jueves, 10 de diciembre de 2009

RESPONSABILIDAD Y FELICIDAD




Hoy es un día de resaca en los que uno se siente realmente feliz. No hay muchas ocasiones en la vida que nos permitan sentir esta íntima felicidad, esta íntima satisfacción, pero cuando llegan, la verdad es que sientan bien, muy bien. Y hoy es un día de esos, hoy es una de esas ocasiones.

Ayer pude conocer en persona a un escritor al que admiro desde que soy adolescente: Antonio Muñoz Molina. Yo, que en el fondo sigo siendo un sentimental, estaba emocionado cuando fuimos a recogerlo a Linares-Baeza, o cuando estuvimos con él en el patio del Parador, por la tarde, o durante la cena que un grupo de amigos compartimos también en el Parador, donde por cierto no podremos agradecer nunca el trato que recibimos y la paciencia de su director, Jesús Cárdenas, y de sus trabajadores, que aguantaron hasta altas horas de la madrugada.

Pero sobre todo estuve emocionado cuando me tocó presentar su novela delante de un Auditorio del Hospital de Santiago lleno hasta las trancas, como muy pocas veces se ha visto. No sé, fue un momento extraño, hablar de lo que se admira teniendo delante al artífice de esa magnífica obra literaria. Ya les digo, un momento raro, feliz, que me llenó de satisfacción, sobre todo porque el acto resultó del gusto de la gente y porque, luego, Antonio estuvo realmente brillante, embelesándonos a todos con sus palabras.

Creo que desde que hace ya casi diez años tuve el honor de entregarle a El Viejo el premio que le dábamos los Jóvenes de Acción Católica no había tenido una responsabilidad tan grande, y ayer notaba como pesaba esa responsabilidad en cada palabra que pronunciaba, con la boca seca. Lo que sí se hoy, ya más tranquilo, feliz, satisfecho, es que el 9 de diciembre de 2009 es uno de esos días que ya no olvidaré nunca. Y que le debo esa felicidad a la paciencia de María Luisa, al empeño de Ramón Beltrán, a la generosidad de la Asociación “Alfredo Cazabán” y sobre todo a la confianza de Antonio Muñoz Molina.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena Manolo!

me ha hecho mucha ilusión verte ahí sentado con Muñoz Molina!

Uno de los mejores recuerdos que guardo como lector fue descubrir Ubeda al mismo tiempo que leía El jinete polaco, en el segundo o tercer año de instituto. Al menos en mi caso ese premio Planeta vino en el momento justo.

Lo dicho: que me alegro mucho!

Antonio (el de Oxford)

Uvejota dijo...

“Es de bien nacido ser agradecido”, pues en este articulo, muy personal y emotivo, donde declaras tu alegría y entusiasmo, yo lo que veo es: un agradecimiento a todo y a todos, a las circunstancias que propiciaron este acto, a los autores y a los espectadores que satisfechos como tu, asistimos.
Por cierto que te quiero hacer una aclaración: Conozco a Antonio Muñoz, y sus padres desde hace mucho tiempo, desde que no era tan conocido, he seguido su meteorológico ascenso cultural un tanto al margen, ya que escribía con ideas que no eran del todo de mi agrado, pero respetadas como hago con todos.
Es ahora cuando veo que el amigo Antonio ya no es lo que era (será que la madurez nos hace mas consecuentes, jejeje..). Esto ha sido lo que me ayudó a hacerme presente anoche en el acto, pero lo que realmente me indujo a ir fue saber que Tú lo presentabas, es a ti a quien quería oír.
No te vanaglories por lo que te digo, porque lo hago solo para dejarte por embustero, ya que dijiste a los que allí estábamos que, a excepción de tu madre y tu esposa, habíamos ido a oír a Antonio. Pues ya ves que te equivocaste, yo fui a ver al presentador, aunque una vez satisfecho, me alegra haberme quedado hasta el final.
Cordiales saludos
v.j.

Manuel Madrid Delgado dijo...

Antonio, creo recordar que coincidimos en nuestra primera lectura de "El jinete polaco", allá por nuestros años de 3º de BUP, cuando nos conocimos. Ese libro ha influido mucho en mí, en realidad le debo mucho más de lo que soy capaz de contabilizar al pensamiento de Muñoz Molina, a su patriotismo civil y laico, a su socialismo moderado y posibilista, a su reivindicación de lo público, a su defensa de la educación como único mecanismo legítimo para garantizar la igualdad de oportunidades y el ascenso social. Algunas veces hemos hablado de esto, y de Muñoz Molina, y por eso creo que puedes hacerte una idea de lo importante que para mí fue ese día. Yo supongo que cuando las quinceañeras consiguen un autógrafo o un beso de Bisbal (¿sigue gustándole Bisbal a las quinceañeras?) deben sentir una felicidad similar a la que yo sentí ese día.

Vicente, realmente ese día fue importante para mi, como creo que para otros muchos ubetenses. A mí, desde hace mucho tiempo, Antonio Muñoz Molina me parece un ejemplo de sensatez y cordura, y como has podido comprobar más arriba ha influido mucho en mi manera de pensar y ver la realidad. Por lo demás, me has vuelto a poner colorado. Gracias por apreciarme (o admirarme) en tal grado, pero creo, sinceramente, que no hay para tanto.

Saludos.