viernes, 12 de noviembre de 2010

HOJA DE CARIDAD



«La protección social pública es necesaria e insustituible.» Estas palabras no han sido pronunciadas por intelectuales o políticos de la poca izquierda que va quedando. Son palabras de Sebastián Mora, secretario general de Cáritas, y ponen el dedo en la llaga abierta por la revolución conservadora y neoliberal: el retroceso de lo público ha dejado sin amparo a miles de ciudadanos. Se atacan sin empacho los sistemas públicos de salud, de educación, de pensiones, de protección frente al desempleo, y se dice que no son actos de solidaridad sino lujos de los que se aprovechan los improductivos (he ahí el hombre reducido a bestia de carga). Se estigmatiza a los beneficiarios de las prestaciones públicas, tachándolos de parásitos o de vagos. Se clama por un Estado dedicado exclusivamente a las labores de policía. Se dice que la protección de los que lo pasan mal es cosa de su familia, muy cristianamente entendida, eso sí. Y sin embargo, la maquinaria resultante de la economía neoliberal y de la política y la apuesta social conservadoras comienzan a chirriar y el retroceso de lo público amplía los sembrados de la miseria y la exclusión.

Por malo que fuera, el modelo socialdemócrata sirvió para reducir el sufrimiento y las desigualdades, y de resultas obtuvo sociedades más integradas y, posiblemente, más libres y felices. Ahí están Suecia, Noruega o Dinamarca, paradigmas de la socialdemocracia y de buen liberalismo, ahí están sus conquistas históricas en materia de derechos sociales, humanos, económicos. Pese a sus evidentes logros (ninguna otra idea puede presentar ese palmarés a lo largo de la historia) la socialdemocracia se ha desintegrado y los modelos postulados por la derecha lo ocupan y lo destruyen todo. De resultas, nos encontramos con sociedades cada vez más fragmentadas y en las que la pobreza no para de crecer. En España, afecta ya al 20% de la población, que comienza a vivir en los bordes mismos de la miseria: ¡oh, conservadores, dónde está vuestra victoria!

Pero no podemos quedarnos en las estadísticas. Hay que señalar a los culpables ideológicos de la situación –los de la moral alcanforada e infalible, los de la economía científica– y mostrarles los rostros de los que padecen sus políticas. Ya no es suficiente con decir que un tanto por ciento creciente no puede llegar a fin de mes y que necesita de la caridad (de Cáritas, de Cruz Roja, del Banco de Alimentos, instituciones ejemplares desbordadas porque el Estado se encuentra en franca retirada cuando más falta hacía) para subsistir. Hay que decir que decir que una persona no es un número y que su dolor no es una ecuación. Hay que ilustrar el sufrimiento con las situaciones de los que lo padecen.

El otro día veía en el periódico uno de esos documentos que causan infinita tristeza: la Hoja de Caridad de Cáritas. Familias con hijos pequeños que carecen de lo suficiente para poder pagar el alquiler o la luz o el agua, que no tienen para comprar los cuadernos o los pañales de sus hijos, ancianos que se ven obligados a echarse sobre los hombros de su congelada pensión el mantenimiento de los hijos en paro y de los nietos abocados a la desolación, jóvenes desahuciados que se encuentran en las verjas de los parques con su recién nacido, comedores a los que comienzan a acudir masivamente personas que hasta ayer eran como nosotros, con un trabajo y un sueldo. Para saber a dónde nos llevan las privatizaciones y las soflamas que defienden la necesidad (el concepto de necesidad es esencialmente antidemocrático) de los ajustes basta con leer las Hojas de Caridad. Con ellas en la mano, habrá que urdir una rebelión, si quiera sea la rebelión de conservar el Estado del Bienestar y defenderlo frente a los bárbaros que lo asedian con teas en las manos.

(IDEAL, 11 de noviembre de 2010)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Почему регистрация не работает ?

Anónimo dijo...

http://www.elmundo.es/america/2010/11/17/noticias/1289956124.html

He ahí la Iglesia como propagadora de sufrimiento, me parece interesante la reflexión de Manuel en otras entradas de que la política socialdemócrata tiene que centrarse en la compasión y la reducción del sufrimiento, pues lo primero que tendrá que hacer es luchar contra la jerarquía de la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana