Hace seis años, a esta hora de la tarde (son casi las seis) un grupo de trabajadores del Ayuntamiento de Úbeda entrábamos en Santa Fe, Granada. Íbamos a recoger una partida de gigantes y cabezudos y un buen número de hermosos pendones decorativos por si... Por si... llevábamos dos días trabajado a todo pistón. El martes 1 de julio le había comentado al nuevo Concejal de Cultura y Fiestas, Antonio Jimena, que deberíamos tener algo preparado para el 3 de julio por si Úbeda y Baeza eran finalmente declaradas por la UNESCO, en París, Patrimonio de la Humanidad. Consultó con el Alcalde y los empleados del Negociado de Cultura tuvimos manos libres para preparar lo que pudiésemos por si...
Y por si... hablamos con todos los párrocos de la ciudad y con los priores y superioras de los conventos: si finalmente obteníamos el título de Patrimonio de la Humanidad, la campana del Reloj arrancaría a sonar en cuanto se conociera la noticia y sería bueno que se le sumasen todas las otras campanas de la ciudad.
Y por si... hablamos con la Cofradía de La Sentencia, para que estuviesen listos para montar un par de barras en la Plaza de Santa María para celebrar una verbena el viernes 4 de julio.
Y por si... hablamos con la empresa de pirotecnia con la que entonces trabajábamos y le dijimos que nos tenía que tener preparado un espectáculo piromusical (de unos 9.000 euros) para la celebración.
Y por si... llamamos a Manolo Puentes y le dijimos que para la posible verbena del 4 de julio necesitábamos una orquesta en condiciones.
Y por si... llamé a Antonio Espejo, mi amigo y entonces Concejal de Festejos del Ayuntamiento de Santa Fe, para pedirle que nos prestaran sus gigantes, sus cabezudos y los adornos de sus Fiestas de las Capitulaciones.
Y por si... la mañana del jueves 3, cuando ya el Negociado era un hervidero de partes de trabajo, órdenes y disposiciones, redacté el Bando Extraordinario que firmaría el Alcalde y las cuñas publicitarias para Radio Úbeda, y ahora sé que todavía no he escrito nada tan importante como aquellas palabras de aquel día.
Y por si... le dijimos a Gráficas Minerva que si éramos Patrimonio de la Humanidad necesitaríamos el Bando para esa misma tarde, cuando se le diese el visto bueno.
Y por si... después de comer a traganudo en el Navarro salimos hacia Santa Fe Leo y un servidor en el coche de Leo, Cristóbal y sus muchachos en el camión cafetera del Ayuntamiento y otros empleados del Parque de Obras en un camión más grande para cargar los gigantes.
Y acabando de salir de Santa Fe, con todo nuestro cargamento, nos llamaron nuestras madres y nos dijeron que sí, que finalmente habían dado el título de marras a Úbeda y Baeza y que ya estaban sonando todas las campanas de la ciudad. Y entonces Nani fue corriendo al Ayuntamiento a hacer partes de trabajo, saludas y llamadas, y entonces el teléfono fue un hervidero para decirle que sí a los fuegos artificiales, que sí al bando, que sí a la orquesta, que sí a la cabalgata, que sí a la Sentencia... Y a llegar a Úbeda –creo que nunca ha habido unos trabajadores municipales tan felices como nosotros ese día y tan conscientes de la importancia de su trabajo– a eso de las ocho de la tarde nos esperaba una comisión especial presidida por Luisa Leiva que dio el visto bueno al bando del Alcalde –media hora más tarde el mítico bando estaba impreso en el Ayuntamiento y se comenzaba a repartir por los comercios– y a todos los fastos del viernes 4 de julio, que amaneció bien pronto, con los adornos de las calles del centro histórico, con los preparativos de la cabalgata, con el montaje de las barras y del escenario en la plaza de Santa María, con los preparativos acelerados de los fuegos artificiales...
Seis años después miro aquel día con nostalgia. Con nostalgia en lo profesional, porque ya no ha habido nunca días como aquél en los que los trabajadores del Negociado de Cultura y Fiestas nos hayamos sentido tan importantes, tan necesarios y, sobre todo, tan respetados, sino más bien todo lo contrario. Pero también con mucha nostalgia en lo que como ubetense me atañe. Porque, seis años después, ¿qué ha sido de la Úbeda Patrimonio de la Humanidad?
