– No, si lo crudo no es lo que yo digo sino la televisión nuestra de cada día…
– …también se ven programas interesantes…
– …a condición de que tengas vocación de murciélago. Porque si hay un programa interesante te lo cambian veinte veces de día y hora, al final te lo ponen a las tantas de la noche y te lo adornan con mil anuncios. Consecuencia: pues que se acuesta uno cabreado de que la televisión reparta la semana entre el atracón de deportes y la orgía de programas de tontos.
– Siempre se puede grabar…
– Y ¿por qué tenemos que ser nosotros los que grabemos y no los tragavisceras que a todas horas se hinchan de tomates, diarios de patricias y cosas similares?
– Si eso es lo que la gente quiere ver, pues hay que respetarlo.
– Claro que sí. Y como este país se ha instalado definitivamente en ese vasto territorio en que reinan la estupidez y la irresponsabilidad, pues tengo que soportar que mis hijos vean la historia de una muchacha descuartizada, no sé cuántas violaciones y a un fulanito que dice que quiere mucho a la menganita y tres días después se la carga… Eso sí es interesante y respetable.
– Esos programas describen la realidad tal y como es. No se la inventan, eso está ahí y se lo cuentan a la gente, porque es lo que la gente quiere que le cuenten.
– Una cosa es contar y otra es revolcarse en el charco de las miserias, que es lo que hacen todas las cadenas. Creo que están pecando de banales y que hay cosas con las que no se puede jugar. Claro, que luego algunos se quedan tan anchos con salir y decir que no se puede culpar a las cadenas de dar alas al terrorismo machista por emitir cosas como la última hazaña del “Diario” ese. Mira esto es para preocuparse, porque no se puede jugar con la salud moral de nuestros hijos que, a la misma hora en que nosotros veíamos a Espinete, están viendo como algo normal el desfile de violadores, asesinos, maltratadores y de una panda de imbéciles que viven de contar a quién se ventilan.
– Si no quieres que tus hijos vean eso, apaga la tele.
– ¡O los meto en un convento de cartujos, no te jode! En vez de imponer la cordura en las televisiones, estigmatizáis a los que no comulgan con las ruedas de idiotez que se propagan vía catódica.
– Y cordura es lo que tú quieras porque tus gustos son los correctos y los mejores, ¿no?
– Yo no he dicho eso. Pero me parece que cuando Belén Esteban y Antonio David, los presentadores del Tomate y los concursantes de Gran Hermano o el tal Mariñas pueden vivir a cuerpo de rey –y sin dar ni golpe– a costa de propagar la plaga de imbecilidad, es que este país está muy enfermo, de lo qué sea.
– Serán imbéciles para ti, pero hay mucha gente a la que eso le gusta
- Mira, déjalo. Y sigue viendo tranquilamente esos programas, a ver si entre tú y todos los invitados de Ana Rosa sumáis para un cerebro.
– …también se ven programas interesantes…
– …a condición de que tengas vocación de murciélago. Porque si hay un programa interesante te lo cambian veinte veces de día y hora, al final te lo ponen a las tantas de la noche y te lo adornan con mil anuncios. Consecuencia: pues que se acuesta uno cabreado de que la televisión reparta la semana entre el atracón de deportes y la orgía de programas de tontos.
– Siempre se puede grabar…
– Y ¿por qué tenemos que ser nosotros los que grabemos y no los tragavisceras que a todas horas se hinchan de tomates, diarios de patricias y cosas similares?
– Si eso es lo que la gente quiere ver, pues hay que respetarlo.
– Claro que sí. Y como este país se ha instalado definitivamente en ese vasto territorio en que reinan la estupidez y la irresponsabilidad, pues tengo que soportar que mis hijos vean la historia de una muchacha descuartizada, no sé cuántas violaciones y a un fulanito que dice que quiere mucho a la menganita y tres días después se la carga… Eso sí es interesante y respetable.
– Esos programas describen la realidad tal y como es. No se la inventan, eso está ahí y se lo cuentan a la gente, porque es lo que la gente quiere que le cuenten.
– Una cosa es contar y otra es revolcarse en el charco de las miserias, que es lo que hacen todas las cadenas. Creo que están pecando de banales y que hay cosas con las que no se puede jugar. Claro, que luego algunos se quedan tan anchos con salir y decir que no se puede culpar a las cadenas de dar alas al terrorismo machista por emitir cosas como la última hazaña del “Diario” ese. Mira esto es para preocuparse, porque no se puede jugar con la salud moral de nuestros hijos que, a la misma hora en que nosotros veíamos a Espinete, están viendo como algo normal el desfile de violadores, asesinos, maltratadores y de una panda de imbéciles que viven de contar a quién se ventilan.
– Si no quieres que tus hijos vean eso, apaga la tele.
– ¡O los meto en un convento de cartujos, no te jode! En vez de imponer la cordura en las televisiones, estigmatizáis a los que no comulgan con las ruedas de idiotez que se propagan vía catódica.
– Y cordura es lo que tú quieras porque tus gustos son los correctos y los mejores, ¿no?
– Yo no he dicho eso. Pero me parece que cuando Belén Esteban y Antonio David, los presentadores del Tomate y los concursantes de Gran Hermano o el tal Mariñas pueden vivir a cuerpo de rey –y sin dar ni golpe– a costa de propagar la plaga de imbecilidad, es que este país está muy enfermo, de lo qué sea.
– Serán imbéciles para ti, pero hay mucha gente a la que eso le gusta
- Mira, déjalo. Y sigue viendo tranquilamente esos programas, a ver si entre tú y todos los invitados de Ana Rosa sumáis para un cerebro.
(Publicado en Diario IDEAL el 13 de diciembre de 2007)
PD. Se ofrece aquí la versión original del artículo, no la versión aparecida en Ideal, en la que se modificó la estructura en diálogo del artículo, haciendo que el mismo perdiera gran parte de su sentido.
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