lunes, 2 de noviembre de 2009

ÁGORA




Me preguntaba mi hermano Jose Miguel que qué me ha parecido la película Ágora, de Alejandro Amenábar. Casi transcribo aquí el mensaje que le mandé contándole mis impresiones. Y es que la película me ha parecido entretenida, pero poco más. Pretenciosa, pues abarca demasiado y aprieta poco, o no aprieta nada, o aprieta allí donde le conviene, sectariamente. Y tendenciosa: es cierto que puede ser vista como una denuncia contra todos los fanatismos (creo que así la he visto yo), pero vuelvo a preguntarme si estos directores y actores tan modernos serían capaces de hacer una película no para criticar los crímenes cometidos por los cristianos o por los paganos o por los judíos hace 1600 años, si no para criticar los crímenes que se cometen ahora por los musulmanes o para denunciar la red de connivencia social con el terrorismo que corrompe el País Vasco. Esto es como dar un palo en la cabeza de otro, y al final eso no resulta, por mucho que la Iglesia siga manteniendo al asesino obispo Cirilo como un santo de especial categoría: si lo que se quiere es denunciar el fanatismo religioso, lo sensato y valiente es hacerlo con ejemplos actuales. Y si lo que quiere es que la Iglesia borre de su santoral a tanto hombre indigno (el tal Cirilo, un buen puñado de papas e inquisidores, Escribá de Balaguer...), que se diga abiertamente. Si se quiere denunciar el fanatismo cristiano que se haga contando las consecuencias terribles que en África tiene la doctrina papal sobre el condón, o que se cuente lo que hizo Fesser en Camino, arremetiendo contra el fanatismo del Opus Dei. Si se quiere denunciar un fanatismo que todavía se manche las manos de sangre, que se ponga el objetivo en los islamistas. Jugar de otra manera al hacer una película o al contar una historia es de cobardes, como los progres españoles, que consideran que las viñetas de Mahoma o la murga de Ceuta que criticaba al Islam son ataques injustificados a una religión y que, sin embargo, cuando los cristianos protestan por las burlas que se hacen de sus creencias consideran que están atacando la libertad de expresión.

No se puede estar al caldo y a las tajadas, y me temo que Amenábar, aquí, ha querido estar en misa y repicando, o sea, que ha estado cobarde. Técnicamente muy bien, muy bonita, el decorado precioso, pero detrás, más allá de una denuncia general y diluida del fanatismo, vuelve a caer en una crítica manida contra la religión cristiana, un ataque burdo que en realidad sólo puede ofender a los creyentes más extremistas. A mí, particularmente, me ofende poco: soy consciente de la ola de sangre y crímenes que tras de sí arrastra la religión cristiana.

Estoy convencido de que a la película, para ser honesta intelectualmente, le falta una segunda parte: si aquí se critica ese fanatismo criminal de los cristianos, debería Amenábar hacer una película en la que muestre cualquiera de los casos heroicos en los que los cristianos han dado ejemplo de humanidad: San Francisco o Maximiliano Kolbe, por ejemplo. La Misión, sinceramente, me parece que refleja mucho mejor, con más potencia, con más sinceridad y con más valentía la miseria del cristianismo (representada por la posición de la jerarquía que vende a los indios y las reducciones jesuíticas), mostrando la contrapartida de su grandeza (la defensa cerrada que los jesuitas hacen de los indígenas). Esa sí es una crítica valiente, expuesta, coherente: en Ágora se juega con trampa. Simplemente. Y no me gustan las películas tramposas. La he visto una vez, pero no creo que sea una película para ver más veces: el rato entretenido de la primera vez puede cortarse en las tripas, como la leche agria, si uno se planta delante de la pantalla para verla de nuevo.

2 comentarios:

Uvejota dijo...

Uvejota dijo...
P.D. Me gustaría sobre manera ver un artículo tuyo sobre Ágora, que aunque aún no he visto la película, tengo almacenados muchos comentarios, llamándome la atención sobre todo la “culpabilidad cristiana” que pretende el Sr. Amenábar hacer creer a su público, que como tú dices: “…..a ver cuanta gente entra con ese reclamo”.
…Si es que somos tan “borregos”!!
27 de octubre de 2009 13:33


¡Muchas gracias, amigo!, por la parte que me toca
No me atrevo (por ahora) a hacer comentario alguno a este artículo.
Me ha gustado, como todo lo que escribes, quedándoseme algún que otro “cabillo suelto”
Cordiales saludos
v.j.

P.D. Me extraña mucho no ver comentarios a este artículo tuyo, ¿respeto?, ¿inconformidad?, ¿apatía?, considero que es un tema muy polémico y del que se ha derramado mucha tinta en diversos medios. Por eso mi interés en conocer tu opinión, y los comentarios a la misma.

Manuel Madrid Delgado dijo...

En realidad, amigo Vicente, no hay muchos comentarios en casi ninguna entrada. La gente entra, lee y punto. Seguimos siendo un país en el que nos gusta poco mojarnos o simplemente la gente no tiene ganas de escribir, lo que es muy respetable.
Saludos.