Estoy asqueado de que los políticos salgan a las portadas de los telediarios y de los periódicos con sus caras de pedernal y su baboseo moralizante para decir que no hay dinero, que hay que ajustarse el cinturón. Con su limitado lenguaje de seres atrofiados por el rigor ideológico y por la furia religiosa con los que nos conducen al cementerio en que va a acabar convertida España, han logrado pervertir las palabras: “austeridad”, que era sinónimo de sobriedad y sencillez, se ha transformado en cómplice de sus atentados contra el bienestar y la felicidad de los españoles; “reforma”, que fue la bandera con la que se conquistaron los derechos sociales, se ha convertido en una trituradora de aquello en lo que en realidad ellos nunca han creído. Hablan de “austeridad” y “reformas” para sugerir que la escuela y la sanidad públicas, los servicios sociales o la cultura son un despilfarro que esta sociedad aterrorizada no se puede permitir. Porque no hay dinero, dicen.
¿No hay dinero? Pues si no hay dinero yo exijo que se me pregunte en qué quiero que se gaste lo poco que haya. Por eso quiero que me pregunten: porque estoy de los políticos hasta ese exacto lugar de la entrepierna y no me creo que no haya dinero cuando vemos todos los días que sí lo hay para su orgía de sueldos y pensiones de indemnizaciones, de liberaciones, de dietas.
Quiero que me pregunten para poder decirles que no quiero que ni un céntimo de mis impuestos se destine a mantener presidente del gobierno, ministros, alcaldes, concejales, diputados, senadores, diputados provinciales, parlamentarios autonómicos y europeos, banqueros y presidentes de cajas de ahorro, presidentes y consejeros autonómicos, consejeros delegados, secretarios de estado y directores generales, rey y reina y príncipe y demás casta, sindicatos, organizaciones empresariales, partidos políticos, grupos municipales y grupos parlamentarios, embajadas estrambóticas, defensores del pueblo, asesores, jefes de prensa, jefes de gabinete, conferencia episcopal y consejo general del poder judicial... Mientras haya dinero para mantener toda esta inmensa farfolla política que opera como una máquina de reparto de prebendas y privilegios mientras asfixia a millones de parados, a millones de pensionistas, a millones de estudiantes, a millones de enfermos, mientras haya dinero para toda esta mierda, no se nos puede seguir diciendo que no hay dinero y que hay que recortar. Yo no quiero que mi dinero se destine a eso y sólo cuando el presupuesto de esa jungla de la indecencia en que han convertido las instituciones democráticas se haya quedado más pelado que los montes ardidos en Valencia, sólo entonces entenderé que se recorte en lo que afecta a la vida, a la salud, al bienestar, al futuro de tantos y tantos españoles. Sólo cuando ellos den ejemplo me creeré que no hay dinero.
No tengo ningún problema en que mi dinero se destine a pagar a médicos, investigadores, enfermeras, comadronas, celadores, trabajadores sociales, personas que atienden a mujeres maltratadas y a niños desamparados, conductores de ambulancias y del metro y de autobuses urbanos y de tren, bibliotecarios, administrativos, maestros, profesores, catedráticos, ordenanzas de colegios y teatros, bomberos, policías y guardias civiles, carteros, técnicos de la administración, guardas forestales, cuidadores de ancianos y de dependientes, actores y músicos y payasos, compañías de teatro y de danza y orquestas sinfónicas o bandas de música. Mi problema es que me sienta como un tiro en la barriga cada céntimo de los impuestos que pago y que se destina al mantenimiento de la casta política. Mi problema son los políticos y su desvergüenza. Han cruzando las líneas rojas de la paciencia ciudadana: se han convertido en el enemigo y acabarán pagando todo el sufrimiento creando gratuitamente. Que le pregunten a la ira de la calle.
(IDEAL, 12 julio 2012)
3 comentarios:
¿Has oído hoy a tu jefe Robles en la radio diciendo que los ciudadanos tenemos que entender que los políticos tienen una función (asegurarse su sueldo y la buena vida) y que no todos son iguales (tendrá cara a decir que no son todos iguales) y que algunos (se referiría a él) trabajan por sus ciudadanos? Qué poca verguenza tienen todos, son una panda de ineptos y de sinvergüenzas, todos todos todos a la calle, y lo del ayuntamiento de Úbeda es realmente vergonzoso.
¿Se manifestarán los funcionarios en Úbeda?¿Una manifestación en Úbeda? No lo creo... mejor sacamos un Santo y le pedimos que nos lo arregle.
No es norma contestar a los anónimos, pero como soy el hacedor de esto me salto mis normas cuando quiero.
Anónimo, no tengas pena: los funcionarios de Úbeda ya estamos arreglando el problema donde se arreglan en Úbeda todos los problemas. ¿En la calle? No, en la barra de los bares.
En cuanto lo de las procesiones, tampoco tenemos preocupación: este gobierno, consciente de que son un símbolo eterno de la España inmortal, no las suprimirá nunca. Eso, que se prohibiesen las procesiones, es lo único que nos echaría a la calle. Por lo tanto, pueden estar tranquilas las calles.
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