miércoles, 9 de marzo de 2011

FILOSOFÍA DE LA CENIZA





La meteorología se ha conjurado con la conmemoración. Día de la ceniza. Día ceniciento. La ceniza es un símbolo, aunque no se crea: símbolo de la finitud, de lo que a todos nos espera. La creencia, el acto de fe, no es previo a la ceniza sino que está provocado por ella: la ceniza como punto de llegada o la ceniza punto de partida. Me gustaría creer que es un punto de partida y que todos guardamos dentro una especie de Ave Fénix, la promesa de una incierta resurrección. Esa esperanza está en el poema de José Ángel Valente:

Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.
No promete otra vida, ciertamente, pero nos consuela en la certeza del amor que acompaña las soledades de esta vida:

Toco esta mano al fin que comparte mi vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo,
lo levanto hacia el cielo
y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.
La ceniza, al fin y al cabo, es de un realismo tremendo. Nada puede esconderse detrás de su sencillez, de su desnudez: en la ceniza, la materia –la vida– se ha reducido a su puro esqueleto. Punto de partida o punto de llegada, no nos queda más remedio que construir una esperanza desde la ceniza. Porque todo lo que amamos es polvo gris, partículas que un día serán reducidas por el fuego del tiempo. La esperanza mayor es desear que el fuego del amor las redima del viento y la disgregación, que una llama o quemazón o luminosidad sin límites reagrupe las cenizas y las anime nuevamente.

Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.
No importa que la ceniza sea punto de partida o punto de llegada, renacimiento o aniquilación. Lo importante es que invita a una rebelión: creer, amar, querer, esperar, aunque sea desde la condición ineludible de que todo es ceniza.

(El día gris y la lluvia nos abocan a nuestro interior. Puede que se nos contagie la tristeza de la tarde, pero es que la tristeza ayuda a crecer.)

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