En realidad ha sido que ha empeorado, que muchos monumentos –Santo Domingo, San Bartolomé, San Lorenzo, Madre de Dios, San Pedro, Santa María, Palacio de los Orozco, Palacio del Marqués de Mancera...–, están abandonados o tan mutilados que resultan irreconocibles; que se han realizado obras que son verdaderas barbaridades, y pienso ahora en la techumbre de acero y cristal del Palacio del Deán Ortega; que no se cuidan las intervenciones en el centro histórico, que cada uno hace lo que quiere y que la verdad más clara y más alta que se ha dicho aquí en los últimos años es la que Antonio Almagro proclamó en su brillante conferencia de antesdeayer.
De todos modos creo que hay un símbolo exacto, preciso, de lo que estos seis años han significado para Úbeda, que es nada: ese símbolo es la campana del Reloj Municipal.
Hace seis años, elevó su sonido vibrante todavía por encima de la Plaza de Toledo, dando a todo el pueblo la feliz noticia e invitando a sumarse a su alegría a todas las otras campanas de la ciudad. Dentro de un rato, esa misma campana dará el pistoletazo de salida al repique general de campanas con que se conmemorará la hora exacta de la declaración. Hace seis años le dijimos a los párrocos que tocasen cuando oyesen la campana del Reloj, hoy les hemos dicho que toquen a las seis y media, porque la campana municipal no se oye. Está cascada, abandonada, suena a huero, a tiempo derrotado o perdido. Y la indolencia de todos no hace nada para reparar la campana o, para en el caso de que no tenga arreglo, jubilarla gloriosamente y poner otra en su lugar. El sonido quebrado de esa campana que hace seis años vibró sobre los tejados de Úbeda es la imagen actual del abandonado patrimonio histórico de Úbeda seis años después de aquellos días maravillosos del “por si...”.
Y por si... hablamos con todos los párrocos de la ciudad y con los priores y superioras de los conventos: si finalmente obteníamos el título de Patrimonio de la Humanidad, la campana del Reloj arrancaría a sonar en cuanto se conociera la noticia y sería bueno que se le sumasen todas las otras campanas de la ciudad.
Y por si... hablamos con la Cofradía de La Sentencia, para que estuviesen listos para montar un par de barras en la Plaza de Santa María para celebrar una verbena el viernes 4 de julio.
Y por si... hablamos con la empresa de pirotecnia con la que entonces trabajábamos y le dijimos que nos tenía que tener preparado un espectáculo piromusical (de unos 9.000 euros) para la celebración.
Y por si... llamamos a Manolo Puentes y le dijimos que para la posible verbena del 4 de julio necesitábamos una orquesta en condiciones.
Y por si... llamé a Antonio Espejo, mi amigo y entonces Concejal de Festejos del Ayuntamiento de Santa Fe, para pedirle que nos prestaran sus gigantes, sus cabezudos y los adornos de sus Fiestas de las Capitulaciones.
Y por si... la mañana del jueves 3, cuando ya el Negociado era un hervidero de partes de trabajo, órdenes y disposiciones, redacté el Bando Extraordinario que firmaría el Alcalde y las cuñas publicitarias para Radio Úbeda, y ahora sé que todavía no he escrito nada tan importante como aquellas palabras de aquel día.
Y por si... le dijimos a Gráficas Minerva que si éramos Patrimonio de la Humanidad necesitaríamos el Bando para esa misma tarde, cuando se le diese el visto bueno.
Y por si... después de comer a traganudo en el Navarro salimos hacia Santa Fe Leo y un servidor en el coche de Leo, Cristóbal y sus muchachos en el camión cafetera del Ayuntamiento y otros empleados del Parque de Obras en un camión más grande para cargar los gigantes.
