo: “fue con su familia a ver salir Jesús y lo vió”, nos cuenta su ficha en el Libro de Hermanos de Jesús, que continúa diciendo que “Después se trasladó a pie a la antigua Escuela de Artes y Oficios (Paseo del Mercado) para ver otra vez a Jesús pasar…” Y entonces, cuando ya Juan Pasquau –en el que también sería su último Viernes Santo– ha pasado con el Pendón que unos minutos después tendrá que abandonar, agotado, al pasar la procesión por el Hospital de Santiago, y cuando la campanilla va anunciando el Viernes grande Úbeda arriba, muere Juan Alvarado. De golpe: “…y cuando Jesús pasaba y Juan lo miraba con gran devoción, se cayó muerto. Jesús se lo llevó al cielo en ese instante para premiar su fe y sus muchos trabajos de siempre por Jesús y su Cofradía”, termina contando su ficha de hermano de Jesús.
(Publicado en Diario IDEAL el 4 de abril de 2010, Domingo de Resurrección)
2 comentarios:
¿Para cuándo una recopilación de artículos sobre la Semana Santa? ¿Por qué sus amigos de la A. Alfredo Cazabán no se animan y dan el paso en este sentido? Muchos esperamos un libro así. Un año más, la columnita diaria de Ideal durante Semana Santa realmente esperada y emocionante. Enhorabuena.
Guillermo.
Emotiva historia. Gracias por trasladárnosla.
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