miércoles, 30 de septiembre de 2009

Personajes de Feria. EL CHIQUILLO





Seguramente ayer se levantó nervioso, como en una mañana de Reyes: ¡ayer era el día en que salían los gigantes y los cabezudos! Y nervioso se fue a la escuela, y nervioso intentó comer y no pudo tragar, y nervioso fue de la mano de su padre, Real abajo, camino del Ayuntamiento para ver la festiva procesión. Y nervioso quería pero no quería que los cabezudos se acercasen a él. Y ya los nervios no se van del estómago del chiquillo en toda la Feria.

Está bien que el chiquillo –que mira con ojos grandes, abiertos como platos, todo lo que la Feria trae– esté nervioso en estos días de Feria, porque sus nervios son un indicativo de felicidad. Está nervioso porque para él todo es nuevo, porque quisiera poder tenerlo todo, cogerlo todo, está nervioso porque sabe que lo esperan los carruseles, porque se ensimisma ante las miles de bombillas encendidas, porque quiere algodón dulce y que su padre meta en la tómbola y le toque no sabemos que muñeco con el polvo de trescientas ferias a cuestas. Está nervioso porque aunque los maestros le han dado la Feria y tiene que ir a la escuela a la mañana siguiente, se queda hasta tarde en las casetas y juega en las calles del Ferial, rey absoluto de todo lo que el Ayuntamiento ha organizado para que haya diversión, sobre todo para que pueda divertirse ese chiquillo que llora cuando sus padres le dicen que es hora de irse, ese que moquea pidiendo una vuelta más en el carrusel, ese que patalea si no le compran el algodón dulce o una panocha asada, ese que tiene que ser sacado a rastras del Ferial pero que pasados unos metros le pide a su madre que lo coja –los nervios y las vueltas de escalextric lo han dejado rendido–, ese que al poco de iniciarse la caminata de vuelta a Úbeda ya se ha dormido en los brazos de su padre, con la baba cayéndosele por la boca que dibuja una felicidad.

Pensamos que no habría Feria si no hubiese casetas, ni tómbolas, ni carruseles, ni conciertos, ni teatro, ni verbenas: pero cuando en realidad dejará de haber Feria es cuando no haya chiquillos que, nerviosos, atraviesen la portada del Ferial apretando en el bolsillo sus pobres monedas. Porque el chiquillo, el anjalico, la criatura, es el verdadero protagonista de la Feria: no se hizo el chiquillo para la Feria, pero sí se hizo la Feria para el chiquillo.

(Publicado en Diario IDEAL el 29 de septiembre de 2009)

4 comentarios:

E. Santa Bárbara dijo...

Bonito texto y mejor foto. Son mis sobrinos Marcelo y José María, en una foto de Alberto Román. La foto está dando bastante juego. Me alegro. Son muy guapos y los quiero mucho.

Saludos.

Pedro Ángel dijo...

Has dado en el clavo.

Eres un campeón Manolo.

Un fuerte abrazo desde los jaenes.

Alberto Román dijo...

Sólo quería decirte que es un gustazo y todo un lujo compartir en estos días página del periódico contigo.

Y con el texto sobre el de los chatos de vino la has 'clavao' (próximamente en este blog; yo ya lo he leído porque acabo de maquetarlo en página).

Un besico.

Manuel Madrid Delgado dijo...

Para Eugenio. La foto es preciosa, por el colorido y porque los chiquillos son un encanto. Retrata la Feria hecha para los críos a la perfección. Alberto es un gran fotógrafo.
Para Pedro. Mil gracias.
Para Alberto. El gusto es mío: en las páginas de Opinión hace mucho frío, y al lado de tus artículos se está más calentico. Por cierto, sabía que el de los chatos de vino te iba a gustar. Creo que el del día 4 también va a ser de los que te gusten. Un abrazo y a mandar.