jueves, 8 de marzo de 2012

UNA DE VIOLENCIA





Hay en un sector de la derecha española una doble moral, una hipocresía revestida de falsa virtud, que repatea el hígado. Ayer, el Ministro de Justicia —el disfraz de moderado, de centrista, le ha durado menos que la vergüenza de Belén Esteban—, hablaba de que las mujeres abortan porque son víctimas de una violencia de género estructural, pero no aclaró si hay que encarcelar a las mujeres que abortan o a quienes ejercen esa violencia contra ellas. Gallardón está demostrando ser un consumado maestro en el arte de nadar y guardar la ropa.

Pero hoy los votos de un partido que en su último congreso siguió llamándose “cristiano”, el Partido Popular, y los votos de los democristianos de CiU aprueban la reforma laboral. ¿Violencia estructural contra las mujeres? No creo que en los últimos cuarenta años de historia de España se haya ejercido una violencia mayor contra la maternidad, contra la paternidad y contra los derechos de la familia que esta reforma laboral que deja a la intemperie a los trabajadores españoles.

¿Violencia estructural contra la mujer? A mí no se me ocurre violencia mayor que la que padecen tantas y tantas madres españolas —también tantos padres— que gracias a la crisis provocada por los poderosos ven como sus hijos son devorados por las arenas movedizas de la exclusión social. No, no es el aborto la muestra de la violencia estructural que se ejerce contra las mujeres —y contra los trabajadores y contra las familias—, no: la muestra son los datos que hablan de malnutrición infantil en Cataluña, la muestra son el 30% de niños españoles que se encuentran en riesgo de exclusión social o en situación claramente precaria, la muestra es el comedor que ayer abrió en Madrid Mensajeros de la Paz para dar cada día cien meriendas-cenas a niños de familias machacadas por la crisis y sus ajustes y sus recortes. Esa es la violencia contra las mujeres, contra las madres —¿habrá violencia mayor que ver cómo a tus hijos le falta lo básico y tú no puedes dárselo?— que Gallardón y su cofradía cospedaliana no denuncian, no quieren ver, no quieren perseguir.

2 comentarios:

Miguel Pasquau dijo...

Tienes tanta razón. Pero precisamente por eso lo inteligente sería tomarle la palabra al ministro e invocar su discurso como un argumento más contra una reforma laboral que hace cada vez más difícil cualquier proyecto familiar, cualquier intento de ser madre y trabajadora al mismo tiempo.

A veces la mejor manera de conseguir algo recto es retorcer lo que está torcido. Si el ministro ha querido salirse por los cerros de Ubeda para envolver en retórica la vuelta a una ley de "indicaciones" (es decir: no se puede abortar porque el feto es persona, salvo que tenga enfermedades congénitas, en cuyo caso, aunque sea persona, qué le vamos a hacer.......), quizás lo que hay que hacer es recorrer el cerro completo hasta volver a Ubeda.

ftz dijo...

La verdad es que tenía otra imagen del Sr. Gallardón. No entendí su mensaje y me parece un error el camino elegido.Este país no puede pasarse la vida deshaciendo lo que hacen los gobiernos anteriores. Se pueden y deben mejorar las leyes pero no creando más problemas.( ¿ Hay alguien en este país que se crea que a las mujeres se les obliga a aborta, que hay una presión estructural(?)?) Y desgraciadamente sucede muy a menudo.
Se puede y se debe defender la vida, pero no imponíendole nuestra moral u otra distinta a nadie.

Nos negamos a que se de educación sexual en la escuela, que se de Educación para la Ciudadanía y luego, después nos lamentamos de lo que sucede..

Y luego usamos otras medidas, otra moral para otros aspectos por ejemplo los económicos.

Así no.

Un saludo