Y acabando de salir de Santa Fe, con todo nuestro cargamento, nos llamaron nuestras madres y nos dijeron que sí, que finalmente habían dado el título de marras a Úbeda y Baeza y que ya estaban sonando todas las campanas de la ciudad. Y entonces Nani fue corriendo al Ayuntamiento a hacer partes de trabajo, saludas y llamadas, y entonces el teléfono fue un hervidero para decirle que sí a los fuegos artificiales, que sí al bando, que sí a la orquesta, que sí a la cabalgata, que sí a la Sentencia... Y a llegar a Úbeda –creo que nunca ha habido unos trabajadores municipales tan felices como nosotros ese día y tan conscientes de la importancia de su trabajo– a eso de las ocho de la tarde nos esperaba una comisión especial presidida por Luisa Leiva que dio el visto bueno al bando del Alcalde –media hora más tarde el mítico bando estaba impreso en el Ayuntamiento y se comenzaba a repartir por los comercios– y a todos los fastos del viernes 4 de julio, que amaneció bien pronto, con los adornos de las calles del centro histórico, con los preparativos de la cabalgata, con el montaje de las barras y del escenario en la plaza de Santa María, con los preparativos acelerados de los fuegos artificiales...
Seis años después miro aquel día con nostalgia. Con nostalgia en lo profesional, porque ya no ha habido nunca días como aquél en los que los trabajadores del Negociado de Cultura y Fiestas nos hayamos sentido tan importantes, tan necesarios y, sobre todo, tan respetados, sino más bien todo lo contrario. Pero también con mucha nostalgia en lo que como ubetense me atañe. Porque, seis años después, ¿qué ha sido de la Úbeda Patrimonio de la Humanidad?
En realidad ha sido que ha empeorado, que muchos monumentos –Santo Domingo, San Bartolomé, San Lorenzo, Madre de Dios, San Pedro, Santa María, Palacio de los Orozco, Palacio del Marqués de Mancera...–, están abandonados o tan mutilados que resultan irreconocibles; que se han realizado obras que son verdaderas barbaridades, y pienso ahora en la techumbre de acero y cristal del Palacio del Deán Ortega; que no se cuidan las intervenciones en el centro histórico, que cada uno hace lo que quiere y que la verdad más clara y más alta que se ha dicho aquí en los últimos años es la que Antonio Almagro proclamó en su brillante conferencia de antesdeayer.
De todos modos creo que hay un símbolo exacto, preciso, de lo que estos seis años han significado para Úbeda, que es nada: ese símbolo es la campana del Reloj Municipal.
Hace seis años, elevó su sonido vibrante todavía por encima de la Plaza de Toledo, dando a todo el pueblo la feliz noticia e invitando a sumarse a su alegría a todas las otras campanas de la ciudad. Dentro de un rato, esa misma campana dará el pistoletazo de salida al repique general de campanas con que se conmemorará la hora exacta de la declaración. Hace seis años le dijimos a los párrocos que tocasen cuando oyesen la campana del Reloj, hoy les hemos dicho que toquen a las seis y media, porque la campana municipal no se oye. Está cascada, abandonada, suena a huero, a tiempo derrotado o perdido. Y la indolencia de todos no hace nada para reparar la campana o, para en el caso de que no tenga arreglo, jubilarla gloriosamente y poner otra en su lugar. El sonido quebrado de esa campana que hace seis años vibró sobre los tejados de Úbeda es la imagen actual del abandonado patrimonio histórico de Úbeda seis años después de aquellos días maravillosos del “por si...”.
4 comentarios:
Joder Manolo, se me va a olvidar ese día. Recibimos la noticias en el boletín de noticias de la SER, a las puertas de unos grandes almacenes en Granada, donde intentábamos comprar algún mueble para nuestro piso recién comprado en tierras granadinas.
Puedo asegurarte que como ubetense nunca me he sentido tan orgulloso. No cabía en los grandes almacenes y me daban ganas de gritarlo a los cuatro vientos. Todavía al recordarlo se me pone el bello de punta (soy un tonto ubedí, sí lo sé).
Recuerdo como me vine pitando al día siguiente de Granada para preparar la barra. Que panza de cerveza pusimos Manolo.
A día de hoy, como sigo siendo un tontísimos ubedí, como me dice Rosa.... Monte eres más de Úbeda que un ochío, sigo creyendo que todavía es posible rememorar esos días y sería bueno que empezando por los políticos de Úbeda y luego sus gentes fuesen tomando conciencia que tenemos un gran pueblo, hasta que no estás tiempo fuera no te das cuenta, pero que hay que trabajar mucho y en la misma dirección y eso precisamente es lo que me lleva a preocuparme. ¿Seremos Patrimonio de la Humanidad dentro de 6 años?
Un abrazo. Monte.
Sólo diré que si mi pueblo tuviese un negociado de cultura, me gustaría que la gente que estuviera en ello fuera como tu. Un saludo.
Antoñete, la verdad es que ese día fue muy especial para mucha gente, por muchísimas cosas. En mi caso se mezcló lo profesional y lo personal, pero ahora, mirando con suficiente distancia, lo personal prima. Porque puede que al final todo fuese eso, una cuestión personal, y recuerdo la cabalgata del día 4, entre las aceras abarrotadas de gente y con la música y la campana sonando, y recuerdo cuando entramos en una plaza de Santa María en la que no cabía, literalmente, ni un alfiler, y me doy cuenta de que ese día fui realmente feliz, porque creo que todos los ubetenses -los empleados municipales, los portadores de los cabezudos, los taberneros de La Sentencia- éramos conscientes entonces de que estábamos haciendo historia y de que éramos parte viva de esa historia. Lo triste es que de aquella ilusión no queda nada y la ciudad se ha ido degradando cada día más. Hace seis años la plaza grande de Úbeda fue un hervidero de gente, hoy es un hervidero de obras y tal y como se hacen las cosas aquí en Úbeda, mucho me temo que las obras estropearán -el enchinado granadino se pierde, seguro- la plaza inscrita en la lista de la UNESCO. Pero esto, Monte, por desgracia, también es más de Úbeda que un ochío, el que los políticos se carguen el patrimonio y los ciudadanos lo consintamos.
Un abrazo.
Horace, no tienes más que llamarme cuando en tu pueblo haya un Negociado de Cultura. Me conformo con menos que el Ronaldo nuevo ese.
Un abrazo y gracias por el piropo.
¡Que recuerdos de aquel día!
Todo preparado por si al final, el sueño se cumplía.
Recuerdo que la actividad de mi teléfono móvil era intensa, proveedores, movilizar a hermanos de la Cofradía para las barras,... pero todo a la espera de la confirmación definitiva.
Recuerdo que estaba en el piso de novia, por aquellos entonces, y me llegó la esperada llamada confirmando esa ansiada noticia. Úbeda, junto a Baeza, erán ciudades Patrimonio de la Humanidad.
Los nervios se entremezclaron con la alegría y si la actividad de los días previos fue intensa con mi móvil, desde ese preciso instante creo que fue tal que los amigos de Movistar se frotaron las manos...
Pero todo eso son bonitos recuerdos que hacen que el corazón se hinche de emoción que compensa la desazón que la realidad imprime al referido músculo.
La ciudad vivió ese sueño durante la celebración, luego, como tras una noche de fiesta, Úbeda quiso vivir de una renta producida por una mala resaca.
Al vivir fuera de mi ciudad natal, los sentimientos de "representante" de la Muy Noble, Antigua y Leal Ciudad de Úbeda, afloran con satisfacción y sano orgullo, por donde quiera que voy. Úbeda llena mi boca de excelencias y virtudes que, últimamente, noto como "pasión de hijo ubetense".
Pienso que nuestros vecinos de Baeza han entendido de manera muy distinta el nombramiento que recibieron igual que nosotros.
Veo ciudades que no sólo mantienen su patrimonio, su cultura, sus tradiciones, su encanto; sino que, lo mejoran, los saben vender,... ¿Qué nos pasa a los ubetenses? ¿aún estamos sumidos en la resaca de hace seis años?
Seamos realistas y pensemos que hay mucho por hacer, yo diría que todo. No sólo son las obras, reformas y la estética de nuestro maravilloso casco antiguo. Es el enfoque de toda la ciudad: comercio, servicios, hospedaje, restauración... todo coordinado o guiado de forma coherente, con unidad de criterios, con un fin común y general: engrandecer a esta mágica ciudad.
Y no hablo de las últimas fiestas del Renacimiento, porque si no esto se va a alargar en exceso; pero ese es un ejemplo claro de lo que no se debe hacer, bajo mi punto de vista.
Un fuerte abrazo desde los jaenes.
Publicar un comentario